/ martes 14 de diciembre de 2021

Idealismo en una Realidad | Inmigrantes

“La revolución que vino del norte”, buscando las riquezas de los minerales a finales del siglo XIX, según el libro de Héctor Aguilar Camín, se revierte y ahora se convierte en la revolución de los migrantes hacia el norte, buscando el “Sueño Americano”.

Habitantes de los países como Colombia, Haití, Nicaragüa, México y Cuba, que buscan introducirse a los Estados Unidos en la forma que mejor pueden, para poder realizar con gran ilusión, sus sueños, derivado de la falta de oportunidades de sus respectivos países, que carecen de un desarrollo colectivo sólido, por lo que buscando trabajo y mejores condiciones de vida, emigran con la justa idea de conseguir las condiciones básicas para desarrollarse en lo personal y lo familiar.

Así podemos ver, a través de los diferentes medios de comunicación, las caravanas de cientos de migrantes, provenientes de estos países, movidos por la búsqueda de mejores oportunidades y para ello emigran hacia el norte con sus familias, con sus hijos en brazos, sin recursos, sin alimentos, arriesgando sus vidas y algunos gastando sus pocos ahorros de toda una vida, con expectativas de un porvenir diferente y esperanzador.

Encuentran en el camino sin embargo, un panorama de incertidumbre, de condiciones desfavorables, de inseguridad y sin trabajo, como México, que únicamente puede ofrecerles en la frontera, albergues temporales para estancias y largas esperas, para continuar su brinco a la gran frontera que representa un gran reto para ellos, por estar resguardada fuertemente por las patrullas fronterizas y que los hace recorrer muchos kilómetros por el desierto peligroso de Arizona y Nuevo México. Los mueve la grande ilusión de superar el estado de miseria en sus pueblos de origen, donde son víctimas de cacicazgos y falsos líderes y también por la inseguridad ocasionada por los grupos delincuenciales que los despojan de sus tierras o que representan un peligro para sus familias.

Bajo esta perspectiva, Estados Unidos, que requiere mano de obra barata, está regresando a todos los ilegales, obligándolos a que crucen legalmente mediante un permiso temporal y así puedan obtener alguna condición temporalmente legal con la que puedan desenvolverse en aquel poderoso país de Norteamérica.

La migración hacia el norte es un problema social con dimensiones nunca antes vistas, quizás por el fenómeno demográfico sin control y por los bajos niveles de desarrollo de sus países, incapaces de ofrecer las condiciones básicas de vida y porque las carencias y necesidades rebasan a los gobiernos, quienes no han podido ofrecer fuentes de trabajo, de estudio y programas asistenciales e incapaces de ofrecer oportunidades para tantos jóvenes que buscan encausar sus inquietudes y sueños de progresar y vivir mejor y optan por emigrar, dejando tierras, parcelas y ejidos, ya que no cuentan con el apoyo, estructura ni insumos para trabajar sus campos agrícolas y que ven la oportunidad de brincar el charco para trabajar, aunque sea por un salario bajísimo y sin servicios médicos básicos, pero que sin duda y a base de mucho esfuerzo, lograrían conseguir mejores condiciones de vida.

Este grave problema social sin visos de solución inmediata, trae como consecuencia otro tipo de problemas como lo es la desintegración familiar, la drogadicción y la delincuencia, que muchas veces son aprovechados por el crimen organizado para sus fines delincuenciales.

Representa un enorme reto para los gobernantes de estos países involucrados, que tienen el gran compromiso moral y social de buscar soluciones reales, justas y apegadas a los derechos humanos. Algunos de ellos, dictadores en turno sin el menor sentido humano y sin verdadera voluntad de devolverles la justicia a la que tienen derecho nuestros hermanos migrantes.

C. José Félix Bueno | Político y Activista social

“La revolución que vino del norte”, buscando las riquezas de los minerales a finales del siglo XIX, según el libro de Héctor Aguilar Camín, se revierte y ahora se convierte en la revolución de los migrantes hacia el norte, buscando el “Sueño Americano”.

Habitantes de los países como Colombia, Haití, Nicaragüa, México y Cuba, que buscan introducirse a los Estados Unidos en la forma que mejor pueden, para poder realizar con gran ilusión, sus sueños, derivado de la falta de oportunidades de sus respectivos países, que carecen de un desarrollo colectivo sólido, por lo que buscando trabajo y mejores condiciones de vida, emigran con la justa idea de conseguir las condiciones básicas para desarrollarse en lo personal y lo familiar.

Así podemos ver, a través de los diferentes medios de comunicación, las caravanas de cientos de migrantes, provenientes de estos países, movidos por la búsqueda de mejores oportunidades y para ello emigran hacia el norte con sus familias, con sus hijos en brazos, sin recursos, sin alimentos, arriesgando sus vidas y algunos gastando sus pocos ahorros de toda una vida, con expectativas de un porvenir diferente y esperanzador.

Encuentran en el camino sin embargo, un panorama de incertidumbre, de condiciones desfavorables, de inseguridad y sin trabajo, como México, que únicamente puede ofrecerles en la frontera, albergues temporales para estancias y largas esperas, para continuar su brinco a la gran frontera que representa un gran reto para ellos, por estar resguardada fuertemente por las patrullas fronterizas y que los hace recorrer muchos kilómetros por el desierto peligroso de Arizona y Nuevo México. Los mueve la grande ilusión de superar el estado de miseria en sus pueblos de origen, donde son víctimas de cacicazgos y falsos líderes y también por la inseguridad ocasionada por los grupos delincuenciales que los despojan de sus tierras o que representan un peligro para sus familias.

Bajo esta perspectiva, Estados Unidos, que requiere mano de obra barata, está regresando a todos los ilegales, obligándolos a que crucen legalmente mediante un permiso temporal y así puedan obtener alguna condición temporalmente legal con la que puedan desenvolverse en aquel poderoso país de Norteamérica.

La migración hacia el norte es un problema social con dimensiones nunca antes vistas, quizás por el fenómeno demográfico sin control y por los bajos niveles de desarrollo de sus países, incapaces de ofrecer las condiciones básicas de vida y porque las carencias y necesidades rebasan a los gobiernos, quienes no han podido ofrecer fuentes de trabajo, de estudio y programas asistenciales e incapaces de ofrecer oportunidades para tantos jóvenes que buscan encausar sus inquietudes y sueños de progresar y vivir mejor y optan por emigrar, dejando tierras, parcelas y ejidos, ya que no cuentan con el apoyo, estructura ni insumos para trabajar sus campos agrícolas y que ven la oportunidad de brincar el charco para trabajar, aunque sea por un salario bajísimo y sin servicios médicos básicos, pero que sin duda y a base de mucho esfuerzo, lograrían conseguir mejores condiciones de vida.

Este grave problema social sin visos de solución inmediata, trae como consecuencia otro tipo de problemas como lo es la desintegración familiar, la drogadicción y la delincuencia, que muchas veces son aprovechados por el crimen organizado para sus fines delincuenciales.

Representa un enorme reto para los gobernantes de estos países involucrados, que tienen el gran compromiso moral y social de buscar soluciones reales, justas y apegadas a los derechos humanos. Algunos de ellos, dictadores en turno sin el menor sentido humano y sin verdadera voluntad de devolverles la justicia a la que tienen derecho nuestros hermanos migrantes.

C. José Félix Bueno | Político y Activista social