/ domingo 2 de febrero de 2020

La Paz en Tiempos Difíciles 

El mundo se ha visto convulsionado por la violencia desde hace siglos. Pero podríamos decir que la misma ha aumentado de una manera incomprensible en los últimos años. Y como es sabido por todos, nuestro amado México no ha sido la excepción. El descontento de distintos sectores de la sociedad se ha dejado escuchar en diferentes manifestaciones en el país, dejando como resultado familias enlutas, heridos, propiedades dañadas y una sociedad fragmentada e inestable. La sangre ha salpicado las calles del país, pero más que las calles, ha salpicado la dignidad de los mexicanos. Y qué decir del temor a la inseguridad. La falta de mejores oportunidades de trabajo. Salarios que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de un hogar. Y el vandalismo que todo esto ha dado a luz. Ante todo esto, y desde luego mucho más, pues me quedo muy corto, hoy más que nunca las palabras d nuestro Señor Jesucristo vienen a ser como un oasis en el desierto: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27) Por un lado entendemos la paz interior que produce la presencia de nuestro Amado Salvador en cada individuo que toma la decisión de caminar con Él cada día. Las palabras de nuestro Señor también se refieren a la paz que debe de existir entre los seres humanos, la paz de cada quien hacia su próximo, romanos 12:18 dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Esa paz de Dios puede llegar a reinar en nuestros corazones por medio de Jesucristo, según Isaías Cristo es el “Príncipe de Paz”. Es por eso que Él mismo puede llegar a unirnos en estrechos lazos de concordia con quienes nos encontramos en nuestra peregrinación aquí en la tierra. Sé que las voces y puños que se levantan tienen sus motivos. Pero el camino a la paz y el bienestar es Cristo. Creo que hoy más que nunca, es buen tiempo para aprender a descansaren Dios. La situación actual que vive el país y el mundo entero, no es para llenarnos de pánico y tomar caminos que solo generan más violencia, ni mucho menos para ser indiferentes, sino más bien para aprender a descansar en el poder y en la soberanía de Dios. Tomemos en consejo de Dios que dice: “Por nada estéis afanados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6-7) No tomemos acciones desesperadas que pueden empeorar las cosas. Las situaciones fuera de control, pueden llegar a sobrepasar las buenas intenciones y encender un fuego mayor. Por eso dice la palabra de Dios que presentemos delante de Él, en oración, toda situación por muy difícil o imposible que nos parezca, pues no hay nada imposible para Él. En fe, demos gracias porque la solución está en sus manos. A lo largo de la historia se han firmado miles de tratados de paz. Se han nombrado embajadores de la paz. Se entregan premios Nobel de la paz etc. etc. pero la verdad es que la misma parece que cada día está más lejos. El embajador y Príncipe de la paz verdadera, es Cristo. Que Su paz que sobrepasa todo entendimiento inunde y gobierne los pensamientos y sentimientos de cada mexicano y del mundo entero. Que no gobierne en el pensamiento la intolerancia, ni la violencia, ni el odio o el rencor, sino la paz de Dios. Si hemos sido capaces de llegar a tal punto de violencia en México, que ahora seamos capaces de llegar al punto de confiar y depender totalmente de Dios. Que así como cuando estamos enfermos podemos conocer la eficacia de los medicamentos, que en estos tiempos turbulentos podamos gozar de la paz de Dios.

Estimado lector, le animo que hoy más que nunca nos unamos en oración por México, por nuestras familias, por nosotros mismos y por el mundo entero.

Deseo terminar la reflexión de este día dejando estos dos versículos de la palabra de Dios en su corazón: “Apártese del mal, y haga el bien; busquen la paz y síganla. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen mal” (1Pedro 3:11-12)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya la cielo.

El mundo se ha visto convulsionado por la violencia desde hace siglos. Pero podríamos decir que la misma ha aumentado de una manera incomprensible en los últimos años. Y como es sabido por todos, nuestro amado México no ha sido la excepción. El descontento de distintos sectores de la sociedad se ha dejado escuchar en diferentes manifestaciones en el país, dejando como resultado familias enlutas, heridos, propiedades dañadas y una sociedad fragmentada e inestable. La sangre ha salpicado las calles del país, pero más que las calles, ha salpicado la dignidad de los mexicanos. Y qué decir del temor a la inseguridad. La falta de mejores oportunidades de trabajo. Salarios que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de un hogar. Y el vandalismo que todo esto ha dado a luz. Ante todo esto, y desde luego mucho más, pues me quedo muy corto, hoy más que nunca las palabras d nuestro Señor Jesucristo vienen a ser como un oasis en el desierto: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27) Por un lado entendemos la paz interior que produce la presencia de nuestro Amado Salvador en cada individuo que toma la decisión de caminar con Él cada día. Las palabras de nuestro Señor también se refieren a la paz que debe de existir entre los seres humanos, la paz de cada quien hacia su próximo, romanos 12:18 dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Esa paz de Dios puede llegar a reinar en nuestros corazones por medio de Jesucristo, según Isaías Cristo es el “Príncipe de Paz”. Es por eso que Él mismo puede llegar a unirnos en estrechos lazos de concordia con quienes nos encontramos en nuestra peregrinación aquí en la tierra. Sé que las voces y puños que se levantan tienen sus motivos. Pero el camino a la paz y el bienestar es Cristo. Creo que hoy más que nunca, es buen tiempo para aprender a descansaren Dios. La situación actual que vive el país y el mundo entero, no es para llenarnos de pánico y tomar caminos que solo generan más violencia, ni mucho menos para ser indiferentes, sino más bien para aprender a descansar en el poder y en la soberanía de Dios. Tomemos en consejo de Dios que dice: “Por nada estéis afanados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6-7) No tomemos acciones desesperadas que pueden empeorar las cosas. Las situaciones fuera de control, pueden llegar a sobrepasar las buenas intenciones y encender un fuego mayor. Por eso dice la palabra de Dios que presentemos delante de Él, en oración, toda situación por muy difícil o imposible que nos parezca, pues no hay nada imposible para Él. En fe, demos gracias porque la solución está en sus manos. A lo largo de la historia se han firmado miles de tratados de paz. Se han nombrado embajadores de la paz. Se entregan premios Nobel de la paz etc. etc. pero la verdad es que la misma parece que cada día está más lejos. El embajador y Príncipe de la paz verdadera, es Cristo. Que Su paz que sobrepasa todo entendimiento inunde y gobierne los pensamientos y sentimientos de cada mexicano y del mundo entero. Que no gobierne en el pensamiento la intolerancia, ni la violencia, ni el odio o el rencor, sino la paz de Dios. Si hemos sido capaces de llegar a tal punto de violencia en México, que ahora seamos capaces de llegar al punto de confiar y depender totalmente de Dios. Que así como cuando estamos enfermos podemos conocer la eficacia de los medicamentos, que en estos tiempos turbulentos podamos gozar de la paz de Dios.

Estimado lector, le animo que hoy más que nunca nos unamos en oración por México, por nuestras familias, por nosotros mismos y por el mundo entero.

Deseo terminar la reflexión de este día dejando estos dos versículos de la palabra de Dios en su corazón: “Apártese del mal, y haga el bien; busquen la paz y síganla. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen mal” (1Pedro 3:11-12)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya la cielo.