/ martes 25 de agosto de 2020

Las mujeres y su gestión cultural en Ciudad Juárez

Abordar el tema de la Gestión Cultural implica en primera instancia definirlo. Cristina Riera, gestora y comunicadora cultural nos dice que estos profesionales son hombres y mujeres que transitan entre ser "mediadores, activadores, provocadores, facilitadores, posibilitadores, sugestores o gestores por necesidad, destinados a facilitar entornos para vivir experiencias, para provocar curiosidad, reflexión, para reforzar el sentido de comunidad". Resulta significativo ubicar geográficamente la labor que realizan Carmen Amato y Virginia Ordóñez en la frontera norte de México: Ciudad Juárez. El solo nombre del lugar genera una imagen mental en los lectores. Las altas cifras de criminalidad han colocado a la ciudad en los titulares de la prensa internacional. Sobret odo por los feminicidios. Eso y la precariedad laboral reflejada en los bajos salarios del sector maquilador.

Distintos temas que desde el arte permiten cuestionar, reflexionar y actuar de manera propositiva como agentes de cambio social. Virginia y Carmen sostuvieron un diálogo con Leydi Mora y Samantha Fuentes, abordaron las posibilidades y los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que deciden realizar actividades de gestión cultural.

Carmen Amato comparte su experiencia vital y menciona que su formación inicial como administradora permitió tener objetivos claros y tácticas concretas para hacerse presente como una protagonista en el ámbito de la gestión cultural. Además del compromiso artístico y humano, implica reconocerse como factor de cambio en una sociedad con enormes desigualdades en cuestión de género.

Virginia Ordóñez ha experimentado las diferentes fases de la cadena de valor cultural con perspectiva de género, es decir creación, producción, distribución y participación de la cultura y las expresiones culturales. Desde el teatro como expresión viva del arte. Lo que le permite vincularse con las comunidades pues implica la emocionalidad directa.

Virginia y Carmen, trabajan en la penitenciaria de la ciudad impartiendo talleres de teatro y poesía respectivamente. La pandemia no las detuvo y organizaron de manera virtual el Encuentro internacional de mujeres poetas en tiempos de contingencia, logrando reunir sesenta y cuatro escritoras de trece países. El germen de ese proyecto surgió en la aridez del desierto que es Ciudad Juárez y gracias al trabajo en equipo floreció para recordarnos que el espíritu creativo y el esfuerzo de las mujeres está presente aún en las peores temporadas.

Es por eso que resulta importante precisar los desafíos políticos y actuaciones específicas para promover la visibilidad y reconocimiento de las mujeres en la cultura, facilitarles herramientas educativas y lograr la identificación de estereotipos negativos y otro tipo de barreras que obstaculizan el acceso y desarrollo de las mujeres como profesionales en cada una de las fases de la cadena de valor de la cultura como un derecho humano.


Abordar el tema de la Gestión Cultural implica en primera instancia definirlo. Cristina Riera, gestora y comunicadora cultural nos dice que estos profesionales son hombres y mujeres que transitan entre ser "mediadores, activadores, provocadores, facilitadores, posibilitadores, sugestores o gestores por necesidad, destinados a facilitar entornos para vivir experiencias, para provocar curiosidad, reflexión, para reforzar el sentido de comunidad". Resulta significativo ubicar geográficamente la labor que realizan Carmen Amato y Virginia Ordóñez en la frontera norte de México: Ciudad Juárez. El solo nombre del lugar genera una imagen mental en los lectores. Las altas cifras de criminalidad han colocado a la ciudad en los titulares de la prensa internacional. Sobret odo por los feminicidios. Eso y la precariedad laboral reflejada en los bajos salarios del sector maquilador.

Distintos temas que desde el arte permiten cuestionar, reflexionar y actuar de manera propositiva como agentes de cambio social. Virginia y Carmen sostuvieron un diálogo con Leydi Mora y Samantha Fuentes, abordaron las posibilidades y los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que deciden realizar actividades de gestión cultural.

Carmen Amato comparte su experiencia vital y menciona que su formación inicial como administradora permitió tener objetivos claros y tácticas concretas para hacerse presente como una protagonista en el ámbito de la gestión cultural. Además del compromiso artístico y humano, implica reconocerse como factor de cambio en una sociedad con enormes desigualdades en cuestión de género.

Virginia Ordóñez ha experimentado las diferentes fases de la cadena de valor cultural con perspectiva de género, es decir creación, producción, distribución y participación de la cultura y las expresiones culturales. Desde el teatro como expresión viva del arte. Lo que le permite vincularse con las comunidades pues implica la emocionalidad directa.

Virginia y Carmen, trabajan en la penitenciaria de la ciudad impartiendo talleres de teatro y poesía respectivamente. La pandemia no las detuvo y organizaron de manera virtual el Encuentro internacional de mujeres poetas en tiempos de contingencia, logrando reunir sesenta y cuatro escritoras de trece países. El germen de ese proyecto surgió en la aridez del desierto que es Ciudad Juárez y gracias al trabajo en equipo floreció para recordarnos que el espíritu creativo y el esfuerzo de las mujeres está presente aún en las peores temporadas.

Es por eso que resulta importante precisar los desafíos políticos y actuaciones específicas para promover la visibilidad y reconocimiento de las mujeres en la cultura, facilitarles herramientas educativas y lograr la identificación de estereotipos negativos y otro tipo de barreras que obstaculizan el acceso y desarrollo de las mujeres como profesionales en cada una de las fases de la cadena de valor de la cultura como un derecho humano.