/ sábado 4 de agosto de 2018

La verdad

La verdad no sólo es el juicio para diferenciar lo  falso de lo verdadero sino que es un valor supremo que tiene que ver con la vida entera. Es aquello  en lo que uno se puede apoyar para no errar ni caer en esta vida; es el antídoto que purifica y favorece al bien; además,   triunfa por sí misma  sólo con ponerla en práctica abiertamente.

La mentira, en cambio, necesita complicidad;  se  instala en nuestra sociedad, principalmente en  Gobiernos  y  partidos políticos auto engañándonos con su asistencia. Mina los principios básicos y destruye las instituciones fundamentales del orden social como el matrimonio, la familia y la salud. Tiende a dividir y contraponer a los individuos   imponiendo el relativismo y las opiniones muy particulares. Luego va alienando a las sociedades sobre  cómo se debe ser y  cómo se debe  actuar, mayormente exalta los placeres y emociones  que  son  parte de la hipnosis mundial para implantar  una  nueva y supuesta verdad y un  nuevo código moral como lo dicen algunos nuevos políticos, entre ellos nuestro nuevo Presidente, el Lic. Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, nada es más bonito que apoyar a la verdad y nada más vergonzoso que aprobar a  la mentira. La verdad siempre será  la única fórmula para mejorar el mundo; ella  nos hará libres independientemente de la falta de comprensión, incredulidad e ignorancia. De entrada quizá nos haga sentir mal  ya que puede ser dulce o amarga, y  tal vez duela una o dos veces pero jamás será mala, siempre nos defenderá; en cambio, la mentira duele cada vez que se practica y se recuerda. Por ello, es mejor hablar con la verdad que lastima y sana que con la mentira que agrada, pero luego mata. La mentira  nunca es más fuerte que la verdad, ésta siempre acaba venciéndola y la mentira sólo dura mientras la verdad llega.

Cuando la verdad es puesta en acción, primero es ridiculizada, luego enfrenta fuerte oposición, pero finalmente  es aceptada como algo evidente. Podemos ocultarla o secuestrarla, pero no extinguirla, aunque esto  es casi   igual que mentir porque  la verdad es corrompida con  nuestro silencio.

Valiente es aquel que dice la verdad sabiendo que lo perderá todo, pero más vale ser vencido diciendo la verdad que triunfar con la mentira.  Quien siembra verdad cosecha confianza y amor,  que son dos cosas de Dios. El primer paso a la felicidad es darle la espalda a la mentira y practicar la verdad en cualquier foro. Cristo es la Verdad.

La verdad no sólo es el juicio para diferenciar lo  falso de lo verdadero sino que es un valor supremo que tiene que ver con la vida entera. Es aquello  en lo que uno se puede apoyar para no errar ni caer en esta vida; es el antídoto que purifica y favorece al bien; además,   triunfa por sí misma  sólo con ponerla en práctica abiertamente.

La mentira, en cambio, necesita complicidad;  se  instala en nuestra sociedad, principalmente en  Gobiernos  y  partidos políticos auto engañándonos con su asistencia. Mina los principios básicos y destruye las instituciones fundamentales del orden social como el matrimonio, la familia y la salud. Tiende a dividir y contraponer a los individuos   imponiendo el relativismo y las opiniones muy particulares. Luego va alienando a las sociedades sobre  cómo se debe ser y  cómo se debe  actuar, mayormente exalta los placeres y emociones  que  son  parte de la hipnosis mundial para implantar  una  nueva y supuesta verdad y un  nuevo código moral como lo dicen algunos nuevos políticos, entre ellos nuestro nuevo Presidente, el Lic. Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, nada es más bonito que apoyar a la verdad y nada más vergonzoso que aprobar a  la mentira. La verdad siempre será  la única fórmula para mejorar el mundo; ella  nos hará libres independientemente de la falta de comprensión, incredulidad e ignorancia. De entrada quizá nos haga sentir mal  ya que puede ser dulce o amarga, y  tal vez duela una o dos veces pero jamás será mala, siempre nos defenderá; en cambio, la mentira duele cada vez que se practica y se recuerda. Por ello, es mejor hablar con la verdad que lastima y sana que con la mentira que agrada, pero luego mata. La mentira  nunca es más fuerte que la verdad, ésta siempre acaba venciéndola y la mentira sólo dura mientras la verdad llega.

Cuando la verdad es puesta en acción, primero es ridiculizada, luego enfrenta fuerte oposición, pero finalmente  es aceptada como algo evidente. Podemos ocultarla o secuestrarla, pero no extinguirla, aunque esto  es casi   igual que mentir porque  la verdad es corrompida con  nuestro silencio.

Valiente es aquel que dice la verdad sabiendo que lo perderá todo, pero más vale ser vencido diciendo la verdad que triunfar con la mentira.  Quien siembra verdad cosecha confianza y amor,  que son dos cosas de Dios. El primer paso a la felicidad es darle la espalda a la mentira y practicar la verdad en cualquier foro. Cristo es la Verdad.