/ miércoles 22 de mayo de 2019

Hoy que no está

Hoy que no está, ha llegado ese día,

en que su voz ya no será escuchada,

ni sus pasos, su presencia, su esencia,

o su suave ronquido por la madrugada.


Hoy que no está, todo es vacío y soledad,

la casa, la silla, su cama donde dormía,

hay silencio, frío de ausencia y humedad,

hay lucha, quebranto, condolencia y agonía.


Hoy que no está, se ha roto el cordón umbilical,

se perdió la brújula, la guía, el norte, el horizonte,

busco en su ropa, en sus cosas, su olor corporal,

¡se ha ido! Voló a su terruño, se perdió en el monte.


Hoy que no está, grito su nombre, evoco memorias,

consejos, cuidados, sus suaves caricias, ¡amor maternal!

el como gozaba narrar sus leyendas, vidas e historias,

trasmitía el sentirlas, hacía cada experiencia tan vivencial.


Hoy que no está, extraño el susurro, el tenue murmullo,

la mirada firme cuando reprendía, postura y mano segura,

estar a su lado brindaba confianza, llenaba de orgullo,

dualismo perfecto: firmeza, blandura, seguridad y dulzura.


Hoy que no está, lágrimas de sangre corren por mis mejillas,

quisiera salir corriendo y esconder mi tristeza en la llanura,

presa del dolor, necesito vislumbrar luz a través de las rejillas;

encontrar colores, buscar algo que cubra esta total amargura.


Hoy que no está, quiero devolver el tiempo, poner una pausa

mirar sus ojitos, tomar sus manitas, sentarme en su morada,

darle más caricias y más besos, retomar plática inconclusa

que cada vez contaba, como si temiese quedase olvidada.


Hoy que no está, ya no hay esperanza, no encuentro sosiego,

no existen palabras que puedan expresar el profundo duelo,

buscando consuelo escribo estos versos y evoco mi ruego,

que esté descansando, juntito al creador, allá en el cielo.


Hoy que no está, el día se alarga, la noche es muy triste,

rezamos rosarios, entonamos cánticos, con fe y simbolismos,

vela encendida, un cristo y fotografía su presencia asiste,

sin embargo, la ausencia se siente, ¡hay grandes abismos!


Hoy que no está, quedaron sus cosas, sus plantas, amigos, familia,

su árbol de raíz antes fuerte y erguida, secó su savia, perdió el sustento,

con débil corteza, como hoja que arranca el viento, su poderío exilia,

¡dormía más!, ¡platicaba menos! y día con día dejó de necesitar alimento.


Hoy que no está, clamaré por su paz, gracia y su descanso eterno,

trastocará la eternidad mi palabra, al sentir sus pasos, su aliento,

veré su sombra en todos los ancianos y sentiré su amor materno,

dejaré de llorar a la cabecera de su cama, dando amor cada momento.


Hoy que no está, trataré de llegar a Dios en cada campanada

cultivaré mi fe y esperanza, en que hay un mundo alterno,

cada verso escrito, será un lamento y lágrima derramada

por ese amor recibido desde el vientre, ¡tan bendito y tan eterno!


Hoy que no está, en toda la extensión de la palabra, ¡prometo mejorar!

ser más justa, ecuánime, sincera, buena amiga, esposa, madre, hermana,

honrar la memoria de quien me cobijó y enseñó a conjugar el verbo amar,

y a quien tuvimos el honor y dicha de cuidar hasta que fue una anciana.


Hoy que no está, bendigo su nombre, alabo su obra, admiro su ejemplo,

A través de su historia, lectores y descendientes podrán conocerla,

Mujer y madre admirable, su recuerdo merece vivir en un sagrado templo,

Gracias al creador por permitirnos hasta el fin abrazarla, mimarla y amarla.


Hoy que no está, ha llegado ese día,

en que su voz ya no será escuchada,

ni sus pasos, su presencia, su esencia,

o su suave ronquido por la madrugada.


Hoy que no está, todo es vacío y soledad,

la casa, la silla, su cama donde dormía,

hay silencio, frío de ausencia y humedad,

hay lucha, quebranto, condolencia y agonía.


Hoy que no está, se ha roto el cordón umbilical,

se perdió la brújula, la guía, el norte, el horizonte,

busco en su ropa, en sus cosas, su olor corporal,

¡se ha ido! Voló a su terruño, se perdió en el monte.


Hoy que no está, grito su nombre, evoco memorias,

consejos, cuidados, sus suaves caricias, ¡amor maternal!

el como gozaba narrar sus leyendas, vidas e historias,

trasmitía el sentirlas, hacía cada experiencia tan vivencial.


Hoy que no está, extraño el susurro, el tenue murmullo,

la mirada firme cuando reprendía, postura y mano segura,

estar a su lado brindaba confianza, llenaba de orgullo,

dualismo perfecto: firmeza, blandura, seguridad y dulzura.


Hoy que no está, lágrimas de sangre corren por mis mejillas,

quisiera salir corriendo y esconder mi tristeza en la llanura,

presa del dolor, necesito vislumbrar luz a través de las rejillas;

encontrar colores, buscar algo que cubra esta total amargura.


Hoy que no está, quiero devolver el tiempo, poner una pausa

mirar sus ojitos, tomar sus manitas, sentarme en su morada,

darle más caricias y más besos, retomar plática inconclusa

que cada vez contaba, como si temiese quedase olvidada.


Hoy que no está, ya no hay esperanza, no encuentro sosiego,

no existen palabras que puedan expresar el profundo duelo,

buscando consuelo escribo estos versos y evoco mi ruego,

que esté descansando, juntito al creador, allá en el cielo.


Hoy que no está, el día se alarga, la noche es muy triste,

rezamos rosarios, entonamos cánticos, con fe y simbolismos,

vela encendida, un cristo y fotografía su presencia asiste,

sin embargo, la ausencia se siente, ¡hay grandes abismos!


Hoy que no está, quedaron sus cosas, sus plantas, amigos, familia,

su árbol de raíz antes fuerte y erguida, secó su savia, perdió el sustento,

con débil corteza, como hoja que arranca el viento, su poderío exilia,

¡dormía más!, ¡platicaba menos! y día con día dejó de necesitar alimento.


Hoy que no está, clamaré por su paz, gracia y su descanso eterno,

trastocará la eternidad mi palabra, al sentir sus pasos, su aliento,

veré su sombra en todos los ancianos y sentiré su amor materno,

dejaré de llorar a la cabecera de su cama, dando amor cada momento.


Hoy que no está, trataré de llegar a Dios en cada campanada

cultivaré mi fe y esperanza, en que hay un mundo alterno,

cada verso escrito, será un lamento y lágrima derramada

por ese amor recibido desde el vientre, ¡tan bendito y tan eterno!


Hoy que no está, en toda la extensión de la palabra, ¡prometo mejorar!

ser más justa, ecuánime, sincera, buena amiga, esposa, madre, hermana,

honrar la memoria de quien me cobijó y enseñó a conjugar el verbo amar,

y a quien tuvimos el honor y dicha de cuidar hasta que fue una anciana.


Hoy que no está, bendigo su nombre, alabo su obra, admiro su ejemplo,

A través de su historia, lectores y descendientes podrán conocerla,

Mujer y madre admirable, su recuerdo merece vivir en un sagrado templo,

Gracias al creador por permitirnos hasta el fin abrazarla, mimarla y amarla.


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