/ jueves 28 de julio de 2022

Fuera de Agenda | La transformación invisible 

En el Ejército mexicano se dice que aquel general de división que es nombrado comandante de la séptima región militar en la frontera sur, se sacó algo más que la rifa del tigre. La región abarca cinco zonas militares distribuidas entre Chiapas y Tabasco, y la suma de lo que ahí ocurre es una síntesis en constante movimiento de los problemas que después afectarán a todo el país. Al menos así ha sido en los últimos años.

La violencia armada, como la que se vive en puntos de ingreso no oficial como Chimic con Guatemala, en frontera Comalapa; la proliferación de armas por el tráfico en distintos puntos desde Tenosique a Tonalá; y la “bomba” que explotó este sexenio con la crisis migratoria, son tres temas que afectan la seguridad nacional por sus implicaciones transfronterizas y los efectos para el orden interno.

Por la comandancia de región ubicada en Tuxtla Gutiérrez han pasado en lo que va del sexenio tres distintos titulares, pero pocos con el perfil del actual responsable, el general Armando Montaño Ponce, un oficial de infantería experto en seguridad nacional con experiencia de mando de tropas en zonas complejas de la geografìa nacional.

Los análisis y la información que se generan en dos de las comandancias de zona, la 38 en Tenosique y la 36 en Tapachula, advirtieron desde hace tiempo que el problema migratorio escalaría a otro nivel. Los antiguos “coyotes” o “polleros” se han transformado hoy en algo parecido a una “franquicia”, que paga por utilizar las vías bajo control de organizaciones transnacionales de tráfico de drogas.

Estas organizaciones asoman como fantasmas solo cuando ocurren tragedias, como la sucedida en junio con el caso de los 53 inmigrantes indocumentados fallecidos por asfixia en un trailer hallado cerca de San Antonio, Texas. Un dato que aportan fuentes militares y que corroboraron funcionarios civiles, es que no existen cabecillas de organizaciones de tráfico de migrantes que enfrenten juicios en prisión por este delito. Mientras las cúpulas y sus redes se mantienen intactas, son las piezas del escalafón menor las que salen a reflector cuando son detenidos.

Patrick Lechleinter, director adjunto del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas estadounidense, dijo en una comparecencia en el congreso estadounidense que a partir del año 2019 el contrabando de migrantes ilegales empezó a cambiar por la incursión de organizaciones de tráfico de drogas que vieron en esta actividad una nueva fuente de ingresos al utilizar territorios bajo su dominio.

Un reportaje publicado a principio de semana en The New York Times, registró también cómo un grupo de migrantes centroamericanos que cruzaron por Tamaulipas a Texas llevaban brazaletes azules con un delfín, logotipo del Cártel del Golfo, con la palabra “entregas”, señal de que “tenían planes de entregarse a las autoridades estadounidenses y pedir asilo”. Una vez abandonado territorio mexicano ya no era asunto del CDG.

El mes pasado El Sol de México publicó cómo instalaciones migratorias y albergues en Tapachula eran insuficientes para los más de 60 mil migrantes que buscan visa humanitaria para atravesar el país. Mientras las calles de esta ciudad cada vez son más visibles los Maras, pandilleros centroamericanos al frente de la transformación invisible.


@velediaz424

En el Ejército mexicano se dice que aquel general de división que es nombrado comandante de la séptima región militar en la frontera sur, se sacó algo más que la rifa del tigre. La región abarca cinco zonas militares distribuidas entre Chiapas y Tabasco, y la suma de lo que ahí ocurre es una síntesis en constante movimiento de los problemas que después afectarán a todo el país. Al menos así ha sido en los últimos años.

La violencia armada, como la que se vive en puntos de ingreso no oficial como Chimic con Guatemala, en frontera Comalapa; la proliferación de armas por el tráfico en distintos puntos desde Tenosique a Tonalá; y la “bomba” que explotó este sexenio con la crisis migratoria, son tres temas que afectan la seguridad nacional por sus implicaciones transfronterizas y los efectos para el orden interno.

Por la comandancia de región ubicada en Tuxtla Gutiérrez han pasado en lo que va del sexenio tres distintos titulares, pero pocos con el perfil del actual responsable, el general Armando Montaño Ponce, un oficial de infantería experto en seguridad nacional con experiencia de mando de tropas en zonas complejas de la geografìa nacional.

Los análisis y la información que se generan en dos de las comandancias de zona, la 38 en Tenosique y la 36 en Tapachula, advirtieron desde hace tiempo que el problema migratorio escalaría a otro nivel. Los antiguos “coyotes” o “polleros” se han transformado hoy en algo parecido a una “franquicia”, que paga por utilizar las vías bajo control de organizaciones transnacionales de tráfico de drogas.

Estas organizaciones asoman como fantasmas solo cuando ocurren tragedias, como la sucedida en junio con el caso de los 53 inmigrantes indocumentados fallecidos por asfixia en un trailer hallado cerca de San Antonio, Texas. Un dato que aportan fuentes militares y que corroboraron funcionarios civiles, es que no existen cabecillas de organizaciones de tráfico de migrantes que enfrenten juicios en prisión por este delito. Mientras las cúpulas y sus redes se mantienen intactas, son las piezas del escalafón menor las que salen a reflector cuando son detenidos.

Patrick Lechleinter, director adjunto del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas estadounidense, dijo en una comparecencia en el congreso estadounidense que a partir del año 2019 el contrabando de migrantes ilegales empezó a cambiar por la incursión de organizaciones de tráfico de drogas que vieron en esta actividad una nueva fuente de ingresos al utilizar territorios bajo su dominio.

Un reportaje publicado a principio de semana en The New York Times, registró también cómo un grupo de migrantes centroamericanos que cruzaron por Tamaulipas a Texas llevaban brazaletes azules con un delfín, logotipo del Cártel del Golfo, con la palabra “entregas”, señal de que “tenían planes de entregarse a las autoridades estadounidenses y pedir asilo”. Una vez abandonado territorio mexicano ya no era asunto del CDG.

El mes pasado El Sol de México publicó cómo instalaciones migratorias y albergues en Tapachula eran insuficientes para los más de 60 mil migrantes que buscan visa humanitaria para atravesar el país. Mientras las calles de esta ciudad cada vez son más visibles los Maras, pandilleros centroamericanos al frente de la transformación invisible.


@velediaz424