/ viernes 15 de abril de 2022

Espejos de vida | Día mundial del libro y derechos de autor

Cito como preámbulo introductorio a la escritora y filóloga española Irene Vallejo quien dice que las palabras son el tejido con las que construimos la visión del mundo, sirven para reivindicar y trasladar esa pasión por el conocimiento y el saber, por lo que nuestra voz llega a convertirse en libros humanos, en polifonías, en ecos que viajan a través del tiempo y tienen la magia de trasladar al lector al universo descrito por medio de palabras.

Su ensayo sobre el mundo contemporáneo: “El universo en un junco” brinda datos históricos que remontan hasta Egipto, Roma, Grecia, dando muestra de su capacidad histriónica e investigativa que la ha llevado a ser una excelente narradora; involucra además, datos personales sobre su gusto por la mitología, leyendas, series, películas y una cadena de sucesos que reconectan con el pasado reivindicando el rol del libro, desde su génesis hasta la supervivencia actual.

Expresa enfáticamente, que con los libros se entablan relaciones muy íntimas, hay pasión, amor; porque por medio de los relatos se construyen significados; los escritores, son personajes que visten los libros con túnicas de palabras y ornamentos de sentidos; dan peso a su experiencia, construyen un mundo interior con puentes que funcionan como vínculos de enlace con las personas que acceden a visitar sus páginas e ir reconstruyendo ese encuentro entre un contexto descrito por el autor y una interpretación del lector.

Las primeras formas de escritura pintaban las imágenes, los conceptos, hasta que nace la idea de crear el alfabeto, que responde a sonidos y por medio de estos se puede expresar en forma comprimida esos significados. Decía el poeta Homero, que las palabras son aladas, se pueden perder, y al quedar atrapadas en un texto, se podía constatar su durabilidad y permanencia.

La etimología de la palabra libro, proviene de libris, que hace alusión a la corteza del árbol utilizado en la época de los romanos como material para escribir antes de la invención del papel. También se relaciona con el valor de la libertad, porque destruye los barrotes del analfabetismo, abre caminos, tiende puentes hacia otras realidades, es una luz que brilla para combatir la ignorancia; motivo por el cual, autores, traductores y escribanos han sufrido la represión, aislamiento y persecución para evitar que salga a la luz, lo que a algunos intereses no les es conveniente.

Se han utilizado distintos formatos a través del tiempo, como papiros, pergaminos, hasta la invención de la imprenta en 1471 y últimamente, el gran salto global, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), traen a colación los libros digitales, que son una maravillosa alternativa, que pueden encontrarse en forma gratuita o adquirirse mediante compras en línea desde la comodidad del hogar.

A partir de 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), decide implementar el 23 de abril, como una fecha conmemorativa del libro, basada en el nacimiento o fallecimiento de los grandes escritores: William Shakespeare, Cervantes y Garcilaso de la Vega, así como la celebración de los derechos de autor, reconocidos como un conjunto de principios jurídicos y normas que establecen los derechos morales, patrimoniales y universales que poseen los autores.

Esta fiesta cultural involucra principalmente a los protagonistas estrellas “los libros”, pero también a todos los promotores y difusores culturales, llámese editoriales, escritores, ilustradores, traductores, librerías, bibliotecarios, mediadores, pero ninguno tendría razón de ser, sin los lectores.

Cierro con la expresión de Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO: “Los libros tienen esa capacidad, única de entretenernos, de instruirnos, de ser la voz, el instrumento que sirve para salir de sí mismo y para encontrarse con un autor, un universo, una cultura…”


María del Refugio Sandoval | Maestra jubilada

Cito como preámbulo introductorio a la escritora y filóloga española Irene Vallejo quien dice que las palabras son el tejido con las que construimos la visión del mundo, sirven para reivindicar y trasladar esa pasión por el conocimiento y el saber, por lo que nuestra voz llega a convertirse en libros humanos, en polifonías, en ecos que viajan a través del tiempo y tienen la magia de trasladar al lector al universo descrito por medio de palabras.

Su ensayo sobre el mundo contemporáneo: “El universo en un junco” brinda datos históricos que remontan hasta Egipto, Roma, Grecia, dando muestra de su capacidad histriónica e investigativa que la ha llevado a ser una excelente narradora; involucra además, datos personales sobre su gusto por la mitología, leyendas, series, películas y una cadena de sucesos que reconectan con el pasado reivindicando el rol del libro, desde su génesis hasta la supervivencia actual.

Expresa enfáticamente, que con los libros se entablan relaciones muy íntimas, hay pasión, amor; porque por medio de los relatos se construyen significados; los escritores, son personajes que visten los libros con túnicas de palabras y ornamentos de sentidos; dan peso a su experiencia, construyen un mundo interior con puentes que funcionan como vínculos de enlace con las personas que acceden a visitar sus páginas e ir reconstruyendo ese encuentro entre un contexto descrito por el autor y una interpretación del lector.

Las primeras formas de escritura pintaban las imágenes, los conceptos, hasta que nace la idea de crear el alfabeto, que responde a sonidos y por medio de estos se puede expresar en forma comprimida esos significados. Decía el poeta Homero, que las palabras son aladas, se pueden perder, y al quedar atrapadas en un texto, se podía constatar su durabilidad y permanencia.

La etimología de la palabra libro, proviene de libris, que hace alusión a la corteza del árbol utilizado en la época de los romanos como material para escribir antes de la invención del papel. También se relaciona con el valor de la libertad, porque destruye los barrotes del analfabetismo, abre caminos, tiende puentes hacia otras realidades, es una luz que brilla para combatir la ignorancia; motivo por el cual, autores, traductores y escribanos han sufrido la represión, aislamiento y persecución para evitar que salga a la luz, lo que a algunos intereses no les es conveniente.

Se han utilizado distintos formatos a través del tiempo, como papiros, pergaminos, hasta la invención de la imprenta en 1471 y últimamente, el gran salto global, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), traen a colación los libros digitales, que son una maravillosa alternativa, que pueden encontrarse en forma gratuita o adquirirse mediante compras en línea desde la comodidad del hogar.

A partir de 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), decide implementar el 23 de abril, como una fecha conmemorativa del libro, basada en el nacimiento o fallecimiento de los grandes escritores: William Shakespeare, Cervantes y Garcilaso de la Vega, así como la celebración de los derechos de autor, reconocidos como un conjunto de principios jurídicos y normas que establecen los derechos morales, patrimoniales y universales que poseen los autores.

Esta fiesta cultural involucra principalmente a los protagonistas estrellas “los libros”, pero también a todos los promotores y difusores culturales, llámese editoriales, escritores, ilustradores, traductores, librerías, bibliotecarios, mediadores, pero ninguno tendría razón de ser, sin los lectores.

Cierro con la expresión de Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO: “Los libros tienen esa capacidad, única de entretenernos, de instruirnos, de ser la voz, el instrumento que sirve para salir de sí mismo y para encontrarse con un autor, un universo, una cultura…”


María del Refugio Sandoval | Maestra jubilada