/ jueves 12 de diciembre de 2019

La relación del mexicano con la política

“No me gusta andar en política”, “la política es para tranzas”, “la política vuelve a la gente mala”, “andar en política es el arte de comer caca y seguir sonriendo”, “la política no es para mí” “los políticos nunca cumplen”, todas las anteriores son expresiones muy comunes aquí en nuestro país.

El mexicano promedio está muy alejado de la política y desconoce profundamente sobre los temas políticos. Eso sin duda es un indicador peligroso cuando se supone vivimos en un sistema democrático, ese donde todos tomamos decisiones sociales y colectivas.

El mexicano asume que ya suficiente tiene con sus problemas personales como para ocuparse de los problemas de todos, lo que genera entonces una distancia bastante mal sana con los temas sociales y al mismo tiempo un descuido de la clase política, pues cuando nadie te cuida y nadie se entera de lo que haces, te permites hacer de todo.

El promedio de votación en México con regularidad está por debajo del 50% de los empadronados (tome en cuenta que existe mucha gente que ni siquiera se toma la molestia de obtener su credencial del INE o no tiene acceso a ella), lo que resulta que menos del 30 % de los mexicanos deciden a los representantes de nuestro país. A diferencia de otros países dentro de Latinoamérica, como Brasil, que tienen un promedio que oscila entre el 80% de participación ciudadana, o no se diga países con mayor educación cívica y electoral donde participan alrededor del 90% como Islandia o nueva Zelanda.

Pero luego de votar el mexicano asume que ahí termina su tarea, cuando en realidad sólo es la participación mínima requerida, pues la sociedad civil organizada es mínima y el cuidado de la actividad política es casi nula.

Para que el sistema en el que vivimos, este sistema democrático, sea más funcional es importante disminuir la ignorancia sobre las roles políticos de cada agente. Pues es impresionante que cuando usted pregunta a un estudiante universitario, que suponemos es el grado más alto de educación promedio en cualquier país, sobre las funciones de un senador o un cabildo las desconocen completamente, ¿Qué podríamos esperar de aquellos que no han tenido la oportunidad de tener estudios?

El mexicano debe aprender a trabajar en equipo y participar en asociaciones civiles que mejoren las condiciones de vida, fuera del gobierno. El mexicano debe adquirir hábitos como el de la lectura y el pensamiento crítico, si quiere que sus participaciones sean sustanciales y en definitiva debe discriminar los medios por los que se informa.

En dicha condición una tarea sustancial para mejorar a la clase política es mejorar la educación política del ciudadano. Promover que los funcionarios públicos sean vistos como entes sociales al servicio de la sociedad y no como autoridades que están por encima del ciudadano y la ley. Para terminar con el influyentísimo y la tranza, primero hay que educar al ciudadano para exigir el cumplimiento de los reglamentos, en suma es importante acabar con la corrupción, pero no es posible mientras el mexicano no mejores su relación con la política y su conocimiento de ella.

“No me gusta andar en política”, “la política es para tranzas”, “la política vuelve a la gente mala”, “andar en política es el arte de comer caca y seguir sonriendo”, “la política no es para mí” “los políticos nunca cumplen”, todas las anteriores son expresiones muy comunes aquí en nuestro país.

El mexicano promedio está muy alejado de la política y desconoce profundamente sobre los temas políticos. Eso sin duda es un indicador peligroso cuando se supone vivimos en un sistema democrático, ese donde todos tomamos decisiones sociales y colectivas.

El mexicano asume que ya suficiente tiene con sus problemas personales como para ocuparse de los problemas de todos, lo que genera entonces una distancia bastante mal sana con los temas sociales y al mismo tiempo un descuido de la clase política, pues cuando nadie te cuida y nadie se entera de lo que haces, te permites hacer de todo.

El promedio de votación en México con regularidad está por debajo del 50% de los empadronados (tome en cuenta que existe mucha gente que ni siquiera se toma la molestia de obtener su credencial del INE o no tiene acceso a ella), lo que resulta que menos del 30 % de los mexicanos deciden a los representantes de nuestro país. A diferencia de otros países dentro de Latinoamérica, como Brasil, que tienen un promedio que oscila entre el 80% de participación ciudadana, o no se diga países con mayor educación cívica y electoral donde participan alrededor del 90% como Islandia o nueva Zelanda.

Pero luego de votar el mexicano asume que ahí termina su tarea, cuando en realidad sólo es la participación mínima requerida, pues la sociedad civil organizada es mínima y el cuidado de la actividad política es casi nula.

Para que el sistema en el que vivimos, este sistema democrático, sea más funcional es importante disminuir la ignorancia sobre las roles políticos de cada agente. Pues es impresionante que cuando usted pregunta a un estudiante universitario, que suponemos es el grado más alto de educación promedio en cualquier país, sobre las funciones de un senador o un cabildo las desconocen completamente, ¿Qué podríamos esperar de aquellos que no han tenido la oportunidad de tener estudios?

El mexicano debe aprender a trabajar en equipo y participar en asociaciones civiles que mejoren las condiciones de vida, fuera del gobierno. El mexicano debe adquirir hábitos como el de la lectura y el pensamiento crítico, si quiere que sus participaciones sean sustanciales y en definitiva debe discriminar los medios por los que se informa.

En dicha condición una tarea sustancial para mejorar a la clase política es mejorar la educación política del ciudadano. Promover que los funcionarios públicos sean vistos como entes sociales al servicio de la sociedad y no como autoridades que están por encima del ciudadano y la ley. Para terminar con el influyentísimo y la tranza, primero hay que educar al ciudadano para exigir el cumplimiento de los reglamentos, en suma es importante acabar con la corrupción, pero no es posible mientras el mexicano no mejores su relación con la política y su conocimiento de ella.