/ viernes 3 de septiembre de 2021

Espejos de vida | Panegrífico para Coty

En la medida que nos aproximamos a conocer a las personas y las cosas que nos rodean, nos quedamos maravillados de lo extraordinario que pueden llegar a ser. Conocer implica tener nociones del sujeto u objeto por conocer. De tal manera, que decido compartir con todos los lectores el conocimiento y aprecio que profeso por una persona de la comunidad con quien además hay lazos de parentesco.

Josefina García Sandoval, mejor conocida como “Coty”, vino al mundo el 6 de febrero de 1937, cobijada por el hermoso cielo de Balleza, Chihuahua. Los primeros diez años de su vida los pasó en esa cabecera municipal, conservando recuerdos gloriosos de su niñez, ya que tiene la fortuna de contar con una memoria prodigiosa, que le permite narrar eventos del ayer con una nitidez y claridad como si acabaran de acontecer. Sus maestras de 1º, 2º y 3º de primaria: Panchita Sotelo Olivas, Emita Leal y la señorita Rebeca Medina. Narra que en esos tiempos no había libros de texto, solo cuadernos simples u hojas de papel manila donde se tomaban apuntes. La maestra Panchita gustaba de empezar sus clases entonando al unísono con su grupo alguna canción de moda, como la de “Cartas marcadas”, mostrando predilección por el entonces alumno: Ernesto Olivas Lozano, ya que poseía una voz rítmica y entonada al cantar.

De la maestra Rebeca Medina, recuerda los versos de algunos de los poemas que les enseñó y que declamaban en las distintas celebraciones:

“Maestra de mis amores/ en este día que es tu día/con la mayor alegría/ te ofrezco estas bellas flores/ que con ellas corrobores/ mi amor que es muy sincero/ porque tierna yo te quiero/ con un amor tan profundo/ que de todas las del mundo/ tú serás siempre primero/…

Su familia se muda a la ciudad de Parral antes de concluir su tercer grado e ingresa a la Escuela Primaria 100, que estaba atrás del cine Alcázar, la dirección estaba a cargo de la profesora Eva Valles de Delgado. Los últimos tres grados escolares los cursó en el Instituto Parralense, recordando con mucho cariño los nombres y principales aventuras y travesuras que vivió en esos años. En cuarto, su mentora fue la profesora Bertha Tinoco, quien ejecutaba el piano magistralmente; en quinto, la maestra Josefina Baca y en sexto, la Profra. Elvira Hernández.

En 1950 hizo el curso comercial en la escuela Justo Sierra, adquiriendo el título de Contadora Privada, además de las herramientas fundamentales para desempeñarse en algunos trabajos:

Laboró con el señor Héctor Arras que vendía seguros, después incluyó las aspiradoras y finalmente se convirtió en una inmensa tienda de regalos, donde ella era la encargada de hacer limpieza, atender a la clientela y llevar la contabilidad propia del negocio.

Contrae matrimonio y procrea tres hijos; inquieta e innovadora por naturaleza, empieza a dedicarse al arreglo de salones y espacios para eventos sociales, decoró el Salón Grand Radiant para su inauguración, y otras muchas celebraciones, atendiendo con esmero y dedicación este noble trabajo, aunado a su carácter afable, siempre con una sonrisa en sus labios, con una broma o chascarrillo adecuado al momento, con leyendas e historias que hacen la delicia de todos los que tenemos la fortuna de conocerle.

Posteriormente se divorcia, sus hijos emigran fuera del país, luego queda viuda, vence un cáncer de tiroides, pero ninguna circunstancia le ha doblegado. Ella sigue brillando en todos los espacios que frecuenta, es una chispa de luz y alegría y un gran ejemplo de vida.

María del Refugio Sandoval | Maestra Jubilada

En la medida que nos aproximamos a conocer a las personas y las cosas que nos rodean, nos quedamos maravillados de lo extraordinario que pueden llegar a ser. Conocer implica tener nociones del sujeto u objeto por conocer. De tal manera, que decido compartir con todos los lectores el conocimiento y aprecio que profeso por una persona de la comunidad con quien además hay lazos de parentesco.

Josefina García Sandoval, mejor conocida como “Coty”, vino al mundo el 6 de febrero de 1937, cobijada por el hermoso cielo de Balleza, Chihuahua. Los primeros diez años de su vida los pasó en esa cabecera municipal, conservando recuerdos gloriosos de su niñez, ya que tiene la fortuna de contar con una memoria prodigiosa, que le permite narrar eventos del ayer con una nitidez y claridad como si acabaran de acontecer. Sus maestras de 1º, 2º y 3º de primaria: Panchita Sotelo Olivas, Emita Leal y la señorita Rebeca Medina. Narra que en esos tiempos no había libros de texto, solo cuadernos simples u hojas de papel manila donde se tomaban apuntes. La maestra Panchita gustaba de empezar sus clases entonando al unísono con su grupo alguna canción de moda, como la de “Cartas marcadas”, mostrando predilección por el entonces alumno: Ernesto Olivas Lozano, ya que poseía una voz rítmica y entonada al cantar.

De la maestra Rebeca Medina, recuerda los versos de algunos de los poemas que les enseñó y que declamaban en las distintas celebraciones:

“Maestra de mis amores/ en este día que es tu día/con la mayor alegría/ te ofrezco estas bellas flores/ que con ellas corrobores/ mi amor que es muy sincero/ porque tierna yo te quiero/ con un amor tan profundo/ que de todas las del mundo/ tú serás siempre primero/…

Su familia se muda a la ciudad de Parral antes de concluir su tercer grado e ingresa a la Escuela Primaria 100, que estaba atrás del cine Alcázar, la dirección estaba a cargo de la profesora Eva Valles de Delgado. Los últimos tres grados escolares los cursó en el Instituto Parralense, recordando con mucho cariño los nombres y principales aventuras y travesuras que vivió en esos años. En cuarto, su mentora fue la profesora Bertha Tinoco, quien ejecutaba el piano magistralmente; en quinto, la maestra Josefina Baca y en sexto, la Profra. Elvira Hernández.

En 1950 hizo el curso comercial en la escuela Justo Sierra, adquiriendo el título de Contadora Privada, además de las herramientas fundamentales para desempeñarse en algunos trabajos:

Laboró con el señor Héctor Arras que vendía seguros, después incluyó las aspiradoras y finalmente se convirtió en una inmensa tienda de regalos, donde ella era la encargada de hacer limpieza, atender a la clientela y llevar la contabilidad propia del negocio.

Contrae matrimonio y procrea tres hijos; inquieta e innovadora por naturaleza, empieza a dedicarse al arreglo de salones y espacios para eventos sociales, decoró el Salón Grand Radiant para su inauguración, y otras muchas celebraciones, atendiendo con esmero y dedicación este noble trabajo, aunado a su carácter afable, siempre con una sonrisa en sus labios, con una broma o chascarrillo adecuado al momento, con leyendas e historias que hacen la delicia de todos los que tenemos la fortuna de conocerle.

Posteriormente se divorcia, sus hijos emigran fuera del país, luego queda viuda, vence un cáncer de tiroides, pero ninguna circunstancia le ha doblegado. Ella sigue brillando en todos los espacios que frecuenta, es una chispa de luz y alegría y un gran ejemplo de vida.

María del Refugio Sandoval | Maestra Jubilada