/ viernes 18 de marzo de 2022

Espejos de Vida | Un niño que descubrió el dolor

Hace tiempo abordé los conceptos de causalidad y casualidad, siendo la primera la que me lleva a buscar un libro adecuado para jóvenes y la segunda, permitió que los almacenadores y servidores de Google me presenten a este grandioso novelista brasileño José Mauro de Vasconcelos (19201-1984), perteneciente a una familia que vivía en extrema pobreza, aprendió a desarrollar la sensibilidad y respeto hacia los desprotegidos, temas que abordó en una veintena de libros que le llevaron a ser reconocido como uno de los autores brasileños más destacados del siglo XX.

Esta recomendación y reseña se centra en el libro “Mi planta de naranja lima” publicado en 1986, reconocido como autobiografía que retrata la niñez precaria, pero al mismo tiempo llena de aventuras y fantasías del autor.

Esta escrito con vocabulario sencillo, es una lectura ágil y rápida, se divide en dos partes, 14 capítulos distribuidos en 94 páginas; novela dirigida al público infantil, sin embargo, tiene el potencial de atrapar la atención de los lectores que se aventuran entre su lectura, sin importar la edad.

El protagonista principal es un niño de cinco años, quien tiene una sagacidad e inteligencia muy sobresaliente para su edad; sus padres, abrumados por los problemas económicos, no tienen la capacidad de entenderlo y sus travesuras eran con frecuencia castigadas, utilizando golpes, violencia verbal y física que lo dejaban en cama por varios días, además de lastimar su autoestima, al decirle que el diablo habitaba en si interior

A través de su historia, se aprende a reconocer esa visión, creatividad e imaginación del infante, capaz de hacer maravillas con el pensamiento; un niño que se desprende del egocentrismo y antepone las necesidades y fantasías de su familia antes que las suyas; que encuentra en su tío jubilado a su primer maestro, ya que era quien respondía las preguntas inquisidoras para conocer y comprender el mundo que le rodeaba.

Cada personaje es único y especial, su personificación es parte importante de la trama; los hay protectores y tiranos, ambos encontrados principalmente en el entorno familiar; otros, en el contexto inmediato, como su maestra y el inolvidable señor portugués, quien fue capaz de escucharlo, comprenderlo y amarlo como si fuera su propio hijo.

Hay canto, poesía, música en las palabras, sueños y la increíble capacidad del niño del habla interna; él decía que había un pajarito que habitaba en su interior y era el que le daba voces a los objetos y cosas a su alrededor, como con su árbol de naranja- lima, con la que podía entablar largas conversaciones, sintiendo su protección, consejo y abrigo.

Nos presenta a una madre ausente, absorta en el trabajo de fábrica, mismo que acapara su tiempo, fuerzas y existencia, ya que ella es proveedora del hogar y cuando regresa a casa, está demasiado cansada para interactuar con su niño. A un padre sin empleo, lleno de rencor y coraje contra las circunstancias que le presenta el mundo, y responde a goles, ante las travesuras inocentes de su hijo, como medida disciplinar.

Esta novela, lleva al lector a sumergirse en un torbellino emocional, de la indignación al asombro, de las lágrimas a las risas, del reconocimiento de la grandeza de un pequeño que pensó en acabar con su existencia ante las adversidades encontradas; que sufre el duelo por la pérdida de un ser querido y se abandona a la muerte; la luz del amor encendida en su familia le vuelve a bañar su alma de esperanza.

Cierro con una de las frases: ―Matar no quiere decir que uno tome el revólver y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va dejando de querer. Y un buen día la persona muere.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra

Hace tiempo abordé los conceptos de causalidad y casualidad, siendo la primera la que me lleva a buscar un libro adecuado para jóvenes y la segunda, permitió que los almacenadores y servidores de Google me presenten a este grandioso novelista brasileño José Mauro de Vasconcelos (19201-1984), perteneciente a una familia que vivía en extrema pobreza, aprendió a desarrollar la sensibilidad y respeto hacia los desprotegidos, temas que abordó en una veintena de libros que le llevaron a ser reconocido como uno de los autores brasileños más destacados del siglo XX.

Esta recomendación y reseña se centra en el libro “Mi planta de naranja lima” publicado en 1986, reconocido como autobiografía que retrata la niñez precaria, pero al mismo tiempo llena de aventuras y fantasías del autor.

Esta escrito con vocabulario sencillo, es una lectura ágil y rápida, se divide en dos partes, 14 capítulos distribuidos en 94 páginas; novela dirigida al público infantil, sin embargo, tiene el potencial de atrapar la atención de los lectores que se aventuran entre su lectura, sin importar la edad.

El protagonista principal es un niño de cinco años, quien tiene una sagacidad e inteligencia muy sobresaliente para su edad; sus padres, abrumados por los problemas económicos, no tienen la capacidad de entenderlo y sus travesuras eran con frecuencia castigadas, utilizando golpes, violencia verbal y física que lo dejaban en cama por varios días, además de lastimar su autoestima, al decirle que el diablo habitaba en si interior

A través de su historia, se aprende a reconocer esa visión, creatividad e imaginación del infante, capaz de hacer maravillas con el pensamiento; un niño que se desprende del egocentrismo y antepone las necesidades y fantasías de su familia antes que las suyas; que encuentra en su tío jubilado a su primer maestro, ya que era quien respondía las preguntas inquisidoras para conocer y comprender el mundo que le rodeaba.

Cada personaje es único y especial, su personificación es parte importante de la trama; los hay protectores y tiranos, ambos encontrados principalmente en el entorno familiar; otros, en el contexto inmediato, como su maestra y el inolvidable señor portugués, quien fue capaz de escucharlo, comprenderlo y amarlo como si fuera su propio hijo.

Hay canto, poesía, música en las palabras, sueños y la increíble capacidad del niño del habla interna; él decía que había un pajarito que habitaba en su interior y era el que le daba voces a los objetos y cosas a su alrededor, como con su árbol de naranja- lima, con la que podía entablar largas conversaciones, sintiendo su protección, consejo y abrigo.

Nos presenta a una madre ausente, absorta en el trabajo de fábrica, mismo que acapara su tiempo, fuerzas y existencia, ya que ella es proveedora del hogar y cuando regresa a casa, está demasiado cansada para interactuar con su niño. A un padre sin empleo, lleno de rencor y coraje contra las circunstancias que le presenta el mundo, y responde a goles, ante las travesuras inocentes de su hijo, como medida disciplinar.

Esta novela, lleva al lector a sumergirse en un torbellino emocional, de la indignación al asombro, de las lágrimas a las risas, del reconocimiento de la grandeza de un pequeño que pensó en acabar con su existencia ante las adversidades encontradas; que sufre el duelo por la pérdida de un ser querido y se abandona a la muerte; la luz del amor encendida en su familia le vuelve a bañar su alma de esperanza.

Cierro con una de las frases: ―Matar no quiere decir que uno tome el revólver y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va dejando de querer. Y un buen día la persona muere.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra