/ martes 12 de octubre de 2021

Idealismo en una Realidad | Porqué no voté por Andrés Manuel López Obrador


Cada vez más es del dominio público que AMLO es un hombre terco, amachado, falto de toda humildad, sin creencia alguna, ateo escéptico; que no concibe a un ser superior como el creador de todo lo existente, pues vive sin ningún temor a Dios.

Incongruente con los empresarios a quienes señaló y acusó insultándolos como terroristas fiscales y después llamándolos, sin ningún pudor, a cooperar en la compra de cachitos para la rifa del avión, caso del que por cierto no se supo el resultado económico real, y a cambio les ofreció contratos de obras sin licitación, lo que se considera descaradamente “moches”. Al llamarles evasores fiscales terroristas, dadas las modificaciones hechas en el marco legal de la miscelánea fiscal, con lo que los empresarios, con toda razón, no están de acuerdo en que se tipifique el delito fiscal como delincuencia organizada.

Quisiera entender si la suerte política de Amlo, que le cambió de la noche a la mañana, fue para bien o para mal; si es o sigue siendo un político que no nació para gobernar y ni siquiera quiere aprender; si prefiere seguir siendo el mismo grillero disfrazado de “luchador social”. Considero que como gobernante ya demostró que no puede asumir un papel de verdadero estadista, conciliador, emprendedor y visionario para bien de todo el país; hasta se puede pensar que le ha quedado muy grande la investidura o saco presidencial, a tal grado que la confiablidad hacia su persona va disminuyendo, del 67% que tubo de aprobación, a un 56 %, lo que quiere decir que, hasta los que votaron por él, se están decepcionando, y no sólo ellos, sino muchos de los comentaristas que ya no hablan bien de su gobierno y pocos hay que quieran sacar la cara en su defensa.

Nos queda entender que su ascenso al poder fue sólo por el hartazgo del pueblo cansado, que ya no creía en los partido políticos; que además le favoreció el acuerdo en lo oscurito que hizo en los momentos previos a la elección con el entonces presidente Enrique peña Nieto, en el sentido de cederle los votos del Pri y desacreditar, como lo hizo en todos los medios, al candidato del Pan Ricardo Anaya, quien transitaba en plena ruta ascendente muy arriba de José Antonio Meade, candidato antipopular impuesto al Pri por el mismo Peña Nieto. Todo este arreglo para que en el futuro Peña Nieto no fuera sujeto a investigación y saliera libre de toda culpa como actualmente sucede y que el tiempo se encargó de confirmar, quedando en el olvido lo que en un principio dijo Amlo: “el primero que irá a la cárcel será Enrique Peña Nieto”.

Otros acuerdos más tuvo que aceptar Amlo, de no decir una sola palabra, primero de la liberación de la Mtra. Elba Esther Gordillo, luego del Ex Secretario del Pri, Alejandro Gutiérrez, a cambio de que le fuera cancelada la multa de 179 millones de pesos que le había impuesto la autoridad electoral por desacato a las leyes, al paralizar el centro de la CDMX con sus protestas. O sea que esta debacle del desarrollo que hoy vivimos en nuestro país, también se la debemos a Enrique Peña Nieto.

Por todo esto únicamente nos queda, como mexicanos, aguatar a un presidente nefasto que sólo piensa en denigrar a todos, culpando siempre a los neoliberales del pasado y por supuesto a los medios de comunicación, argumentando que todos los anteriores fueron corruptos menos él, según su apreciación “Yo tengo otro datos”.

José Félix Bueno | Político y activista social




Cada vez más es del dominio público que AMLO es un hombre terco, amachado, falto de toda humildad, sin creencia alguna, ateo escéptico; que no concibe a un ser superior como el creador de todo lo existente, pues vive sin ningún temor a Dios.

Incongruente con los empresarios a quienes señaló y acusó insultándolos como terroristas fiscales y después llamándolos, sin ningún pudor, a cooperar en la compra de cachitos para la rifa del avión, caso del que por cierto no se supo el resultado económico real, y a cambio les ofreció contratos de obras sin licitación, lo que se considera descaradamente “moches”. Al llamarles evasores fiscales terroristas, dadas las modificaciones hechas en el marco legal de la miscelánea fiscal, con lo que los empresarios, con toda razón, no están de acuerdo en que se tipifique el delito fiscal como delincuencia organizada.

Quisiera entender si la suerte política de Amlo, que le cambió de la noche a la mañana, fue para bien o para mal; si es o sigue siendo un político que no nació para gobernar y ni siquiera quiere aprender; si prefiere seguir siendo el mismo grillero disfrazado de “luchador social”. Considero que como gobernante ya demostró que no puede asumir un papel de verdadero estadista, conciliador, emprendedor y visionario para bien de todo el país; hasta se puede pensar que le ha quedado muy grande la investidura o saco presidencial, a tal grado que la confiablidad hacia su persona va disminuyendo, del 67% que tubo de aprobación, a un 56 %, lo que quiere decir que, hasta los que votaron por él, se están decepcionando, y no sólo ellos, sino muchos de los comentaristas que ya no hablan bien de su gobierno y pocos hay que quieran sacar la cara en su defensa.

Nos queda entender que su ascenso al poder fue sólo por el hartazgo del pueblo cansado, que ya no creía en los partido políticos; que además le favoreció el acuerdo en lo oscurito que hizo en los momentos previos a la elección con el entonces presidente Enrique peña Nieto, en el sentido de cederle los votos del Pri y desacreditar, como lo hizo en todos los medios, al candidato del Pan Ricardo Anaya, quien transitaba en plena ruta ascendente muy arriba de José Antonio Meade, candidato antipopular impuesto al Pri por el mismo Peña Nieto. Todo este arreglo para que en el futuro Peña Nieto no fuera sujeto a investigación y saliera libre de toda culpa como actualmente sucede y que el tiempo se encargó de confirmar, quedando en el olvido lo que en un principio dijo Amlo: “el primero que irá a la cárcel será Enrique Peña Nieto”.

Otros acuerdos más tuvo que aceptar Amlo, de no decir una sola palabra, primero de la liberación de la Mtra. Elba Esther Gordillo, luego del Ex Secretario del Pri, Alejandro Gutiérrez, a cambio de que le fuera cancelada la multa de 179 millones de pesos que le había impuesto la autoridad electoral por desacato a las leyes, al paralizar el centro de la CDMX con sus protestas. O sea que esta debacle del desarrollo que hoy vivimos en nuestro país, también se la debemos a Enrique Peña Nieto.

Por todo esto únicamente nos queda, como mexicanos, aguatar a un presidente nefasto que sólo piensa en denigrar a todos, culpando siempre a los neoliberales del pasado y por supuesto a los medios de comunicación, argumentando que todos los anteriores fueron corruptos menos él, según su apreciación “Yo tengo otro datos”.

José Félix Bueno | Político y activista social