/ viernes 1 de octubre de 2021

Espejos de vida | Las ventanas de la lectura

Es el nombre que lleva una de las columnas en las que participo periódicamente en la revista digital “Aculturados”, que como su nombre lo indica, tiene relación con la cultura en general. Cuando me fue solicitado el título de mi columna, pase por un momento de vacilación, porque conocía con certeza el objetivo trazado de mis participaciones, pero siempre que elaboro un escrito, suelo dejar el título al final, entro en un proceso de analizar las distintas aristas y perspectivas que conlleva el texto para tratar de bautizarle de la manera más acertada posible.

Se dice que el título es el primer gancho que puede atrapar al lector, por lo que debe ser sugerente, persuasivo y atrayente. De tal manera, que utilizo la palabra «ventanas» como una parte inherente del mundo literario, que permite asomarse y recrearse con el espectáculo que está listo para presentarse ante los ojos del lector.

Son ventanas abiertas, nítidas, llenas de luz, con reflejos de conocimientos, aprendizajes y sabiduría que ha sido almacenada en la biblioteca de la vida. Hoy más que nunca, esas ventanas se han expandido, han ensanchado su visión y están al alcance de toda la población. Permiten sentarse en su marco, brincar al exterior, gozarse de la poesía, del cuento, de la novela y de todos los géneros literarios, incluso, viajar a través del tiempo y conocer otros contextos, personajes y dar sentido a esa fusión de los tiempos verbales.

Jorge Luis Borges, uno de los lectores más acérrimos que a pesar de sufrir un problema progresivo de visión que le llevó a la ceguera completa, expresó respecto a la lectura: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’ La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.

Las generaciones adultas somos educadores de la población joven y la mejor manera de comunicar algo es a través del ejemplo. Abuelos y padres debemos leer a los niños, mostrarles la magia y el poder que entrañan las letras, estimular su imaginación y capacidad creadora por medio de ese universo infinito de fantasía, ficción, realismo mágico, aventura, ciencia, entre otros, que viene implícito en cada historia.

Los hábitos se forman mediante la repetición constante y estos a su vez van formando las conductas esperadas. Inculcar la pasión por la lectura, es un proceso paulatino, lento y gradual que reditúa grandes beneficios, tales como el deleite personal, el desarrollo del pensamiento, del lenguaje y la capacidad crítica de interpretar el mundo, así como la toma de decisiones más asertivas.

En nuestra memoria subyacen algunos recuerdos de quien nos enseñó a leer, las melodías silábicas entonadas, la unión de letras, alguna lección que quedó anidada en los rincones del pensamiento, aquella fábula que nos hizo reír y reflexionar, el poema que debimos memorizar para declamar, los versos que escribimos en los albores de la juventud, las cartas, la letra de una canción, la trama de un libro llevado a película, la obra de teatro salida de un guion e incluso, el título del libro que fuimos obligados a leer para obtener una nota académica.

Hoy más que nunca, esas ventanas se encuentran diseminadas por el globo terráqueo, la tecnología provee de infinidad de sitios, plataformas y recursos que nos permiten tener un acercamiento virtual con la lectura, sin embargo, ahí también tenemos injerencia directa los adultos, de revisar, proponer y dar seguimiento a las lecturas efectuadas.

Maestra María del Refugio Sandoval Olivas

Es el nombre que lleva una de las columnas en las que participo periódicamente en la revista digital “Aculturados”, que como su nombre lo indica, tiene relación con la cultura en general. Cuando me fue solicitado el título de mi columna, pase por un momento de vacilación, porque conocía con certeza el objetivo trazado de mis participaciones, pero siempre que elaboro un escrito, suelo dejar el título al final, entro en un proceso de analizar las distintas aristas y perspectivas que conlleva el texto para tratar de bautizarle de la manera más acertada posible.

Se dice que el título es el primer gancho que puede atrapar al lector, por lo que debe ser sugerente, persuasivo y atrayente. De tal manera, que utilizo la palabra «ventanas» como una parte inherente del mundo literario, que permite asomarse y recrearse con el espectáculo que está listo para presentarse ante los ojos del lector.

Son ventanas abiertas, nítidas, llenas de luz, con reflejos de conocimientos, aprendizajes y sabiduría que ha sido almacenada en la biblioteca de la vida. Hoy más que nunca, esas ventanas se han expandido, han ensanchado su visión y están al alcance de toda la población. Permiten sentarse en su marco, brincar al exterior, gozarse de la poesía, del cuento, de la novela y de todos los géneros literarios, incluso, viajar a través del tiempo y conocer otros contextos, personajes y dar sentido a esa fusión de los tiempos verbales.

Jorge Luis Borges, uno de los lectores más acérrimos que a pesar de sufrir un problema progresivo de visión que le llevó a la ceguera completa, expresó respecto a la lectura: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’ La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.

Las generaciones adultas somos educadores de la población joven y la mejor manera de comunicar algo es a través del ejemplo. Abuelos y padres debemos leer a los niños, mostrarles la magia y el poder que entrañan las letras, estimular su imaginación y capacidad creadora por medio de ese universo infinito de fantasía, ficción, realismo mágico, aventura, ciencia, entre otros, que viene implícito en cada historia.

Los hábitos se forman mediante la repetición constante y estos a su vez van formando las conductas esperadas. Inculcar la pasión por la lectura, es un proceso paulatino, lento y gradual que reditúa grandes beneficios, tales como el deleite personal, el desarrollo del pensamiento, del lenguaje y la capacidad crítica de interpretar el mundo, así como la toma de decisiones más asertivas.

En nuestra memoria subyacen algunos recuerdos de quien nos enseñó a leer, las melodías silábicas entonadas, la unión de letras, alguna lección que quedó anidada en los rincones del pensamiento, aquella fábula que nos hizo reír y reflexionar, el poema que debimos memorizar para declamar, los versos que escribimos en los albores de la juventud, las cartas, la letra de una canción, la trama de un libro llevado a película, la obra de teatro salida de un guion e incluso, el título del libro que fuimos obligados a leer para obtener una nota académica.

Hoy más que nunca, esas ventanas se encuentran diseminadas por el globo terráqueo, la tecnología provee de infinidad de sitios, plataformas y recursos que nos permiten tener un acercamiento virtual con la lectura, sin embargo, ahí también tenemos injerencia directa los adultos, de revisar, proponer y dar seguimiento a las lecturas efectuadas.

Maestra María del Refugio Sandoval Olivas