/ jueves 5 de diciembre de 2019

Humanidad, humanismo y sociedad

Durante el periodo de la edad media, casi mil años de nuestra historia contemporánea, se construyó una visión social encaminada al conocimiento de lo trascendental, se soslayó fuertemente la interiorización o protagonismo de la reflexión humana. El hombre se ignoró a si mismo con sus necesidades y sueños. La investigación humana quedó prácticamente eclipsada por las meditaciones de un ser superior y sus deseos, por encima de la miseria humana.

Eventos importantes contribuyeron a dar un giro del sentido de lo fundamentalmente valorado, y es en la etapa renacentista donde el ser humano contempla con especial atención su propia naturaleza, los artistas y científicos comienzan a genera un especial aprecio por lo que se es y por la realidad misma, una realidad que había sido minimizada.

Es en este periodo donde se funda el concepto de humanismo, como un recurso de recate hacia el olvido impío y exagerado. El humanismo pone a reflexión las necesidades, constituyentes y valor del ser humano. Es un periodo de auto reconocimiento y crecimiento de las artes y la ciencia. El ser humano genera un exacerbado interés por conocer su cuerpo y su capacidad. El interés por conceptos como la voluntad, la autenticidad, el sentido de la vida son temas que surgen como un nuevo halito de vida para los pensadores. Personajes como Nicolás de Maquiavelo, Giordano Bruno, Montaigne, Róterdam y otros, se cuestionan sobre la naturaleza de lo humano y las relaciones sociales más justas.

Todo humanismo se traduce en una reflexión profunda sobre la vida en sociedad y los fines de la misma. Hoy los temas humanistas están vigentes y se declaran como improntas prioritarias para cada uno, pues vemos como de manera sutil, pero avasalladora otros objetos han suplido el espacio de la reflexión sobre la propia humanidad e incluso han tomado el papel que durante la edad media ocupó la figura de Dios. Por un lado los bienes materiales y tecnológicos o bien las formas que transmigran por medios digitales juegan un rol muy importante en la vida de las personas.

En esa necesidad inventada de crear escenarios superficiales y dentro del estándar de vida. Nos hemos inducido de apoco en una nueva etapa oscura, donde incluso el autoconocimiento se dirime en la constante búsqueda de placeres, estatus y una vida completamente dedicada a conseguir materiales. El ser humano unificado y autentico es prioridad de pocos, la gran mayoría se inserta de forma ciega en búsquedas que no son siquiera personales, son más colectivas y no pensadas que en un compromiso construido.

Es importante repensarnos y dedicar más tiempo a lo que consideramos valioso y con ello allegarnos de relaciones productivas y no desde una perspectiva económica, sino vital. Nuestras sociedades pueden ser el escenario perfecto para el desarrollo de nuestra humanidad, pero de momento son el origen de todos nuestros males.

La constitución y reflexión de un nuevo humanismo es una impronta real y temporal.

Durante el periodo de la edad media, casi mil años de nuestra historia contemporánea, se construyó una visión social encaminada al conocimiento de lo trascendental, se soslayó fuertemente la interiorización o protagonismo de la reflexión humana. El hombre se ignoró a si mismo con sus necesidades y sueños. La investigación humana quedó prácticamente eclipsada por las meditaciones de un ser superior y sus deseos, por encima de la miseria humana.

Eventos importantes contribuyeron a dar un giro del sentido de lo fundamentalmente valorado, y es en la etapa renacentista donde el ser humano contempla con especial atención su propia naturaleza, los artistas y científicos comienzan a genera un especial aprecio por lo que se es y por la realidad misma, una realidad que había sido minimizada.

Es en este periodo donde se funda el concepto de humanismo, como un recurso de recate hacia el olvido impío y exagerado. El humanismo pone a reflexión las necesidades, constituyentes y valor del ser humano. Es un periodo de auto reconocimiento y crecimiento de las artes y la ciencia. El ser humano genera un exacerbado interés por conocer su cuerpo y su capacidad. El interés por conceptos como la voluntad, la autenticidad, el sentido de la vida son temas que surgen como un nuevo halito de vida para los pensadores. Personajes como Nicolás de Maquiavelo, Giordano Bruno, Montaigne, Róterdam y otros, se cuestionan sobre la naturaleza de lo humano y las relaciones sociales más justas.

Todo humanismo se traduce en una reflexión profunda sobre la vida en sociedad y los fines de la misma. Hoy los temas humanistas están vigentes y se declaran como improntas prioritarias para cada uno, pues vemos como de manera sutil, pero avasalladora otros objetos han suplido el espacio de la reflexión sobre la propia humanidad e incluso han tomado el papel que durante la edad media ocupó la figura de Dios. Por un lado los bienes materiales y tecnológicos o bien las formas que transmigran por medios digitales juegan un rol muy importante en la vida de las personas.

En esa necesidad inventada de crear escenarios superficiales y dentro del estándar de vida. Nos hemos inducido de apoco en una nueva etapa oscura, donde incluso el autoconocimiento se dirime en la constante búsqueda de placeres, estatus y una vida completamente dedicada a conseguir materiales. El ser humano unificado y autentico es prioridad de pocos, la gran mayoría se inserta de forma ciega en búsquedas que no son siquiera personales, son más colectivas y no pensadas que en un compromiso construido.

Es importante repensarnos y dedicar más tiempo a lo que consideramos valioso y con ello allegarnos de relaciones productivas y no desde una perspectiva económica, sino vital. Nuestras sociedades pueden ser el escenario perfecto para el desarrollo de nuestra humanidad, pero de momento son el origen de todos nuestros males.

La constitución y reflexión de un nuevo humanismo es una impronta real y temporal.