La verdad no sólo es el juicio para diferenciar lo falso de lo verdadero sino que es un valor supremo que tiene que ver con la vida entera. Es aquello en lo que uno se puede apoyar para no errar ni caer en esta vida; es el antídoto que purifica y favorece al bien; además, triunfa por sí misma sólo con ponerla en práctica abiertamente.
La mentira, en cambio, necesita complicidad; se instala en nuestra sociedad, principalmente en Gobiernos y partidos políticos auto engañándonos con su asistencia. Mina los principios básicos y destruye las instituciones fundamentales del orden social como el matrimonio, la familia y la salud. Tiende a dividir y contraponer a los individuos imponiendo el relativismo y las opiniones muy particulares. Luego va alienando a las sociedades sobre cómo se debe ser y cómo se debe actuar, mayormente exalta los placeres y emociones que son parte de la hipnosis mundial para implantar una nueva y supuesta verdad y un nuevo código moral como lo dicen algunos nuevos políticos, entre ellos nuestro nuevo Presidente, el Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, nada es más bonito que apoyar a la verdad y nada más vergonzoso que aprobar a la mentira. La verdad siempre será la única fórmula para mejorar el mundo; ella nos hará libres independientemente de la falta de comprensión, incredulidad e ignorancia. De entrada quizá nos haga sentir mal ya que puede ser dulce o amarga, y tal vez duela una o dos veces pero jamás será mala, siempre nos defenderá; en cambio, la mentira duele cada vez que se practica y se recuerda. Por ello, es mejor hablar con la verdad que lastima y sana que con la mentira que agrada, pero luego mata. La mentira nunca es más fuerte que la verdad, ésta siempre acaba venciéndola y la mentira sólo dura mientras la verdad llega.
Cuando la verdad es puesta en acción, primero es ridiculizada, luego enfrenta fuerte oposición, pero finalmente es aceptada como algo evidente. Podemos ocultarla o secuestrarla, pero no extinguirla, aunque esto es casi igual que mentir porque la verdad es corrompida con nuestro silencio.
Valiente es aquel que dice la verdad sabiendo que lo perderá todo, pero más vale ser vencido diciendo la verdad que triunfar con la mentira. Quien siembra verdad cosecha confianza y amor, que son dos cosas de Dios. El primer paso a la felicidad es darle la espalda a la mentira y practicar la verdad en cualquier foro. Cristo es la Verdad.