/ martes 5 de enero de 2021

Idealismo en una realidad | Año 2020, que se fue

Difícil en muchos sentidos, así transcurrió el año que acaba de terminar, lleno de sinsabores y preocupaciones, sobre todo por la incertidumbre del avance de la pandemia por Covid-19, que continuamente sufrimos en el país, en nuestro estado y en nuestra ciudad, por el número de contagios en constante mantenimiento a la alza y el alarmante y muy triste número de decesos, que obligó a los gobernantes a programar y reprogramar cierta movilidad buscando contrarrestarla y al mismo tiempo, echar a andar la deteriorada economía a favor de las empresas y sus trabajadores, quienes requerían forzosamente un salario para su subsistencia.

Un año que cambió costumbres, formas de trabajar y de socializar; que cambió procedimientos y convivencias, todo en busca de evitar que el número de contagios creciera, lo que nos llevó a adoptar medidas de prevención, como permanecer en casa, guardar la sana distancia en casa, centros de trabajo y en lugares públicos con actividades esenciales y sobre todo para cuidarnos y cuidar a los nuestros.

Nueve largos meses jamás pensados, que en muchas circunstancias sorprendió a los gobiernos y a nosotros los ciudadanos, quienes no estábamos preparados ni alertados científica y médicamente; nuevas formas de enseñanza inimaginables para la impartición da clases en los diferentes sistemas educativos a los alumnos por parte de sus maestros, representando con esto nuevas formas de enseñanza hacia el futuro, considerando los enormes rezagos en la educación misa por la falta del equipo necesario e internet, pero que sin embargo los maestros tuvieron que innovar en sus técnicas de para lograr sus objetivos de educación.

Eventos deportivos y culturales suspendidos para evitar aglomeraciones, representando con ello un atraso en la formación de las nuevas generaciones.

Sin embargo, por otra parte, podemos rescatar el aspecto positivo o de enseñanza que nos deja este año que se fue.

Aprendimos nuevas e innovadoras formas de comunicación; nos obligó a las familias a reestructurar nuestras formas de convivencia; padres e hijos tuvieron mucho tiempo para reencontrarse; obligó a las empresas a tomar medidas de salud con sus empleados, a invertir en sanidad y dispositivos de prevención; llevó a los padres de familia a valorar el trabajo de los maestros y a nosotros a valorar la gran labor humanitaria de los trabajadores de la salud.

Nos queda para este 2021 la esperanza y fe en Dios de que sea un año diferente al ya vivido. Que la aplicación de la vacuna sea científicamente efectiva y que sea una realidad su aplicación en todos los ciudadanos del mundo, para que verdaderamente vayan disminuyendo los contagios y con ello las posibilidades de que esta pandemia termine. La parte que nos toca a nosotros como ciudadanos es seguir practicando las medidas preventivas y cambiar definitivamente nuestros hábitos de prevención y cuidados de la salud propia, lo cual nos llevará a liberarnos de esta crisis.

Difícil en muchos sentidos, así transcurrió el año que acaba de terminar, lleno de sinsabores y preocupaciones, sobre todo por la incertidumbre del avance de la pandemia por Covid-19, que continuamente sufrimos en el país, en nuestro estado y en nuestra ciudad, por el número de contagios en constante mantenimiento a la alza y el alarmante y muy triste número de decesos, que obligó a los gobernantes a programar y reprogramar cierta movilidad buscando contrarrestarla y al mismo tiempo, echar a andar la deteriorada economía a favor de las empresas y sus trabajadores, quienes requerían forzosamente un salario para su subsistencia.

Un año que cambió costumbres, formas de trabajar y de socializar; que cambió procedimientos y convivencias, todo en busca de evitar que el número de contagios creciera, lo que nos llevó a adoptar medidas de prevención, como permanecer en casa, guardar la sana distancia en casa, centros de trabajo y en lugares públicos con actividades esenciales y sobre todo para cuidarnos y cuidar a los nuestros.

Nueve largos meses jamás pensados, que en muchas circunstancias sorprendió a los gobiernos y a nosotros los ciudadanos, quienes no estábamos preparados ni alertados científica y médicamente; nuevas formas de enseñanza inimaginables para la impartición da clases en los diferentes sistemas educativos a los alumnos por parte de sus maestros, representando con esto nuevas formas de enseñanza hacia el futuro, considerando los enormes rezagos en la educación misa por la falta del equipo necesario e internet, pero que sin embargo los maestros tuvieron que innovar en sus técnicas de para lograr sus objetivos de educación.

Eventos deportivos y culturales suspendidos para evitar aglomeraciones, representando con ello un atraso en la formación de las nuevas generaciones.

Sin embargo, por otra parte, podemos rescatar el aspecto positivo o de enseñanza que nos deja este año que se fue.

Aprendimos nuevas e innovadoras formas de comunicación; nos obligó a las familias a reestructurar nuestras formas de convivencia; padres e hijos tuvieron mucho tiempo para reencontrarse; obligó a las empresas a tomar medidas de salud con sus empleados, a invertir en sanidad y dispositivos de prevención; llevó a los padres de familia a valorar el trabajo de los maestros y a nosotros a valorar la gran labor humanitaria de los trabajadores de la salud.

Nos queda para este 2021 la esperanza y fe en Dios de que sea un año diferente al ya vivido. Que la aplicación de la vacuna sea científicamente efectiva y que sea una realidad su aplicación en todos los ciudadanos del mundo, para que verdaderamente vayan disminuyendo los contagios y con ello las posibilidades de que esta pandemia termine. La parte que nos toca a nosotros como ciudadanos es seguir practicando las medidas preventivas y cambiar definitivamente nuestros hábitos de prevención y cuidados de la salud propia, lo cual nos llevará a liberarnos de esta crisis.