/ jueves 14 de noviembre de 2019

La resignación ante la pérdida de un ser querido

La muerte no se supera, se abraza no en vano dicen que en esta vida todo tiene solución menos la muerte, cuando muere un ser que queremos profundamente sentimos un dolor que nos traspasa el alma y nuestro corazón se rompe en incontables pedacitos de frustración al perder para siempre a aquella persona tan especial. ¿Qué puede doler más?, ¿Saber que jamás podremos volver a verla?, ¿Ese montón de palabras que siempre quisimos decir y no pudimos?, ¿El hecho de que nosotros estemos aquí y ellos no?, ¿Cómo pedirle al alma que no llore por tantas ausencias?

Quisiéramos estar en paz, sabiendo que quien murió se marchó a un lugar mejor, en donde se encuentra la paz y la armonía que todos buscamos, pero en lugar de pensar así, estamos aquí sufriendo, pensando en el dolor que siente su familia y sus amigos y derramando las lágrimas más amargas que nunca pensamos derramar. ¡Cómo nos gustaría devolver el tiempo y hacer tantas cosas que podrían amilanar la tristeza y pesadez que hay en nuestro corazón!

Sabemos que algún día la muerte llegará, sea por el inevitable paso de los años o por los desventurados accidentes y enfermedades que acontecen, pero nunca estamos preparados para vivir sin aquella persona, ello es como si te pidieran que empezaras a morir en vida, que visualizaras lo que desearías que nunca pasara.

¿Cómo frenar aquel oscuro vacío en el que caes cuando ves él sombrío féretro?, ¿Cómo calmar al espíritu cuando tras ese frio vidrio ves a la persona que tantas veces viste sonreír?, ¿Cómo borrar las esperanzas de creer que fue una equivocación cuando ves a su familia llorando sobre ese inerte ataúd?

Los comentarios de quienes escuchas se vuelven tan superfluos, tan monótonos y faltos de sentido: ¿qué no entienden que el dolor de la muerte de un ser querido no es un hecho fácil de asimilar? Y llega aquella palabra que quisieras que no existiera: la resignación. Pero ¿qué es la resignación?

Hay tantos sentimientos encontrados, no nos imaginamos seguir respirando sin la presencia de la otra persona, pero, aunque no queramos, debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades de lo que hicimos o dejamos de hacer.

Hay algo que es verdad entre tantas palabras que escuchas: la persona que murió no quisiera que sufriéramos a causa de su partida, ese ser nos amaba y el amor no es sufrimiento, ¿acaso existe alguien que quiera ver sufrir a las personas que ama?, pero somos personas que no pueden evitar ese remolino de tristezas y llanto, la muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta.

Pero hay algo que ni siquiera la muerte rompe: el amor, y aunque ya no podamos ver a la otra persona, ni escuchar su voz, ni mirarle a los ojos, ni abrazarle físicamente, siempre podremos cerrar nuestros ojos para recordarle, para decirle desde nuestro corazón que le echamos de menos, que nos perdone, que no deje de abrazar a su familia, a su esposo y sus hijas, y desde ahí, es donde nacen los verdaderos consuelos: desde la eternidad de un sentimiento y no desde lo efímero de una vida mortal, abraza tu dolor, seguramente el tiempo, como gran maestro, te mostrará el camino a la sanación de tu alma.

Desde esta columna queremos enviar nuestras más sentidas condolencias para la familia Rodríguez Cabrales…a su esposa Barbara Cabrales por la irreparable pérdida de su esposo, el Lic. Rodolfo Rodríguez Chávez, gran precursor del deporte en nuestra región y en días pasados con su equipo de Pescadería Escuinapa Tacos Belmar se proclamó campeón de primera fuerza en la Liga Williamsport Parral.

La muerte no se supera, se abraza no en vano dicen que en esta vida todo tiene solución menos la muerte, cuando muere un ser que queremos profundamente sentimos un dolor que nos traspasa el alma y nuestro corazón se rompe en incontables pedacitos de frustración al perder para siempre a aquella persona tan especial. ¿Qué puede doler más?, ¿Saber que jamás podremos volver a verla?, ¿Ese montón de palabras que siempre quisimos decir y no pudimos?, ¿El hecho de que nosotros estemos aquí y ellos no?, ¿Cómo pedirle al alma que no llore por tantas ausencias?

Quisiéramos estar en paz, sabiendo que quien murió se marchó a un lugar mejor, en donde se encuentra la paz y la armonía que todos buscamos, pero en lugar de pensar así, estamos aquí sufriendo, pensando en el dolor que siente su familia y sus amigos y derramando las lágrimas más amargas que nunca pensamos derramar. ¡Cómo nos gustaría devolver el tiempo y hacer tantas cosas que podrían amilanar la tristeza y pesadez que hay en nuestro corazón!

Sabemos que algún día la muerte llegará, sea por el inevitable paso de los años o por los desventurados accidentes y enfermedades que acontecen, pero nunca estamos preparados para vivir sin aquella persona, ello es como si te pidieran que empezaras a morir en vida, que visualizaras lo que desearías que nunca pasara.

¿Cómo frenar aquel oscuro vacío en el que caes cuando ves él sombrío féretro?, ¿Cómo calmar al espíritu cuando tras ese frio vidrio ves a la persona que tantas veces viste sonreír?, ¿Cómo borrar las esperanzas de creer que fue una equivocación cuando ves a su familia llorando sobre ese inerte ataúd?

Los comentarios de quienes escuchas se vuelven tan superfluos, tan monótonos y faltos de sentido: ¿qué no entienden que el dolor de la muerte de un ser querido no es un hecho fácil de asimilar? Y llega aquella palabra que quisieras que no existiera: la resignación. Pero ¿qué es la resignación?

Hay tantos sentimientos encontrados, no nos imaginamos seguir respirando sin la presencia de la otra persona, pero, aunque no queramos, debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades de lo que hicimos o dejamos de hacer.

Hay algo que es verdad entre tantas palabras que escuchas: la persona que murió no quisiera que sufriéramos a causa de su partida, ese ser nos amaba y el amor no es sufrimiento, ¿acaso existe alguien que quiera ver sufrir a las personas que ama?, pero somos personas que no pueden evitar ese remolino de tristezas y llanto, la muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta.

Pero hay algo que ni siquiera la muerte rompe: el amor, y aunque ya no podamos ver a la otra persona, ni escuchar su voz, ni mirarle a los ojos, ni abrazarle físicamente, siempre podremos cerrar nuestros ojos para recordarle, para decirle desde nuestro corazón que le echamos de menos, que nos perdone, que no deje de abrazar a su familia, a su esposo y sus hijas, y desde ahí, es donde nacen los verdaderos consuelos: desde la eternidad de un sentimiento y no desde lo efímero de una vida mortal, abraza tu dolor, seguramente el tiempo, como gran maestro, te mostrará el camino a la sanación de tu alma.

Desde esta columna queremos enviar nuestras más sentidas condolencias para la familia Rodríguez Cabrales…a su esposa Barbara Cabrales por la irreparable pérdida de su esposo, el Lic. Rodolfo Rodríguez Chávez, gran precursor del deporte en nuestra región y en días pasados con su equipo de Pescadería Escuinapa Tacos Belmar se proclamó campeón de primera fuerza en la Liga Williamsport Parral.