Los conocí aquí en Parral, como los Juanitos; un matrimonio ejemplar, con gran sentido de la amistad y el trabajo en favor del bien común.
Juanita Armendáriz de Weisel acaba de fallecer en la Cd. de Phoenix, Arizona, a la edad de 90 años, el pasado 29 de agosto; Juanito, su esposo, falleció hace algunos años.
No podría dejar de escribir estas líneas de ambos personajes, por lo que representaron en mi vida como grandes amigos que fueron, un matrimonio muy unido que sólo la muerte los separó, sin embargo, hoy los vuelve a unir, allá con el Creador, donde seguramente tuvieron un encuentro muy feliz, después de muchos años; esta es la recompensa que el Todo Poderoso nos tiene preparada cuando nos marchamos de este mundo, de volver a ver a nuestros seres queridos que se nos adelantaron en el siguiente paso hacia la eternidad.
Juanita llegó muy joven, junto a sus hermanas, procedente de Valle de Allende a Parral, donde se establecieron, pues Parral era una ciudad muy pujante en el comercio. Pronto se adaptaron y se involucraron en actividades de la Asociación Femenil Católica, iniciada por el Padre Don Agustín Pelayo Brambila.
Juanita y sus hermanas también incursionaron en la actividad política de su época y junto a la Maestra Florentina Villalobos Chaparro, primera mujer Diputada Federal de Acción Nacional, participaron en la lucha por el derecho al voto de la mujer, siendo además de las primeras mujeres que participaron como representantes de casilla del Partido Acción Nacional, aquí en Parral y la Región.
Conoció a su esposo, Juanito Weisel, en los grupos de Adoración Nocturna, casándose y formando una familia de 7 hijos producto de su matrimonio: Silvia, Juan José, Rosa del Carmen, Sergio, Rogelio, Norma Angélica y Luis Ernesto.
Ya como matrimonio, continuaron participando activamente y apoyando en la medida de sus posibilidades las actividades propias del PAN, con mucha dedicación, destinando algo de su valioso tiempo y de manera desinteresada.
Juanita siempre se caracterizó por ser una persona muy inquieta, ya que además de ser ama de casa y de participar en todas estas actividades, tomó clases de pastelería y decorados, siendo ésta otra de sus grandes pasiones, llegando a realizar pasteles para boda, considerados verdaderas obras de arte, y muy buscados por las novias.
Participó además muy activamente junto a algunas vecinas de su colonia, El Potrero, y bajo la dirección del sacerdote Monseñor Don Carlos Amezcua, en la formación del patronato para la construcción de lo que hoy es la capilla de la Virgen del Carmen.
Escribo estos recuerdos de tan ejemplar matrimonio, que, como muchos otros, con su participación, contribuyeron a la democracia que hoy como sociedad vivimos, dejando huella en su paso por esta vida.
Juanita volverá a su tierra, al menos sus cenizas, para estar junto a su esposo Juanito. Algunos amigos contemporáneos en común, de este ejemplar matrimonio, los recordarán sin lugar a dudas con un gran cariño.
