/ viernes 5 de febrero de 2021

Instancia de la mujer | Alzando el vuelo

Ya han pasado algunos meses desde que inició el confinamiento, he leído algunos libros, he aprendido a manejar las cosas que creía imposibles o que no las veía como un escenario al que debía de rendirle mi mejor presentación, como la mayoría de las personas, he pasado momentos muy difíciles y no es para menos, pero es mejor que estar conectada a un respirador artificial, esperando el momento de sanar o de morir… Aunque de eso se trata la vida, pero no quiero pelear por mi existencia en un hospital… Todavía.

Tengo ansias de vivir, de comerme al mundo, pero no creo que este aislamiento me quite las ganas de continuar, aún vivo en esa existencia inauténtica que tanto explicaba Heidegger, tengo la convicción de continuar hasta que esto acabe, me acabe o nos acabe, de igual manera algo tiene que pasar.

He tenido que aprender a conocerme mejor, porque eso que dicen de “nunca terminas de conocer a las personas”, es muy cierto, incluso nosotros nunca terminamos de conocernos… No tenía ni idea de ¿Cómo lidiar con la frustración o el enojo? Afortunadamente abrí mis instintos, así como Siddhartha, cuando escuchó a todos sus maestros, cuando le dijo a Gotama que iba a buscar su camino y encontró la sabiduría en el río junto a Vasudeva. Es algo impresionante todo lo que podemos llegar a hacer con una meta, motivación y el cuerpo listo para trabajar y darlo todo, aunque parezca que ya no se puede. Descubrí lugares asombrosos gracias a los libros, así como también averigüé por qué a las personas les gustan las películas de acción (incluso ahora me gustan). Ahora entiendo que los superhéroes no solo aparecen en películas, sino que también lo son aquellas personas que arriesgan su vida y la de quienes aman por atender a los aquejados.

Mi rutina ha cambiado a sobremanera, antes solo tomaba el autobús para ir a la oficina, llegar a casa e irme a la escuela, hacer tarea y así sucesivamente de lunes a viernes; pero ahora todo es muy distinto; tener la computadora a la mano y estar al pendiente del teléfono veinticuatro horas al día, siete días a la semana para cumplir con el curso escolar, era algo que veíamos venir, se tornaba como algo inminente pero no creíamos que el futuro nos iba a atacar de un día para otro… Ha sido muy radical aprender a manejar al menos cinco plataformas de aprendizaje, todas muy complejas y distintas entre sí, pero si de algo se trata la vida es de aprender a ser mejor, y siguiendo el consejo de alguna de mis maestras no solo de aula, sino de vida es “Caminar un kilómetro más”. Ahora me siento imposibilitada para regalarle todos mis triunfos a un virus que para mí ha perdiendo la corona y dejar todo al azar o al destino… Porque lo que haga o deje de hacer hoy repercutirá en mi futuro que espero sea mejor mi presente. Solo hay algo que me queda más claro que el agua y es que: día con día odiamos más a lo que nos mantiene a salvo y veneramos lo que nos podría exterminar.

Esta nueva realidad ha cambiado no solo mi contexto, sino el de todas las personas en el mundo… ¿Quién iba a pensar que un virus iba a romper con todo aquello que adoramos? Nadie lo sabía… Pero solo espero una cosa, que después de que todo esto pase seamos mejores personas y aprendamos a valorar cada una de las cosas que no valorábamos antes.

Autora: Cinthia Gabriela Portillo Fierro.


Ya han pasado algunos meses desde que inició el confinamiento, he leído algunos libros, he aprendido a manejar las cosas que creía imposibles o que no las veía como un escenario al que debía de rendirle mi mejor presentación, como la mayoría de las personas, he pasado momentos muy difíciles y no es para menos, pero es mejor que estar conectada a un respirador artificial, esperando el momento de sanar o de morir… Aunque de eso se trata la vida, pero no quiero pelear por mi existencia en un hospital… Todavía.

Tengo ansias de vivir, de comerme al mundo, pero no creo que este aislamiento me quite las ganas de continuar, aún vivo en esa existencia inauténtica que tanto explicaba Heidegger, tengo la convicción de continuar hasta que esto acabe, me acabe o nos acabe, de igual manera algo tiene que pasar.

He tenido que aprender a conocerme mejor, porque eso que dicen de “nunca terminas de conocer a las personas”, es muy cierto, incluso nosotros nunca terminamos de conocernos… No tenía ni idea de ¿Cómo lidiar con la frustración o el enojo? Afortunadamente abrí mis instintos, así como Siddhartha, cuando escuchó a todos sus maestros, cuando le dijo a Gotama que iba a buscar su camino y encontró la sabiduría en el río junto a Vasudeva. Es algo impresionante todo lo que podemos llegar a hacer con una meta, motivación y el cuerpo listo para trabajar y darlo todo, aunque parezca que ya no se puede. Descubrí lugares asombrosos gracias a los libros, así como también averigüé por qué a las personas les gustan las películas de acción (incluso ahora me gustan). Ahora entiendo que los superhéroes no solo aparecen en películas, sino que también lo son aquellas personas que arriesgan su vida y la de quienes aman por atender a los aquejados.

Mi rutina ha cambiado a sobremanera, antes solo tomaba el autobús para ir a la oficina, llegar a casa e irme a la escuela, hacer tarea y así sucesivamente de lunes a viernes; pero ahora todo es muy distinto; tener la computadora a la mano y estar al pendiente del teléfono veinticuatro horas al día, siete días a la semana para cumplir con el curso escolar, era algo que veíamos venir, se tornaba como algo inminente pero no creíamos que el futuro nos iba a atacar de un día para otro… Ha sido muy radical aprender a manejar al menos cinco plataformas de aprendizaje, todas muy complejas y distintas entre sí, pero si de algo se trata la vida es de aprender a ser mejor, y siguiendo el consejo de alguna de mis maestras no solo de aula, sino de vida es “Caminar un kilómetro más”. Ahora me siento imposibilitada para regalarle todos mis triunfos a un virus que para mí ha perdiendo la corona y dejar todo al azar o al destino… Porque lo que haga o deje de hacer hoy repercutirá en mi futuro que espero sea mejor mi presente. Solo hay algo que me queda más claro que el agua y es que: día con día odiamos más a lo que nos mantiene a salvo y veneramos lo que nos podría exterminar.

Esta nueva realidad ha cambiado no solo mi contexto, sino el de todas las personas en el mundo… ¿Quién iba a pensar que un virus iba a romper con todo aquello que adoramos? Nadie lo sabía… Pero solo espero una cosa, que después de que todo esto pase seamos mejores personas y aprendamos a valorar cada una de las cosas que no valorábamos antes.

Autora: Cinthia Gabriela Portillo Fierro.