/ viernes 1 de enero de 2021

Espejos de vida | Fin de año

Nuestra existencia se mide a través del tiempo, de los giros en ondas elípticas que danzan alrededor del sistema solar; de acuerdo al calendario Gregoriano, cada 365 días culmina un ciclo y nos preparamos para iniciar el otro. Nos permitimos festejar y despedir al año viejo en medio de remembranzas, anécdotas y miradas a través de un retrovisor, sopesando logros, triunfos, obstáculos, pérdidas humanas y materiales, así como el regocijo de abrir los brazos y dar la bienvenida a nuevas vidas y ganancias obtenidas.

Estas reflexiones dan paso a los propósitos de año nuevo, donde decidimos hacer un alto en el ritmo y ajetreo cotidiano, y empezamos a hacer un examen de conciencia para tratar de convertir las debilidades en fortalezas; nos proponemos entre otras cosas: cuidar nuestra salud, los alimentos que ingerimos, corregir los malos hábitos e implementar nuevas rutinas que propicien equilibrio y balance a nuestro organismo, así como la mejoría en las relaciones personales. familiares y sociales.

Revestirse de ideologías es una de las prioridades constantes; cubrir los chakras de energía positiva, rodearse de gente que aporte a nuestro crecimiento y bienestar, aportar a las dimensiones del conocimiento, a la inmersión y comprensión de emociones propias y ajenas, mismas que desde los aristotélicos eran consideradas como afecciones del alma acompañadas de dolor o placer, bañadas de expectativas, creencias y elementos racionales; así como al fortalecimiento de la espiritualidad, como parte inherente del ser humano.

Aún y cuando pareciera que cada ciclo es una repetición de eventos, las personas, circunstancias, causas y respuestas emitidas son distintas. Ya lo decía el filósofo Heráclito de Éfeso “No podemos cruzar dos veces las mismas aguas en un mismo río”.

En lo que respecta al año 2020, se convierte en ícono del pasado, al igual que sus antecesores será reconocido como un año viejo; pero este en particular, tiene una marca distintiva impresa por el contagio, enfermedad y muerte que ha traído la pandemia, mostrando más que nunca, la fragilidad humana y la línea finita que separa de la salud y enfermedad, así como de la vida y la muerte.

Su impacto ha trascendido a todas las esferas sociales, repercutiendo en los ámbitos educativos, políticos, económicos, laborales y emocionales de toda la población; ha tocado a la puerta de familiares, amigos y conocidos.

De tal suerte, que uno de los propósitos generales de la población, es que este año viejo se lleve consigo ese huésped que llegó sin ser invitado y que ha prolongado su estancia a consta del miedo, dolor y sufrimiento.

Sin embargo, reconozco que, dentro de las ambivalencias, hemos encontrado nuevas maneras de convivencia, cambiando hábitos, rutinas y costumbres; revalorando lo esencial, disfrutando más nuestro entorno familiar y espacios privados, volviendo a tener tiempo para la lectura, la escritura, la introspección, el diálogo interno y el disfrute de la soledad.

Demos pues la bienvenida al nuevo sucesor, ya está emitiendo su silbido frente a la puerta principal, trae doce vagones cargados de sorpresas; cada uno abrirá a su tiempo y mostrará su contenido; se encuentra presto, listo para iniciar su recorrido, grandes letreros anuncian su llegada y lleva por nombre 2021.

¡Feliz año nuevo!


Nuestra existencia se mide a través del tiempo, de los giros en ondas elípticas que danzan alrededor del sistema solar; de acuerdo al calendario Gregoriano, cada 365 días culmina un ciclo y nos preparamos para iniciar el otro. Nos permitimos festejar y despedir al año viejo en medio de remembranzas, anécdotas y miradas a través de un retrovisor, sopesando logros, triunfos, obstáculos, pérdidas humanas y materiales, así como el regocijo de abrir los brazos y dar la bienvenida a nuevas vidas y ganancias obtenidas.

Estas reflexiones dan paso a los propósitos de año nuevo, donde decidimos hacer un alto en el ritmo y ajetreo cotidiano, y empezamos a hacer un examen de conciencia para tratar de convertir las debilidades en fortalezas; nos proponemos entre otras cosas: cuidar nuestra salud, los alimentos que ingerimos, corregir los malos hábitos e implementar nuevas rutinas que propicien equilibrio y balance a nuestro organismo, así como la mejoría en las relaciones personales. familiares y sociales.

Revestirse de ideologías es una de las prioridades constantes; cubrir los chakras de energía positiva, rodearse de gente que aporte a nuestro crecimiento y bienestar, aportar a las dimensiones del conocimiento, a la inmersión y comprensión de emociones propias y ajenas, mismas que desde los aristotélicos eran consideradas como afecciones del alma acompañadas de dolor o placer, bañadas de expectativas, creencias y elementos racionales; así como al fortalecimiento de la espiritualidad, como parte inherente del ser humano.

Aún y cuando pareciera que cada ciclo es una repetición de eventos, las personas, circunstancias, causas y respuestas emitidas son distintas. Ya lo decía el filósofo Heráclito de Éfeso “No podemos cruzar dos veces las mismas aguas en un mismo río”.

En lo que respecta al año 2020, se convierte en ícono del pasado, al igual que sus antecesores será reconocido como un año viejo; pero este en particular, tiene una marca distintiva impresa por el contagio, enfermedad y muerte que ha traído la pandemia, mostrando más que nunca, la fragilidad humana y la línea finita que separa de la salud y enfermedad, así como de la vida y la muerte.

Su impacto ha trascendido a todas las esferas sociales, repercutiendo en los ámbitos educativos, políticos, económicos, laborales y emocionales de toda la población; ha tocado a la puerta de familiares, amigos y conocidos.

De tal suerte, que uno de los propósitos generales de la población, es que este año viejo se lleve consigo ese huésped que llegó sin ser invitado y que ha prolongado su estancia a consta del miedo, dolor y sufrimiento.

Sin embargo, reconozco que, dentro de las ambivalencias, hemos encontrado nuevas maneras de convivencia, cambiando hábitos, rutinas y costumbres; revalorando lo esencial, disfrutando más nuestro entorno familiar y espacios privados, volviendo a tener tiempo para la lectura, la escritura, la introspección, el diálogo interno y el disfrute de la soledad.

Demos pues la bienvenida al nuevo sucesor, ya está emitiendo su silbido frente a la puerta principal, trae doce vagones cargados de sorpresas; cada uno abrirá a su tiempo y mostrará su contenido; se encuentra presto, listo para iniciar su recorrido, grandes letreros anuncian su llegada y lleva por nombre 2021.

¡Feliz año nuevo!