/ martes 12 de abril de 2022

Idealismo en una Realidad | Meditando la Pasión de Jesús

Los hechos históricos que marcaron un momento fundamental para la humanidad son, la pasión y muerte de Jesús y su resurrección a los tres días a la vida eterna, para ir a la derecha del Padre.

Jesús de Nazaret falleció en la cruz a las 3 de la tarde de aquel viernes, después de ser enjuiciado y condenado a ser crucificado y tras horas de agonía, finalmente se cumplió el designio divino: morir por nosotros para limpiarnos del pecado.

Sabemos que estos son los momentos cruciales en la etapa final de la presencia de Jesús en la tierra. Los cristianos vivimos cada año la conmemoración de la Semana Santa, en la que existieron otros acontecimientos importantes, que nos recuerdan la etapa final de su vida.

Uno de ellos es su entrada triunfal a Jerusalén, junto a sus discípulos, para celebrar la pascua judía; en ese entonces fue recibido por una multitud, proclamándolo con toda alegría como el hijo de Dios y el mesías por tanto tiempo esperado, quien los salvaría de la opresión de los romanos, que representaba el lado más cruel y sanguinario de la humanidad en esos momentos y quienes nunca entendieron que Jesús no hablaba de un reino terrenal, sino uno celestial al lado de Dios Padre.

Otro evento histórico relatado en la biblia, es cuando Jesús entra al templo y encuentra comerciantes que entre gritos ofertaban sus mercancías, lo que lo enfureció y mostrando una sorpresiva reacción de enojo, los echó, pidiendo respeto a la casa de su Padre y pronunciando aquí una de sus frases muy recordadas: “destruiré este templo y en tres días lo reconstruiré”, dejando a todos perplejos sin entender el mensaje simbólico, ya que se refería a su cuerpo y no a la edificación del templo.

Otro gran momento de la historia se encuentra en la última cena; aquí Jesús celebra la pascua con sus discípulos, incluido Judas Iscarioti, quien lo traicionaría a cambio de unas monedas. Este hecho histórico quedó plasmado en el famoso cuadro de Da Vinci, que muestra a Jesús en el centro, rodeado por sus apóstoles, compartiendo el pan y el vino como símbolo de su sacrifico en cuerpo y sangre por la salvación de la humanidad.

La biblia nos relata otro suceso donde Jesús, en un acto de humildad, lava los pies de sus discípulos, uno a uno, mientras les lanza dos de sus profecías más importantes previas a su muerte: que Judas lo traicionaría y entregaría y la negación de Pedro, su apóstol preferido, quien lo negaría tres veces rotundamente antes de ser apresado.

Otro evento de simbolismo se da en el monte de Los Olivos, a donde se retiró en soledad a prepararse para la agonía que le esperaba, pidiendo a Dios que pudiera liberarlo de lo que padecería, sin embargo y con toda la entereza de fidelidad, también le dijo: “Que se haga Señor tu voluntad y no la mía”.

Después Jesús es conducido al palacio para iniciar el famoso enjuiciamiento, donde fue humillado, torturado y entregado al mismo pueblo que antes lo aclamó y que ahí pidió su crucifixión.

La muerte de Jesús simboliza para la humanidad lo que él instauró aquí en la tierra: un mundo de paz y amor, de reconciliación de unos con otros, para dejarnos un cristianismo que guíe nuestro actuar aquí en la tierra y que nos dé como recompensa la vida eterna.

C. José Félix Bueno | Político, Activista social

Los hechos históricos que marcaron un momento fundamental para la humanidad son, la pasión y muerte de Jesús y su resurrección a los tres días a la vida eterna, para ir a la derecha del Padre.

Jesús de Nazaret falleció en la cruz a las 3 de la tarde de aquel viernes, después de ser enjuiciado y condenado a ser crucificado y tras horas de agonía, finalmente se cumplió el designio divino: morir por nosotros para limpiarnos del pecado.

Sabemos que estos son los momentos cruciales en la etapa final de la presencia de Jesús en la tierra. Los cristianos vivimos cada año la conmemoración de la Semana Santa, en la que existieron otros acontecimientos importantes, que nos recuerdan la etapa final de su vida.

Uno de ellos es su entrada triunfal a Jerusalén, junto a sus discípulos, para celebrar la pascua judía; en ese entonces fue recibido por una multitud, proclamándolo con toda alegría como el hijo de Dios y el mesías por tanto tiempo esperado, quien los salvaría de la opresión de los romanos, que representaba el lado más cruel y sanguinario de la humanidad en esos momentos y quienes nunca entendieron que Jesús no hablaba de un reino terrenal, sino uno celestial al lado de Dios Padre.

Otro evento histórico relatado en la biblia, es cuando Jesús entra al templo y encuentra comerciantes que entre gritos ofertaban sus mercancías, lo que lo enfureció y mostrando una sorpresiva reacción de enojo, los echó, pidiendo respeto a la casa de su Padre y pronunciando aquí una de sus frases muy recordadas: “destruiré este templo y en tres días lo reconstruiré”, dejando a todos perplejos sin entender el mensaje simbólico, ya que se refería a su cuerpo y no a la edificación del templo.

Otro gran momento de la historia se encuentra en la última cena; aquí Jesús celebra la pascua con sus discípulos, incluido Judas Iscarioti, quien lo traicionaría a cambio de unas monedas. Este hecho histórico quedó plasmado en el famoso cuadro de Da Vinci, que muestra a Jesús en el centro, rodeado por sus apóstoles, compartiendo el pan y el vino como símbolo de su sacrifico en cuerpo y sangre por la salvación de la humanidad.

La biblia nos relata otro suceso donde Jesús, en un acto de humildad, lava los pies de sus discípulos, uno a uno, mientras les lanza dos de sus profecías más importantes previas a su muerte: que Judas lo traicionaría y entregaría y la negación de Pedro, su apóstol preferido, quien lo negaría tres veces rotundamente antes de ser apresado.

Otro evento de simbolismo se da en el monte de Los Olivos, a donde se retiró en soledad a prepararse para la agonía que le esperaba, pidiendo a Dios que pudiera liberarlo de lo que padecería, sin embargo y con toda la entereza de fidelidad, también le dijo: “Que se haga Señor tu voluntad y no la mía”.

Después Jesús es conducido al palacio para iniciar el famoso enjuiciamiento, donde fue humillado, torturado y entregado al mismo pueblo que antes lo aclamó y que ahí pidió su crucifixión.

La muerte de Jesús simboliza para la humanidad lo que él instauró aquí en la tierra: un mundo de paz y amor, de reconciliación de unos con otros, para dejarnos un cristianismo que guíe nuestro actuar aquí en la tierra y que nos dé como recompensa la vida eterna.

C. José Félix Bueno | Político, Activista social