/ jueves 30 de diciembre de 2021

Fuera de Agenda | La realidad y la estadística

El 2021 será recordado entre otras cosas como el año en que las cifras de asesinatos en México rompieron récord a mitad de sexenio con más de 102 mil casos, una estadística que arrastra una estela de impunidad que empató a este gobierno con sus antecesores ya que la gran mayoría de quienes cometieron esos crímenes siguen libres.

Siempre que concluye un año las estadísticas oficiales como las que presenta periódicamente el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se convierten en el primer pulso para medir la violencia que impera a niveles desbordados desde el año 2006. Hasta el 30 de noviembre pasado en más del 70 por ciento de los asesinatos perpetrados este año las víctimas murieron por disparos de arma de fuego. Mayo del 2021 ha sido el mes más violento de lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador con dos mil 997 muertos. En aquel mes los ataques armados se multiplicaron por tres en Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Tijuana y Cancún. Hubo enfrentamientos con más de cinco muertos en la sierra de Guerrero, en la región de Cajeme, Sonora; en los Altos de Jalisco, la costera de Acapulco; mientras Veracruz, Tabasco y Tamaulipas sacudieron la cuenca del Golfo de México de manera continua.

Si se revisan los informes oficiales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la Fiscalía General de la República (FGR), la Guardia Nacional, Ejército y Marina, en contados casos se informa de detenciones de probables responsables donde el homicidio doloso esté de por medio. Existe una disfunción muy marcada en este sexenio entre las dependencias encargadas de la prevención, investigación y procuración de justicia en delitos de alto impacto.

A eso se suma el divorcio con las principales agencias norteamericanas del mermado sistema de inteligencia civil (Centro Nacional de Inteligencia) encabezado por el general retirado Audomaro Martínez Zapata. El pobre desempeño del militar tabasqueño cuya carrera castrense fue –por decir lo menos—intrascendente, no importa en términos de mediciones y estadísticas pues goza de la confianza de su paisano y amigo que despacha en Palacio Nacional.

El pasado 21 de diciembre distintos medios de comunicación reportaron que la patrulla fronteriza detuvo en Yuma, Arizona a un ciudadano de origen yemení que aparece en la lista de probables terroristas de las agencias de inteligencia estadounidenses. Dos días después el Embajador norteamericano en México Ken Salazar visitó esa zona sin que emitiera algún comentario al respecto.

No es la primera vez que un hecho así sucede en esta región del país. Hace unos meses pasó lo mismo con dos ciudadanos de origen árabe que fueron detenidos por la patrulla fronteriza después de cruzar de manera ilegal la frontera por la zona de Mexicali-Calexico.

No es un secreto que las caravanas de migrantes sirven de camuflaje a ciudadanos de otros países con probables filiaciones terroristas para entrar al país y alcanzar la frontera con Estados Unidos. Hasta ahora los sistemas de inteligencia civil y militar han sido incapaces de detectarlos antes de llegar a territorio norteamericano.

¿Cambiará esto en 2022? Es muy probable que haya noticias de otro tipo. Por lo pronto ¡Feliz Año Nuevo!


El 2021 será recordado entre otras cosas como el año en que las cifras de asesinatos en México rompieron récord a mitad de sexenio con más de 102 mil casos, una estadística que arrastra una estela de impunidad que empató a este gobierno con sus antecesores ya que la gran mayoría de quienes cometieron esos crímenes siguen libres.

Siempre que concluye un año las estadísticas oficiales como las que presenta periódicamente el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se convierten en el primer pulso para medir la violencia que impera a niveles desbordados desde el año 2006. Hasta el 30 de noviembre pasado en más del 70 por ciento de los asesinatos perpetrados este año las víctimas murieron por disparos de arma de fuego. Mayo del 2021 ha sido el mes más violento de lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador con dos mil 997 muertos. En aquel mes los ataques armados se multiplicaron por tres en Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Tijuana y Cancún. Hubo enfrentamientos con más de cinco muertos en la sierra de Guerrero, en la región de Cajeme, Sonora; en los Altos de Jalisco, la costera de Acapulco; mientras Veracruz, Tabasco y Tamaulipas sacudieron la cuenca del Golfo de México de manera continua.

Si se revisan los informes oficiales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la Fiscalía General de la República (FGR), la Guardia Nacional, Ejército y Marina, en contados casos se informa de detenciones de probables responsables donde el homicidio doloso esté de por medio. Existe una disfunción muy marcada en este sexenio entre las dependencias encargadas de la prevención, investigación y procuración de justicia en delitos de alto impacto.

A eso se suma el divorcio con las principales agencias norteamericanas del mermado sistema de inteligencia civil (Centro Nacional de Inteligencia) encabezado por el general retirado Audomaro Martínez Zapata. El pobre desempeño del militar tabasqueño cuya carrera castrense fue –por decir lo menos—intrascendente, no importa en términos de mediciones y estadísticas pues goza de la confianza de su paisano y amigo que despacha en Palacio Nacional.

El pasado 21 de diciembre distintos medios de comunicación reportaron que la patrulla fronteriza detuvo en Yuma, Arizona a un ciudadano de origen yemení que aparece en la lista de probables terroristas de las agencias de inteligencia estadounidenses. Dos días después el Embajador norteamericano en México Ken Salazar visitó esa zona sin que emitiera algún comentario al respecto.

No es la primera vez que un hecho así sucede en esta región del país. Hace unos meses pasó lo mismo con dos ciudadanos de origen árabe que fueron detenidos por la patrulla fronteriza después de cruzar de manera ilegal la frontera por la zona de Mexicali-Calexico.

No es un secreto que las caravanas de migrantes sirven de camuflaje a ciudadanos de otros países con probables filiaciones terroristas para entrar al país y alcanzar la frontera con Estados Unidos. Hasta ahora los sistemas de inteligencia civil y militar han sido incapaces de detectarlos antes de llegar a territorio norteamericano.

¿Cambiará esto en 2022? Es muy probable que haya noticias de otro tipo. Por lo pronto ¡Feliz Año Nuevo!