/ viernes 12 de febrero de 2021

Espejos de vida | Amor y amistad

Dos palabras simples, conformadas por cuatro y siete letras, tan importantes que empiezan con la primera letra del abecedario. Ambas, encierran los principales valores universales que deberían regir el mundo.

Primeramente, hago referencia al amor, cuya etimología de la raíz indoeuropea tiene relación con la voz infantil para llamar a la madre; siendo este el primer amor que todos los seres humanos deberíamos de experimentar y vivir desde el momento de la concepción y los procesos de desarrollo subsecuentes.

Dentro de la diversidad y unicidad que nos caracteriza, llegamos al mundo viajando por diferente transporte en nuestro primer viaje, por distintos canales, contextos y circunstancias.

En lo que a mí persona respecta, soy una persona afortunada; mi existencia ha estado rodeada de amor; éste, ha sido el bálsamo paliativo ante las adversidades; el milagro de sanación, la razón de reír, gozar y vivir. El manto protector de mamá cobijó mi existencia por más de nueve décadas; el círculo concéntrico de mi familia ha tendido redes de apoyo, soporte y cariño a través de los años; en mi esposo, he encontrado la sombra protectora, la fuente de inspiración, de pasión, la raíz principal de nuestro propio huerto familiar, cuyas semillas siguen germinando y expandiendo sus frutos, resguardados bajo su custodia y alimentándose de la savia de su experiencia.

En mis hijos, he renacido cada día, redescubriendo los laberintos del amor filial, encontrando en su abrazo en sus caricias, ese manantial inagotable de cariño, de esperanza, e ilusión.

Mis nietos, son el motor de arranque hoy en día, mirarme en sus pupilas, en su inocencia en su candor; recrearme en sus sueños, ser la voz portadora de experiencia, quien les guía con mano firme, con certeza y les muestra un mundo de color.

La amistad siempre ha merodeado mi existencia, desde niña daba luz, aliento y calor, me he gozado de grandes amistades, en mi pueblo, en la escuela, en todos los contextos presenciales y últimamente, incluso en los espacios virtuales.

Llegó el momento de empezar a tejer ilusiones, la poesía alumbró las noches de vigilia e hizo palpitar los corazones; pequeños secretos confinados al silencio, a la complicidad de miradas, pequeñas mentiras tejidas con ilusiones vagas.

Amigas con los que he compartido sueños, errores, logros y tropiezos, a quienes escucho y he puesto mi hombro para subsanar sus cuitas, mi tiempo para estrechas sus manos, secar sus lágrimas; a cambio, he recibido altos intereses de lealtad, cariño y abrazo oportuno. amigas de infancia, de juegos, de vagancias compartidas, con quienes los días parecían instantes y los años días; amigas de mi pueblo, jamás se les olvida.

Amigas que hemos crecido a través del tiempo, nos hicimos de pareja, de hijos, de nietos; hemos visto nuestros quebrantos, gozando las alegrías, cual fieles espectadoras en la obra de la vida; a veces hay júbilo, tristezas y congojas; nacimientos y despedidas, y ahí están, ahí permanecen, listas para levantarte cuando sufres alguna caída.

Por eso y más hoy celebro con alegría, un encuentro más con el amor y la amistad, agradezco que sean mis fieles compañeros de vida.

María de Refugio Sandoval.


Dos palabras simples, conformadas por cuatro y siete letras, tan importantes que empiezan con la primera letra del abecedario. Ambas, encierran los principales valores universales que deberían regir el mundo.

Primeramente, hago referencia al amor, cuya etimología de la raíz indoeuropea tiene relación con la voz infantil para llamar a la madre; siendo este el primer amor que todos los seres humanos deberíamos de experimentar y vivir desde el momento de la concepción y los procesos de desarrollo subsecuentes.

Dentro de la diversidad y unicidad que nos caracteriza, llegamos al mundo viajando por diferente transporte en nuestro primer viaje, por distintos canales, contextos y circunstancias.

En lo que a mí persona respecta, soy una persona afortunada; mi existencia ha estado rodeada de amor; éste, ha sido el bálsamo paliativo ante las adversidades; el milagro de sanación, la razón de reír, gozar y vivir. El manto protector de mamá cobijó mi existencia por más de nueve décadas; el círculo concéntrico de mi familia ha tendido redes de apoyo, soporte y cariño a través de los años; en mi esposo, he encontrado la sombra protectora, la fuente de inspiración, de pasión, la raíz principal de nuestro propio huerto familiar, cuyas semillas siguen germinando y expandiendo sus frutos, resguardados bajo su custodia y alimentándose de la savia de su experiencia.

En mis hijos, he renacido cada día, redescubriendo los laberintos del amor filial, encontrando en su abrazo en sus caricias, ese manantial inagotable de cariño, de esperanza, e ilusión.

Mis nietos, son el motor de arranque hoy en día, mirarme en sus pupilas, en su inocencia en su candor; recrearme en sus sueños, ser la voz portadora de experiencia, quien les guía con mano firme, con certeza y les muestra un mundo de color.

La amistad siempre ha merodeado mi existencia, desde niña daba luz, aliento y calor, me he gozado de grandes amistades, en mi pueblo, en la escuela, en todos los contextos presenciales y últimamente, incluso en los espacios virtuales.

Llegó el momento de empezar a tejer ilusiones, la poesía alumbró las noches de vigilia e hizo palpitar los corazones; pequeños secretos confinados al silencio, a la complicidad de miradas, pequeñas mentiras tejidas con ilusiones vagas.

Amigas con los que he compartido sueños, errores, logros y tropiezos, a quienes escucho y he puesto mi hombro para subsanar sus cuitas, mi tiempo para estrechas sus manos, secar sus lágrimas; a cambio, he recibido altos intereses de lealtad, cariño y abrazo oportuno. amigas de infancia, de juegos, de vagancias compartidas, con quienes los días parecían instantes y los años días; amigas de mi pueblo, jamás se les olvida.

Amigas que hemos crecido a través del tiempo, nos hicimos de pareja, de hijos, de nietos; hemos visto nuestros quebrantos, gozando las alegrías, cual fieles espectadoras en la obra de la vida; a veces hay júbilo, tristezas y congojas; nacimientos y despedidas, y ahí están, ahí permanecen, listas para levantarte cuando sufres alguna caída.

Por eso y más hoy celebro con alegría, un encuentro más con el amor y la amistad, agradezco que sean mis fieles compañeros de vida.

María de Refugio Sandoval.