/ viernes 13 de marzo de 2020

La lealtad: virtud de suma importancia para relacionarnos

Incumplir compromisos adquiridos voluntariamente sólo se justifica por la impotencia de hacerlo: nadie está obligado a lo imposible, es principio de la vida, hay quienes confunden la lealtad con la sumisión y la convivencia, y así, por "fidelidad" o "lealtad" a un jefe o un amigo, actúan en contra de sus principios. Esto no debiera ser; quien pide lealtad a costa de faltar a los principios no la merece, pues contradice su propia escala de valores; la Lealtad no es consecuencia de un sentimiento afectivo, sino el resultado de una deliberación mental para elegir lo que es correcto. El mentir para encubrir las faltas (en la casa, el trabajo o la escuela) no nos hace leales, sino cómplices.

Cuando la deslealtad se presenta, ya sea cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona o saca provecho de nosotros genera una gran frustración y entonces el enojo que puede llegar a la rabia que esto nos causa es la mayor desilusión humana, es cuando solemos decir y pensar: "confié en ti y me fallaste".

La mayoría de las ocasiones cuando damos lealtad, la esperamos en reciprocidad y basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio: tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. Hay que intentar ser leales (cumplidos) en todo, para así conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será también en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades como en fallarle a los amigos, entonces poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina que conforme pasa el tiempo formarán parte de nuestra vida cotidiana, por eso debo aprender de mis debilidades y tratar en todo momento de evitarlas, mantener y enriquecer la confianza; más que en otros, en mí mismo, como persona confiable, leal a mis compromisos, respetable ante mí mismo y ante los demás; la lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más; ser leal, también es hablar claro y ser muy directo; la lealtad además se demuestra al corregir a un amigo que se equivoca al tomar una decisión importante en su vida cotidiana.

¿Cuántas veces hemos juzgado injusta y apresuradamente a las personas? Y lo que es peor, las juzgamos y en ocasiones condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, y cuáles son sus pensamientos, sus sentimientos y sus razones para determinada acción. Muchas veces las cosas no son tan malas o negativas como parecen, sino todo lo contrario.

La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada, es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.

Incumplir compromisos adquiridos voluntariamente sólo se justifica por la impotencia de hacerlo: nadie está obligado a lo imposible, es principio de la vida, hay quienes confunden la lealtad con la sumisión y la convivencia, y así, por "fidelidad" o "lealtad" a un jefe o un amigo, actúan en contra de sus principios. Esto no debiera ser; quien pide lealtad a costa de faltar a los principios no la merece, pues contradice su propia escala de valores; la Lealtad no es consecuencia de un sentimiento afectivo, sino el resultado de una deliberación mental para elegir lo que es correcto. El mentir para encubrir las faltas (en la casa, el trabajo o la escuela) no nos hace leales, sino cómplices.

Cuando la deslealtad se presenta, ya sea cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona o saca provecho de nosotros genera una gran frustración y entonces el enojo que puede llegar a la rabia que esto nos causa es la mayor desilusión humana, es cuando solemos decir y pensar: "confié en ti y me fallaste".

La mayoría de las ocasiones cuando damos lealtad, la esperamos en reciprocidad y basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio: tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. Hay que intentar ser leales (cumplidos) en todo, para así conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será también en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades como en fallarle a los amigos, entonces poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina que conforme pasa el tiempo formarán parte de nuestra vida cotidiana, por eso debo aprender de mis debilidades y tratar en todo momento de evitarlas, mantener y enriquecer la confianza; más que en otros, en mí mismo, como persona confiable, leal a mis compromisos, respetable ante mí mismo y ante los demás; la lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más; ser leal, también es hablar claro y ser muy directo; la lealtad además se demuestra al corregir a un amigo que se equivoca al tomar una decisión importante en su vida cotidiana.

¿Cuántas veces hemos juzgado injusta y apresuradamente a las personas? Y lo que es peor, las juzgamos y en ocasiones condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, y cuáles son sus pensamientos, sus sentimientos y sus razones para determinada acción. Muchas veces las cosas no son tan malas o negativas como parecen, sino todo lo contrario.

La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada, es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.