/ viernes 19 de febrero de 2021

Instancia de la Mujer | Poemas

Este año he visto los eventos más inverosímiles. Entretejidos con humo y yesca. Con el pegajoso aliento de los buitres o el canto hipnotizante de los ángeles sin rostro.

He estado en medio del fuego y he visto quemarse los trajes de gente decente, quedarse en la precariedad más absurda.

Yo misma estuve por caminos precarios sin saber hacia dónde dirigirme, y he visto hundirse barcos tan grandes como el Titanic.

He conocido dragones, cerdos, patos y cazadores que caminaban orgullosos luciendo su barriga y los bigotes embarrados de codicia.

He visto abrirse pantanos a mi paso y luego borrarse con el silencio las huellas de misioneros de nobleza o ingenuos que pensaban que volaban; creían que sus alas de diamantina les llevarían al cielo.

También he conocido a los otros, a los que nadie creía que hablaban por sí mismos. Esos fueron amigos y confidentes de mis días de sombra. Estuve triste, muy triste...

Luego he despertado para verme al espejo, para encontrar mi reflejo de nuevo. El brillo de mis ojos.

He recuperado la fuerza de mis manos para hacer a un lado los escombros de lo absurdo; la historia ajena que atrapó mis sueños por un tiempo y casi me dejaba ciega y sorda.

Sí, la sangre es un misterio. Da vida y la quita.

Pero hoy me he levantado para ver la luz y los rubíes en el corazón de los hombres, de las mujeres...

He vuelto de la muerte para recuperar mi capacidad de asombro.

Otra vez, como siempre, busco la luz en medio de la penumbra o en los ojos de quienes amo, de quienes me aman.

Sé que el sol sale de nuevo, pero esta vez su brillo

Definitivamente es un brillo diferente…

Una cadena de historias se cuentan a diario, narrativas desde el vapor de una taza de café.

Desde la granulada textura de la carne de una manzana, desde la tibia voz del ave que anuncia sin temor el color de un nuevo día, ¿24 horas de vida o 24 horas para la muerte?

¿Quién elige la etiqueta para el que ha caído en el ahogo de su propio aire?

¿Cómo se endurece la piel en el caos cuando todos temen?

Entre las costillas, el barro... Entre los pulmones, la presencia de un cuerpo extraño que deambula sin reparo por todos sus rincones... Pobre humano!

Este viento que sabe amargo, que huele a desasosiego a confusa fachada de cifras, números, historias de vida o muerte que se vierten en pedazos.

No estamos más en el pasado y mucho menos en el futuro, nos colocamos por ahora, obligadamente, en el único presente que tenemos... Ahora que todo vale y pesa lo mismo.

Ahora que la vida como agua se dibuja delgada, en las falanges de los dedos.

Ahora que sabe a humo y huele a cloro la suerte, lotería del oxígeno, del quiebre por lo que fue y lo que aún no es.

Cada mañana alguien cuenta la historia del desconcierto tras un trozo de tela y un frasco de gel sanitizante.

Ahí donde el suspenso marca el beat del corazón y un espectral termómetro define el siguiente paso.


AUTORA: Dinorah Gutiérrez Andana.

INSTANCIA DE LA MUJER.


Este año he visto los eventos más inverosímiles. Entretejidos con humo y yesca. Con el pegajoso aliento de los buitres o el canto hipnotizante de los ángeles sin rostro.

He estado en medio del fuego y he visto quemarse los trajes de gente decente, quedarse en la precariedad más absurda.

Yo misma estuve por caminos precarios sin saber hacia dónde dirigirme, y he visto hundirse barcos tan grandes como el Titanic.

He conocido dragones, cerdos, patos y cazadores que caminaban orgullosos luciendo su barriga y los bigotes embarrados de codicia.

He visto abrirse pantanos a mi paso y luego borrarse con el silencio las huellas de misioneros de nobleza o ingenuos que pensaban que volaban; creían que sus alas de diamantina les llevarían al cielo.

También he conocido a los otros, a los que nadie creía que hablaban por sí mismos. Esos fueron amigos y confidentes de mis días de sombra. Estuve triste, muy triste...

Luego he despertado para verme al espejo, para encontrar mi reflejo de nuevo. El brillo de mis ojos.

He recuperado la fuerza de mis manos para hacer a un lado los escombros de lo absurdo; la historia ajena que atrapó mis sueños por un tiempo y casi me dejaba ciega y sorda.

Sí, la sangre es un misterio. Da vida y la quita.

Pero hoy me he levantado para ver la luz y los rubíes en el corazón de los hombres, de las mujeres...

He vuelto de la muerte para recuperar mi capacidad de asombro.

Otra vez, como siempre, busco la luz en medio de la penumbra o en los ojos de quienes amo, de quienes me aman.

Sé que el sol sale de nuevo, pero esta vez su brillo

Definitivamente es un brillo diferente…

Una cadena de historias se cuentan a diario, narrativas desde el vapor de una taza de café.

Desde la granulada textura de la carne de una manzana, desde la tibia voz del ave que anuncia sin temor el color de un nuevo día, ¿24 horas de vida o 24 horas para la muerte?

¿Quién elige la etiqueta para el que ha caído en el ahogo de su propio aire?

¿Cómo se endurece la piel en el caos cuando todos temen?

Entre las costillas, el barro... Entre los pulmones, la presencia de un cuerpo extraño que deambula sin reparo por todos sus rincones... Pobre humano!

Este viento que sabe amargo, que huele a desasosiego a confusa fachada de cifras, números, historias de vida o muerte que se vierten en pedazos.

No estamos más en el pasado y mucho menos en el futuro, nos colocamos por ahora, obligadamente, en el único presente que tenemos... Ahora que todo vale y pesa lo mismo.

Ahora que la vida como agua se dibuja delgada, en las falanges de los dedos.

Ahora que sabe a humo y huele a cloro la suerte, lotería del oxígeno, del quiebre por lo que fue y lo que aún no es.

Cada mañana alguien cuenta la historia del desconcierto tras un trozo de tela y un frasco de gel sanitizante.

Ahí donde el suspenso marca el beat del corazón y un espectral termómetro define el siguiente paso.


AUTORA: Dinorah Gutiérrez Andana.

INSTANCIA DE LA MUJER.