/ martes 8 de septiembre de 2020

Hace 76 años

Tiempos & Espacios

Siempre extrañamos la lluvia, como en estos meses de eterna pandemia. No sabemos si da más temor la “nueva normalidad” o aquellas noches tormentosas de lluvias y relámpagos estridentes y la humedad impregnándose en adobes del caserío, donde lágrimas nuestras y del cielo, deslizaban por mejillas y las vigas de madera soportando ensordinados techos, y nuestros rezos.

“Abracé el barandal del puente para fijar la atención en la creciente del río que, parecía la visita de un mar, y casi pude palpar sus olas, pero las ansias y el temor hizo alejarme, no porque estaban por pitar las diez de la noche; corrí despavorido como liebre, percibiendo ya de lejos el estruendo al colapsarse la estructura.”

Esa, y otras anécdotas hemos escuchado de nuestros ancestros, sobrevivientes a la trágica inundación de este viejo mineral, un día como hoy exactamente.

“31 fallecidos, 1000 casas destruidas…3,416 personas quedaron sin hogar” rezaban las portadas de periódicos.

Río abajo estaba el rancho de nuestros abuelos. “Era algo increíble, veíamos cómo tantas cosas se las llevaba la fuerte corriente, roperos, mesas, ropa, zapatos, animales, no nos tocó ver a personas flotando. Al día siguiente, las niñas colectábamos zapatillas “nuevas” que por desgracia habían perdido las tiendas. Se habían atorado entre la jarillas ¡nunca encontramos un par! La inocencia nunca nos hizo dimensionar de aquella tragedia río arriba.”

Quien salvó muchas vidas fue “El Cuadrado” – Sí, aquél hombre que de bebé, en épocas revolucionarias, había sido abandonado en una canasta a las afueras de la puerta de un claustro franciscano en la ciudad de Saltillo, Coahuila; con sólo una nota, su nombre: Jesús Valdez Montes. Y que fue educado ahí mismo hasta lograr la mayoría de edad. Su inquietud, valentía, espíritu de servicio, y gran calidad humana, lo hizo salir a enfrentar retos, eternos, saber quiénes fueron su padres. Además comenta su biógrafo, nuestro Estimado Alfredo Uranga:

“Caminó desde la Ciudad de México hasta Nueva York para llegar a La Feria Mundial, poniendo muy en alto el nombre de México. Le bastaron tres meses, y 8 pares de cambio de calzado para lograr la gran odisea.”

Un eterno agradecimiento hasta el cielo a este gran ser altruista lleno de luz.

Existe gran variedad de fotos de su persona, y sus acciones. Pero, en las de Parral, luce a lado de dos grandes amigos impecablemente vestidos de traje, en la Plaza Juárez ( Ojalá, ellos no miren sus inmediaciones porque parece zona de guerra en estos últimos años ).

Existen tanto material para hablar del tema, no obstante, seguiremos con comentarios en otra entrega. Disfruten su café. Oremos.

P.D. “La liebre” y una de las “niñas” a que hacemos referencia, eran mis padres.

Tiempos & Espacios

Siempre extrañamos la lluvia, como en estos meses de eterna pandemia. No sabemos si da más temor la “nueva normalidad” o aquellas noches tormentosas de lluvias y relámpagos estridentes y la humedad impregnándose en adobes del caserío, donde lágrimas nuestras y del cielo, deslizaban por mejillas y las vigas de madera soportando ensordinados techos, y nuestros rezos.

“Abracé el barandal del puente para fijar la atención en la creciente del río que, parecía la visita de un mar, y casi pude palpar sus olas, pero las ansias y el temor hizo alejarme, no porque estaban por pitar las diez de la noche; corrí despavorido como liebre, percibiendo ya de lejos el estruendo al colapsarse la estructura.”

Esa, y otras anécdotas hemos escuchado de nuestros ancestros, sobrevivientes a la trágica inundación de este viejo mineral, un día como hoy exactamente.

“31 fallecidos, 1000 casas destruidas…3,416 personas quedaron sin hogar” rezaban las portadas de periódicos.

Río abajo estaba el rancho de nuestros abuelos. “Era algo increíble, veíamos cómo tantas cosas se las llevaba la fuerte corriente, roperos, mesas, ropa, zapatos, animales, no nos tocó ver a personas flotando. Al día siguiente, las niñas colectábamos zapatillas “nuevas” que por desgracia habían perdido las tiendas. Se habían atorado entre la jarillas ¡nunca encontramos un par! La inocencia nunca nos hizo dimensionar de aquella tragedia río arriba.”

Quien salvó muchas vidas fue “El Cuadrado” – Sí, aquél hombre que de bebé, en épocas revolucionarias, había sido abandonado en una canasta a las afueras de la puerta de un claustro franciscano en la ciudad de Saltillo, Coahuila; con sólo una nota, su nombre: Jesús Valdez Montes. Y que fue educado ahí mismo hasta lograr la mayoría de edad. Su inquietud, valentía, espíritu de servicio, y gran calidad humana, lo hizo salir a enfrentar retos, eternos, saber quiénes fueron su padres. Además comenta su biógrafo, nuestro Estimado Alfredo Uranga:

“Caminó desde la Ciudad de México hasta Nueva York para llegar a La Feria Mundial, poniendo muy en alto el nombre de México. Le bastaron tres meses, y 8 pares de cambio de calzado para lograr la gran odisea.”

Un eterno agradecimiento hasta el cielo a este gran ser altruista lleno de luz.

Existe gran variedad de fotos de su persona, y sus acciones. Pero, en las de Parral, luce a lado de dos grandes amigos impecablemente vestidos de traje, en la Plaza Juárez ( Ojalá, ellos no miren sus inmediaciones porque parece zona de guerra en estos últimos años ).

Existen tanto material para hablar del tema, no obstante, seguiremos con comentarios en otra entrega. Disfruten su café. Oremos.

P.D. “La liebre” y una de las “niñas” a que hacemos referencia, eran mis padres.