/ martes 4 de enero de 2022

Idealismo en una Realidad | Las Bendiciones del Cielo, Nuestra Fortaleza

Indiscutible que las más firmes esperanzas de superar este difícil momento por el que atravesamos, son las que deben llegar de lo alto, de donde proviene nuestra vida y que se pueden traducir en fortaleza para sobrellevar la gran incertidumbre por esta pandemia que parece no tener fin aún. Cuando la ciencia se topa, aún con los adelantos y progresos que conocemos, con esta enfermedad que cada día se transforma, en lugar de desaparecer, el miedo a lo desconocido nos hace necesitar la seguridad que nos da la esperanza de que pronto será encontrada la solución por parte de los científicos, para quienes esto se ha convertido en un nuevo reto, y a nosotros los mortales no nos resta más que aferrarnos a la idea de que existe un Ser superior, que está por encima de todos nuestros problemas, por catastróficos que parezcan, quien creó todas las cosas no materiales existentes en este mundo, incluyendo las mentes de los grandes y poderosos hombres de la ciencia, pero que en estos momentos se han topado con no poder detener este mal que estamos padeciendo. Aferrarnos y voltear a lo divino que en otras épocas ha probado ser la salvación.


Pareciera que no ocurrimos suficiente a la fuerza de la oración y a la penitencia con el fervor de mover lo sublime y que es momento de unirnos aún más para pedir por quienes están sufriendo este padecimiento y que se encuentran postrados en una cama de hospital, para que Dios los ayude misericordiosamente a levantarse de sus lechos de dolor. Pareciera también que es momento de recordar los hechos maravillosos de sanación que se sucedieron en los tiempos cuando no existía la medicina científica y únicamente se ocurría al poder de la fe en los milagros y que hoy podemos implorar, cuando consideramos que todo está perdido y que no hay otra alternativa.


Por su parte el mundo científico, en su desesperación, nos pone los recursos a su alcance, como lo son las diferentes vacunas, que son un gran paliativo, pero que también dan lugar a debates polémicos, de si son o no convenientes y vemos a los países poderosos como Estados Unidos e Inglaterra, que no paran en buscar como contrarrestar el virus, disponiendo para ello de grandes cantidades y presupuestos, ya que consideran y comprenden el grave y complicado panorama de salud mundial que estamos viviendo.


Roguemos a Dios, con verdadera fe, para que ilumine a los científicos y puedan encontrar las mejores fórmulas y los más efectivos medicamentos, para avanzar en el objetivo de contrarrestar los contagios a los que estamos expuestos a pesar de las medidas preventivas que estamos adoptando. La fuerza de la oración será determinante, elevémosla hacia el cielo con verdadera devoción, para que de allá regrese transformada en bendiciones que nos ayuden a contener el peligro de éste mal para la humanidad, porque tal vez se nos olvida lo verdaderamente poderosa que es, por estar en los asuntos materiales de nuestras vidas.


Es menester también poner la parte que nos corresponde, en el plano físico, con los cuidados preventivos que ya conocemos, porque aunque parezca insistente, debemos poner mayor voluntad y deseo de que todos juntos desarrollemos mayor conciencia de la gravedad y pensemos razonablemente en protegernos y proteger a quienes nos rodean, realizando todos los cuidados necesarios, porque la nueva variante de esta pandemia ya está presente entre nosotros.


C. José Félix Bueno | Político / Activista social

Indiscutible que las más firmes esperanzas de superar este difícil momento por el que atravesamos, son las que deben llegar de lo alto, de donde proviene nuestra vida y que se pueden traducir en fortaleza para sobrellevar la gran incertidumbre por esta pandemia que parece no tener fin aún. Cuando la ciencia se topa, aún con los adelantos y progresos que conocemos, con esta enfermedad que cada día se transforma, en lugar de desaparecer, el miedo a lo desconocido nos hace necesitar la seguridad que nos da la esperanza de que pronto será encontrada la solución por parte de los científicos, para quienes esto se ha convertido en un nuevo reto, y a nosotros los mortales no nos resta más que aferrarnos a la idea de que existe un Ser superior, que está por encima de todos nuestros problemas, por catastróficos que parezcan, quien creó todas las cosas no materiales existentes en este mundo, incluyendo las mentes de los grandes y poderosos hombres de la ciencia, pero que en estos momentos se han topado con no poder detener este mal que estamos padeciendo. Aferrarnos y voltear a lo divino que en otras épocas ha probado ser la salvación.


Pareciera que no ocurrimos suficiente a la fuerza de la oración y a la penitencia con el fervor de mover lo sublime y que es momento de unirnos aún más para pedir por quienes están sufriendo este padecimiento y que se encuentran postrados en una cama de hospital, para que Dios los ayude misericordiosamente a levantarse de sus lechos de dolor. Pareciera también que es momento de recordar los hechos maravillosos de sanación que se sucedieron en los tiempos cuando no existía la medicina científica y únicamente se ocurría al poder de la fe en los milagros y que hoy podemos implorar, cuando consideramos que todo está perdido y que no hay otra alternativa.


Por su parte el mundo científico, en su desesperación, nos pone los recursos a su alcance, como lo son las diferentes vacunas, que son un gran paliativo, pero que también dan lugar a debates polémicos, de si son o no convenientes y vemos a los países poderosos como Estados Unidos e Inglaterra, que no paran en buscar como contrarrestar el virus, disponiendo para ello de grandes cantidades y presupuestos, ya que consideran y comprenden el grave y complicado panorama de salud mundial que estamos viviendo.


Roguemos a Dios, con verdadera fe, para que ilumine a los científicos y puedan encontrar las mejores fórmulas y los más efectivos medicamentos, para avanzar en el objetivo de contrarrestar los contagios a los que estamos expuestos a pesar de las medidas preventivas que estamos adoptando. La fuerza de la oración será determinante, elevémosla hacia el cielo con verdadera devoción, para que de allá regrese transformada en bendiciones que nos ayuden a contener el peligro de éste mal para la humanidad, porque tal vez se nos olvida lo verdaderamente poderosa que es, por estar en los asuntos materiales de nuestras vidas.


Es menester también poner la parte que nos corresponde, en el plano físico, con los cuidados preventivos que ya conocemos, porque aunque parezca insistente, debemos poner mayor voluntad y deseo de que todos juntos desarrollemos mayor conciencia de la gravedad y pensemos razonablemente en protegernos y proteger a quienes nos rodean, realizando todos los cuidados necesarios, porque la nueva variante de esta pandemia ya está presente entre nosotros.


C. José Félix Bueno | Político / Activista social