/ jueves 18 de junio de 2020

Las caricias de papá

Elevo mi rostro al cielo, doy gracias a Dios por la bendita gracia de contar con la presencia de mi padre, dibujo una sonrisa serena en medio de este apacible atardecer y mientras el sol se pierde lentamente en el infinito horizonte, por mi mente deambulan bellos recuerdos salpicados de placer; son los ejemplos, las enseñanzas, las caricias de mi padre, que hoy me dan fortaleza, identidad y seguridad para ir por los sinuosos caminos de este paraíso, donde degustamos ese efímero instante llamado vida.

El canto de los pájaros son bellas notas musicales que halaga los oídos, la voz de mi padre es la más hermosa melodía que deleita mi vida, cada una de sus palabras son caricias que me llenan de autoestima, de conocimiento, es el sonido del amor paternal, es la voz del buen pastor, que guía aun en medio de la obscuridad por el mejor sendero, es la esencia de su ser que se asoma dulcemente con el movimiento armónico de sus labios, esos labios que en ocasiones están resecos y ásperos, pero que saben sonreír y que con sus besos dejan una huella imborrable en cada una de mis mejillas.

El amarillo ocre que resalta en el paisaje deleita la pupila de mis ojos, esos ojos donde se refleja la mirada tierna pero firme de mi padre, hoy comprendo que no son sus ojos, hoy cansados, sino la forma en que me miran, con el amor más puro, sincero y entregado, son sus ojos la ventana que me permite asomarme al interior de su alma, donde guarda el mejor tesoro, su cariño infinito. Una mirada de mi padre es una caricia que le da brillo a mi existencia y me enseña que los recuerdos son de agua y en ocasiones es necesario que salgan por los ojos.

El viento danza con armonía acariciando sutilmente mi ser, luego cambia de dirección y se deja sentir algo tosco, extiendo mis manos y evoco las caricias de mi padre, son esas manos firmes, abiertas y algo maltratadas, marcadas por las huellas que le ha dejado la vida, son las manos de mi padre las que siempre han estado ahí para cargarme en los momentos difíciles, las que me han ayudado a dar un paso más, a subir otro escalón, las que me han regalado una caricia en forma de palmada en la espalda, las que me han levantado el rostro cuando la vida ha puesto pruebas difíciles, son esas manos rudas y en ocasiones algo torpes con las que mi padre me ha regalado las mejores caricias, ir por el camino del bien, seguro, con la frente siempre en alto, toma lo mejor de la vida, con honestidad, con ética y con dignidad.

En medio del vaivén armónico del crecido pastizal, se dibuja el viejo camino que serpentea por la colina, es el camino que ha marcado mi padre con cada uno de sus pasos, en ocasiones de prisa, otros más lentos, pero eso sí, siempre firmes, ese camino es el ejemplo a seguir, cada consejo, cada lección, son caricias salpicadas de experiencia, de sabiduría y sobre todo de un amor profundo.

Gracias Papá, gracias a la vida por darme el mejor regalo, gracias por el amor que me das en cada una de tus caricias.

¡Feliz día del Padre!

Elevo mi rostro al cielo, doy gracias a Dios por la bendita gracia de contar con la presencia de mi padre, dibujo una sonrisa serena en medio de este apacible atardecer y mientras el sol se pierde lentamente en el infinito horizonte, por mi mente deambulan bellos recuerdos salpicados de placer; son los ejemplos, las enseñanzas, las caricias de mi padre, que hoy me dan fortaleza, identidad y seguridad para ir por los sinuosos caminos de este paraíso, donde degustamos ese efímero instante llamado vida.

El canto de los pájaros son bellas notas musicales que halaga los oídos, la voz de mi padre es la más hermosa melodía que deleita mi vida, cada una de sus palabras son caricias que me llenan de autoestima, de conocimiento, es el sonido del amor paternal, es la voz del buen pastor, que guía aun en medio de la obscuridad por el mejor sendero, es la esencia de su ser que se asoma dulcemente con el movimiento armónico de sus labios, esos labios que en ocasiones están resecos y ásperos, pero que saben sonreír y que con sus besos dejan una huella imborrable en cada una de mis mejillas.

El amarillo ocre que resalta en el paisaje deleita la pupila de mis ojos, esos ojos donde se refleja la mirada tierna pero firme de mi padre, hoy comprendo que no son sus ojos, hoy cansados, sino la forma en que me miran, con el amor más puro, sincero y entregado, son sus ojos la ventana que me permite asomarme al interior de su alma, donde guarda el mejor tesoro, su cariño infinito. Una mirada de mi padre es una caricia que le da brillo a mi existencia y me enseña que los recuerdos son de agua y en ocasiones es necesario que salgan por los ojos.

El viento danza con armonía acariciando sutilmente mi ser, luego cambia de dirección y se deja sentir algo tosco, extiendo mis manos y evoco las caricias de mi padre, son esas manos firmes, abiertas y algo maltratadas, marcadas por las huellas que le ha dejado la vida, son las manos de mi padre las que siempre han estado ahí para cargarme en los momentos difíciles, las que me han ayudado a dar un paso más, a subir otro escalón, las que me han regalado una caricia en forma de palmada en la espalda, las que me han levantado el rostro cuando la vida ha puesto pruebas difíciles, son esas manos rudas y en ocasiones algo torpes con las que mi padre me ha regalado las mejores caricias, ir por el camino del bien, seguro, con la frente siempre en alto, toma lo mejor de la vida, con honestidad, con ética y con dignidad.

En medio del vaivén armónico del crecido pastizal, se dibuja el viejo camino que serpentea por la colina, es el camino que ha marcado mi padre con cada uno de sus pasos, en ocasiones de prisa, otros más lentos, pero eso sí, siempre firmes, ese camino es el ejemplo a seguir, cada consejo, cada lección, son caricias salpicadas de experiencia, de sabiduría y sobre todo de un amor profundo.

Gracias Papá, gracias a la vida por darme el mejor regalo, gracias por el amor que me das en cada una de tus caricias.

¡Feliz día del Padre!