/ lunes 11 de febrero de 2019

Las Rayadas


El siguiente cuadro literario extraído del libro CARTUCHO, de la parralense por adopción:

Nelly Campobello, es un pasaje breve, rápido y poético de sus vivencias como niña espectadora al vivir en la calle segunda del Rayo de esta ciudad, callejuela entonces polvosa y cimbrada por el estruendo de cascos de caballo, y de los cartuchos percutidos en los pasajes revolucionarios, que le tocó ver ò platicados por Ella su Mamá con mayúscula como lo escribía Nelly, también de los que, algunas de sus amistades le hicieron llegar, y que a continuación comparto con uds; primeramente, por ser ella una de mis autoras favoritas al manejar una exquisita metáfora, segundo porque décadas más tarde nos tocaría vivir parte de mi niñez en ese querida calle, casi frente a mis inolvidables primos, tíos, abuelos; vecino de mis primeros amigos, tan cercano a dónde se desarrolla el siguiente evento que reproduce, como sólo Nelly lo supo hacer.

“Allá en la calle Segunda, Severo me relata entre risas su tragedia:

-Pues veras, Nelly, cómo por causa del general Villa me convertí en panadero. Estábamos otros muchachos y yo, platicando en la puerta de la casa de uno de ellos. Hacía unos momentos que el fuego había cesado…de repente, vimos que se paró un hombre a caballo…luego nos saludó:

“¿Qui’hùbole muchachos, aquí es panadería?”…Estaba enteramente solo en toda la calle Ojito. Nosotros, que sabíamos que ya no era panadería no le pudimos decir que no era, porque no pudimos; todo en aquellos momentos era sospechoso. Lo único que había de panadería era el rótulo. Los otros muchachos eran músicos como yo, y sastres. Muy contentos le contestamos que sí, que en que podíamos servirle.

-¿Qué necesitan pa’ hacerme un poco de pan para mis muchachos?

-Harina y dulce, general. - Bueno, pos’ voy a mandársela - dijo desapareciendo a galope. Nosotros nos quedamos muy apurados.

_Ahora, ¿qué hacemos?_ nos decíamos yendo de un lado para otro-. ¿Qué hacemos? Pues vamos a llamar a Chema, siquiera él sabe hacer Rayadas……

“Salieron las primeras Rayadas; las habíamos hecho de medio kilo, las empacamos en unos costales y les dije: “Bueno, vayan al cuartel y llévenselas al general para ver si le gustan como están saliendo”.

Dicen que cuando el general vio los costales, se puso contento y agarró una Rayada, la olió, y riéndose se la metió en el hueco de la mitasa y que dijo: “¡Que buenas rayadas!, síganlas haciendo así”.

Nunca supo el general que nosotros no éramos panaderos, todos nos sentimos contentos de haberle sido útiles en algo”.

¡Pasen buen día! Gracias.

raler_43@hotmail.com.


El siguiente cuadro literario extraído del libro CARTUCHO, de la parralense por adopción:

Nelly Campobello, es un pasaje breve, rápido y poético de sus vivencias como niña espectadora al vivir en la calle segunda del Rayo de esta ciudad, callejuela entonces polvosa y cimbrada por el estruendo de cascos de caballo, y de los cartuchos percutidos en los pasajes revolucionarios, que le tocó ver ò platicados por Ella su Mamá con mayúscula como lo escribía Nelly, también de los que, algunas de sus amistades le hicieron llegar, y que a continuación comparto con uds; primeramente, por ser ella una de mis autoras favoritas al manejar una exquisita metáfora, segundo porque décadas más tarde nos tocaría vivir parte de mi niñez en ese querida calle, casi frente a mis inolvidables primos, tíos, abuelos; vecino de mis primeros amigos, tan cercano a dónde se desarrolla el siguiente evento que reproduce, como sólo Nelly lo supo hacer.

“Allá en la calle Segunda, Severo me relata entre risas su tragedia:

-Pues veras, Nelly, cómo por causa del general Villa me convertí en panadero. Estábamos otros muchachos y yo, platicando en la puerta de la casa de uno de ellos. Hacía unos momentos que el fuego había cesado…de repente, vimos que se paró un hombre a caballo…luego nos saludó:

“¿Qui’hùbole muchachos, aquí es panadería?”…Estaba enteramente solo en toda la calle Ojito. Nosotros, que sabíamos que ya no era panadería no le pudimos decir que no era, porque no pudimos; todo en aquellos momentos era sospechoso. Lo único que había de panadería era el rótulo. Los otros muchachos eran músicos como yo, y sastres. Muy contentos le contestamos que sí, que en que podíamos servirle.

-¿Qué necesitan pa’ hacerme un poco de pan para mis muchachos?

-Harina y dulce, general. - Bueno, pos’ voy a mandársela - dijo desapareciendo a galope. Nosotros nos quedamos muy apurados.

_Ahora, ¿qué hacemos?_ nos decíamos yendo de un lado para otro-. ¿Qué hacemos? Pues vamos a llamar a Chema, siquiera él sabe hacer Rayadas……

“Salieron las primeras Rayadas; las habíamos hecho de medio kilo, las empacamos en unos costales y les dije: “Bueno, vayan al cuartel y llévenselas al general para ver si le gustan como están saliendo”.

Dicen que cuando el general vio los costales, se puso contento y agarró una Rayada, la olió, y riéndose se la metió en el hueco de la mitasa y que dijo: “¡Que buenas rayadas!, síganlas haciendo así”.

Nunca supo el general que nosotros no éramos panaderos, todos nos sentimos contentos de haberle sido útiles en algo”.

¡Pasen buen día! Gracias.

raler_43@hotmail.com.