/ jueves 15 de agosto de 2019

Las habilidades sociales en la era digital

En la educación tradicional parte importante de la formación era lo que conocemos como; modales. Los modales son pautas de conducta para la vida en sociedad. A los modales se subyacen una serie de creencias y valores importantes para la sociedad y que se vuelven generales mediante la práctica. Ejemplo de los valores escondidos en las conductas; está el levantarse al entrar un adulto, pues en ello está presente la noción del respeto y la reverencia para quienes son mayores a nosotros y porque sus experiencias son dignas de reconocimiento. El saludo diario de los buenos días, tardes o noches, en ello se expresan los buenos deseos para nuestros coetáneos, porque sabemos que si a ellos les va bien, seguramente también a nosotros nos irá bien, ahí se encuentra el sentido de la comunidad. La reverencia a una dama o caminar por cierto lado de la acera porque se esconden en esos usos ideas de protección.

Los modales hoy son casi obsoletos para la gente, hasta pareciera que los repudiamos, pero no nos damos cuenta que con ello descomponemos la vida en conjunto. Pues pensamos que son usos absurdos sin ningún sentido, cuando en realidad son las pautas mínimas de respeto y convivencia.

Además de esa visión general de que no es necesario mostrar respeto por los demás la sociedad ha entrado en una era eminentemente digital, en la que es más el tiempo que pasamos con máquinas, que con otras personas.

Vemos en los más jóvenes la pérdida de habilidades sociales; hablar en público, conversar con otras personas, sentir empatía y conmiseración, entablar y sostener relaciones de amistad y pareja y otras tantas que se han desgastado pues los primeros años de vida ya están más en contacto con el teléfono, la televisión, la computadora o la tableta.

Las habilidades que deben ser construidas en los primeros años de vida y posteriormente en la adolescencia no pueden recuperarse en otros estadios de la vida, sobre todo el entendimiento de las necesidades de otros.

Hoy los jóvenes tienen una sensación general de estar solos y no tener que responderle a nadie, la vida laboral incluso es frustrante pues regularmente tendrán un jefe al que no sienten que daban brindarle ningún respeto y sobre todo por que rendir cuentas.

Cambiar constantemente de trabajo por no sentirse reconocidos ni respetados o incluso sentirse superiores que sus jefes es una constante de nuestro tiempo. Abandonar a la pareja o negarse a tener familia por la búsqueda de fines estrictamente personales es parte diaria del ideario colectivo.

Estas pautas sociales están dañadas y necesitamos re integrar a los patrones de educación nuevamente un valor especial para ello.

Es necesario tener un vuelco hacia el pasado y retomar una práctica educativa básica sobre las formas, pues esas formas conllevan una serie de ideas de respeto y cuidado hacia nuestro entorno social, no es cosa menor el trabajo que tenemos frente, pero es prístina importancia para recobrar parte del orden social que se encuentra extraviado.

En la educación tradicional parte importante de la formación era lo que conocemos como; modales. Los modales son pautas de conducta para la vida en sociedad. A los modales se subyacen una serie de creencias y valores importantes para la sociedad y que se vuelven generales mediante la práctica. Ejemplo de los valores escondidos en las conductas; está el levantarse al entrar un adulto, pues en ello está presente la noción del respeto y la reverencia para quienes son mayores a nosotros y porque sus experiencias son dignas de reconocimiento. El saludo diario de los buenos días, tardes o noches, en ello se expresan los buenos deseos para nuestros coetáneos, porque sabemos que si a ellos les va bien, seguramente también a nosotros nos irá bien, ahí se encuentra el sentido de la comunidad. La reverencia a una dama o caminar por cierto lado de la acera porque se esconden en esos usos ideas de protección.

Los modales hoy son casi obsoletos para la gente, hasta pareciera que los repudiamos, pero no nos damos cuenta que con ello descomponemos la vida en conjunto. Pues pensamos que son usos absurdos sin ningún sentido, cuando en realidad son las pautas mínimas de respeto y convivencia.

Además de esa visión general de que no es necesario mostrar respeto por los demás la sociedad ha entrado en una era eminentemente digital, en la que es más el tiempo que pasamos con máquinas, que con otras personas.

Vemos en los más jóvenes la pérdida de habilidades sociales; hablar en público, conversar con otras personas, sentir empatía y conmiseración, entablar y sostener relaciones de amistad y pareja y otras tantas que se han desgastado pues los primeros años de vida ya están más en contacto con el teléfono, la televisión, la computadora o la tableta.

Las habilidades que deben ser construidas en los primeros años de vida y posteriormente en la adolescencia no pueden recuperarse en otros estadios de la vida, sobre todo el entendimiento de las necesidades de otros.

Hoy los jóvenes tienen una sensación general de estar solos y no tener que responderle a nadie, la vida laboral incluso es frustrante pues regularmente tendrán un jefe al que no sienten que daban brindarle ningún respeto y sobre todo por que rendir cuentas.

Cambiar constantemente de trabajo por no sentirse reconocidos ni respetados o incluso sentirse superiores que sus jefes es una constante de nuestro tiempo. Abandonar a la pareja o negarse a tener familia por la búsqueda de fines estrictamente personales es parte diaria del ideario colectivo.

Estas pautas sociales están dañadas y necesitamos re integrar a los patrones de educación nuevamente un valor especial para ello.

Es necesario tener un vuelco hacia el pasado y retomar una práctica educativa básica sobre las formas, pues esas formas conllevan una serie de ideas de respeto y cuidado hacia nuestro entorno social, no es cosa menor el trabajo que tenemos frente, pero es prístina importancia para recobrar parte del orden social que se encuentra extraviado.