/ martes 22 de junio de 2021

Idealismo en una realidad | Lamentable fallecimiento de estimables sacerdotes

En fechas recientes tuvimos la pérdida de dos estimables sacerdotes de la Diócesis de Parral. Se trata de los presbíteros Humberto Cobos Valencia y José Luis Gándara, quienes ya por sus edades estaban en un retiro casi permanente de su ministerio sacerdotal, más sin embargo, aún servían a su comunidad, no sólo con sus oraciones permanentes, sino con sus imploraciones al Creador por el bienestar espiritual y material de su feligresía en general y por la solución de los problemas que continuamente recibían a diario, sobre todo en esta época tan difícil que nos ha tocado vivir.

El Padre Cobitos, como se le conoció, llegó procedente de la Región Lagunera a establecerse en esta comunidad, habiendo sido asignado a las comunidades de la Sierra, donde sirvió una buena temporada, para después desempeñarse en esta comunidad cuando aún no había sido elegida como Diócesis y tomando la determinación de dirigir siempre su mirada hacia aquellos que menos tenían o sufrían algún abandono. Fue así como conoció un lugar en la salida a Cd. Jiménez, donde habitaba un grupo de ciudadanos, principalmente de la sierra, conocido por todos como los “basureros municipales” y ahí se percató que dichos ciudadanos pepenaban de los desperdicios, algo que les pudiera servir y que desde luego, muchos de ellos no tenían techo alguno donde cobijarse. Fue entonces que el padre Cobitos, con su característica sensibilidad y don de ayuda, decidió solicitar un terreno ante las autoridades del estado para reubicar a esas personas que requerían de un lugar digno donde vivir y que fuera muy diferente a su situación y así, el padre Cobos, haciéndose presente y tocando puertas en algunas dependencias, logró después de mucho batallar, que le otorgaran una superficie de terreno para que ellos ahí con sus propias manos construyeran un lugar donde poder habitar, aunque en un principio fue con muchas penurias por las duras inclemencias del tiempo.

Fue entonces que ahí nació lo que ahora conocemos como el Albergue San Andrés, que con la ayuda del padre Cobos y colaboradores se fue logrando tener unas humildes y modestas casas para cada familia, y posteriormente lograr la gestión para una escuela y sus maestros para los muchos niños que ahí habitaban y también el gran logro de conseguir erigir un templo religioso, el cual se divisa airoso desde la carretera corta a chihuahua.

Recuerdo también con admiración un gesto de humildad y desprendimiento de este modesto sacerdote, cundo una organización benéfica de la sociedad le obsequió una camioneta para que pudiese realizar sus labores caritativas y de apostolado, pero que él categóricamente rechazó diciendo que el valor de aquel bien mejor lo entregaran en recursos para aquellos que más lo necesitaran. Colaboró también en apoyo material y espiritual con los vecinos pobres de la colonia Las Carteras, que se ubica frente al puente del ferrocarril en los Carrizos, a donde les enviaba la comunión y la ceniza en miércoles al inicio de cada cuaresma.

También fue capellán participando con mucha dedicación y atención en el Consejo de Caballeros de Colón, donde desarrolló con ésta organización muchas actividades de servicio hacia la comunidad necesitada.

Por otra parte, el Padre José Luis Gándara, originario de la comunidad de Delicias, fue un sacerdote siempre callado, pero inquieto y bromista en su ministerio, que se desarrolló ministerialmente en la comunidad de la Diócesis de Parral y quien en sus homilías siempre se desempeñaba como un duro crítico hacia los políticos en el gobierno y cuyas inquietudes lo llevaron, por desacuerdos con sus superiores, a ausentarse del estado para continuar con su misión en alguna comunidad hispanoamericana en los Estados Unidos, donde permaneció hasta su regreso nuevamente a nuestra comunidad y donde en sus últimos años dedicó su servicio en el templo de Nuestra Sra. del Rayo a dar confesiones y atención espiritual a quienes se lo solicitaban. Se recuerda que fue uno de los precursores de los Congresos Eucarísticos celebrados cada año aquí en nuestra región, y en cuyos eventos religiosos, había feligreses que comentaban que el Padre Gándara poseía dones de sanación.

Para ambos sacerdotes deseamos que Dios los tenga ya en un lugar muy especial, donde estarán gozando de la gracia divina, como recompensa a su gran labor humanitaria.

En fechas recientes tuvimos la pérdida de dos estimables sacerdotes de la Diócesis de Parral. Se trata de los presbíteros Humberto Cobos Valencia y José Luis Gándara, quienes ya por sus edades estaban en un retiro casi permanente de su ministerio sacerdotal, más sin embargo, aún servían a su comunidad, no sólo con sus oraciones permanentes, sino con sus imploraciones al Creador por el bienestar espiritual y material de su feligresía en general y por la solución de los problemas que continuamente recibían a diario, sobre todo en esta época tan difícil que nos ha tocado vivir.

El Padre Cobitos, como se le conoció, llegó procedente de la Región Lagunera a establecerse en esta comunidad, habiendo sido asignado a las comunidades de la Sierra, donde sirvió una buena temporada, para después desempeñarse en esta comunidad cuando aún no había sido elegida como Diócesis y tomando la determinación de dirigir siempre su mirada hacia aquellos que menos tenían o sufrían algún abandono. Fue así como conoció un lugar en la salida a Cd. Jiménez, donde habitaba un grupo de ciudadanos, principalmente de la sierra, conocido por todos como los “basureros municipales” y ahí se percató que dichos ciudadanos pepenaban de los desperdicios, algo que les pudiera servir y que desde luego, muchos de ellos no tenían techo alguno donde cobijarse. Fue entonces que el padre Cobitos, con su característica sensibilidad y don de ayuda, decidió solicitar un terreno ante las autoridades del estado para reubicar a esas personas que requerían de un lugar digno donde vivir y que fuera muy diferente a su situación y así, el padre Cobos, haciéndose presente y tocando puertas en algunas dependencias, logró después de mucho batallar, que le otorgaran una superficie de terreno para que ellos ahí con sus propias manos construyeran un lugar donde poder habitar, aunque en un principio fue con muchas penurias por las duras inclemencias del tiempo.

Fue entonces que ahí nació lo que ahora conocemos como el Albergue San Andrés, que con la ayuda del padre Cobos y colaboradores se fue logrando tener unas humildes y modestas casas para cada familia, y posteriormente lograr la gestión para una escuela y sus maestros para los muchos niños que ahí habitaban y también el gran logro de conseguir erigir un templo religioso, el cual se divisa airoso desde la carretera corta a chihuahua.

Recuerdo también con admiración un gesto de humildad y desprendimiento de este modesto sacerdote, cundo una organización benéfica de la sociedad le obsequió una camioneta para que pudiese realizar sus labores caritativas y de apostolado, pero que él categóricamente rechazó diciendo que el valor de aquel bien mejor lo entregaran en recursos para aquellos que más lo necesitaran. Colaboró también en apoyo material y espiritual con los vecinos pobres de la colonia Las Carteras, que se ubica frente al puente del ferrocarril en los Carrizos, a donde les enviaba la comunión y la ceniza en miércoles al inicio de cada cuaresma.

También fue capellán participando con mucha dedicación y atención en el Consejo de Caballeros de Colón, donde desarrolló con ésta organización muchas actividades de servicio hacia la comunidad necesitada.

Por otra parte, el Padre José Luis Gándara, originario de la comunidad de Delicias, fue un sacerdote siempre callado, pero inquieto y bromista en su ministerio, que se desarrolló ministerialmente en la comunidad de la Diócesis de Parral y quien en sus homilías siempre se desempeñaba como un duro crítico hacia los políticos en el gobierno y cuyas inquietudes lo llevaron, por desacuerdos con sus superiores, a ausentarse del estado para continuar con su misión en alguna comunidad hispanoamericana en los Estados Unidos, donde permaneció hasta su regreso nuevamente a nuestra comunidad y donde en sus últimos años dedicó su servicio en el templo de Nuestra Sra. del Rayo a dar confesiones y atención espiritual a quienes se lo solicitaban. Se recuerda que fue uno de los precursores de los Congresos Eucarísticos celebrados cada año aquí en nuestra región, y en cuyos eventos religiosos, había feligreses que comentaban que el Padre Gándara poseía dones de sanación.

Para ambos sacerdotes deseamos que Dios los tenga ya en un lugar muy especial, donde estarán gozando de la gracia divina, como recompensa a su gran labor humanitaria.