/ viernes 14 de febrero de 2020

La insana preocupación por la imagen

La apariencia de las cosas y las personas es sin duda el reflejo de cualidades internas o bien las cualidades mismas de las cosas. En un durazno que se presenta café en su cascara y blando al tacto podemos infrerir la podredumbre o la descomposición de sus células. La imagen entonces aporta información importante de las cosas.

Es importante entender que la pura imagen no aporta siempre conclusiones relevantes sobre las cosas; un libro no puede ser juzgado por su portada, dice el viejo adagio. Es cierto, pues la descomposición del libro, su pasta u hojas nada nos dices sobre los contenidos. El error se instaura aquí en la función que juega el libro y la intencionalidad del objeto. Ese objeto no es en definitiva un adorno y por ende poco interesa el valor estético del objeto, pero si interesa en demasía el conocimiento que pudiera aportar a nuestras vidas.

Eso mismo sucede con los políticos o individuos que se dedican a la vida pública o atención de la sociedad. Aunque podría ser importante lo más exterior o su presentación, no es definitiva lo más relevante.

En México hemos venido cometiendo el error de centrar toda nuestra atención en la entera superficie, por ende nos hemos convertido en presa fácil de lo que Giovanni Sartori, el famoso politólogo italiano, ha denominado la video política.

Hoy somos presa del uso de las redes sociales y el video para el control de la opinión. De manera desafortunada hemos olvidado formar a los ciudadanos en conocimientos sustanciales para entender la política y participar en ella.

Vaya usted amigo lector y haga el experimento; pregunte a cualquier estudiante universitario la razón de por que existen dos cámaras legislativas y las funciones de cada una de ellas y verá que solamente el 5% de los encuestados tienen el conocimiento suficiente para referirlo aun y cuando todos ellos votan para elegir a esos representantes.

Así pues actualmente los gobernantes gastan más en imagen que en fondo y esto es porque les reditúa mejor. Tenemos a un presidente de la republica que no ha manejado de fondo ningún problema, pero se ha vuelto muy hábil en manejar su imagen pública, un gobernador que ni una ni la otra y un presidente municipal que gasta más en su imagen que en resolver problemas de nuestra comunidad.

Pero todo eso sucede, porque hemos centrado demasiada atención en la superficie, en las meras apariencias y nos hemos convertido en una sociedad despreciable bajo el desarrollado juicio de los ideadores de cultura que fueron los griegos.

Hoy tenemos una insana preocupación por la imagen.

La apariencia de las cosas y las personas es sin duda el reflejo de cualidades internas o bien las cualidades mismas de las cosas. En un durazno que se presenta café en su cascara y blando al tacto podemos infrerir la podredumbre o la descomposición de sus células. La imagen entonces aporta información importante de las cosas.

Es importante entender que la pura imagen no aporta siempre conclusiones relevantes sobre las cosas; un libro no puede ser juzgado por su portada, dice el viejo adagio. Es cierto, pues la descomposición del libro, su pasta u hojas nada nos dices sobre los contenidos. El error se instaura aquí en la función que juega el libro y la intencionalidad del objeto. Ese objeto no es en definitiva un adorno y por ende poco interesa el valor estético del objeto, pero si interesa en demasía el conocimiento que pudiera aportar a nuestras vidas.

Eso mismo sucede con los políticos o individuos que se dedican a la vida pública o atención de la sociedad. Aunque podría ser importante lo más exterior o su presentación, no es definitiva lo más relevante.

En México hemos venido cometiendo el error de centrar toda nuestra atención en la entera superficie, por ende nos hemos convertido en presa fácil de lo que Giovanni Sartori, el famoso politólogo italiano, ha denominado la video política.

Hoy somos presa del uso de las redes sociales y el video para el control de la opinión. De manera desafortunada hemos olvidado formar a los ciudadanos en conocimientos sustanciales para entender la política y participar en ella.

Vaya usted amigo lector y haga el experimento; pregunte a cualquier estudiante universitario la razón de por que existen dos cámaras legislativas y las funciones de cada una de ellas y verá que solamente el 5% de los encuestados tienen el conocimiento suficiente para referirlo aun y cuando todos ellos votan para elegir a esos representantes.

Así pues actualmente los gobernantes gastan más en imagen que en fondo y esto es porque les reditúa mejor. Tenemos a un presidente de la republica que no ha manejado de fondo ningún problema, pero se ha vuelto muy hábil en manejar su imagen pública, un gobernador que ni una ni la otra y un presidente municipal que gasta más en su imagen que en resolver problemas de nuestra comunidad.

Pero todo eso sucede, porque hemos centrado demasiada atención en la superficie, en las meras apariencias y nos hemos convertido en una sociedad despreciable bajo el desarrollado juicio de los ideadores de cultura que fueron los griegos.

Hoy tenemos una insana preocupación por la imagen.