/ viernes 4 de febrero de 2022

Espejos de vida | A propósito de la pandemia

El año 2020 ha sentado un antes y un después en este mundo globalizado, abrió un parteaguas para reconocer la frágil línea que separa la salud de la enfermedad y de percatarnos de la cercanía con la muerte como compañera inseparable de vida; aprendimos que nada es estático y que sin importar condición social, raza o edad, un virus microscópico tiene el poder destructivo para tambalear los sistemas políticos, económicos y científicos; puede viajar a través de los continentes con el ropaje de la invisibilidad, penetrando silenciosamente en los cuerpos y destruyendo en su camino lo más preciado que tenemos que es la salud y la vida.

Ante ese umbral de conciencia, hemos ido adaptándonos a los cambios, teniendo como huéspedes especiales al miedo y la incertidumbre.

En primera instancia hubo desconcierto, en algunas personas predominó la incredulidad, culpando a los medios masivos e incluso a gente determinada por estar sembrando el pánico en la sociedad; en otros casos, se abrió un escenario para promover remedios y recetas mágicas que no permitirían la invasión del virus al organismo y lamentablemente también hacen su aparición, quienes lucran con la desesperanza y el dolor ajeno, haciendo crecer su negocio con la venta de remedios alternativos, pruebas de Cóvid y medicamentos.

Como todo cambio, primeramente, fue necesario la adopción escalonada de tomar conciencia y comprensión a nivel personal, y de ahí, los comportamientos fueron trascendiendo al seno familiar, comunitario y global, como el hecho de usar mascarilla, limitar la convivencia y asistencia a eventos sociales y los cambios drásticos de costumbres como el saludar de mano, con abrazo y beso en la mejilla.

A medida que el índice de contagios y de mortandad fue creciendo, la conciencia se fue expandiendo, así como el avance de las investigaciones científicas al respecto, encontrando un panorama sombrío al paso. Las estadísticas al orden del día, dando cuenta de los números de contagios y decesos, a nivel local, estatal, nacional y mundial; datos que, a la vez, han ido edificando una plataforma de conocimiento sobre los índices de aumento y decremento de contagios, el número de decesos y tablas comparativas que, al ser traducidas en un semáforo estatal, van marcando las pautas a seguir.

Con las vacunas y refuerzos, aparece también la esperanza de volver a la normalidad, concepto que ha sido muy discutido por diversos especialistas, y que ha sido puesto en tela de juicio por la aparición de nuevas variantes y mutaciones, como el caso de Ómnicron, cuyo nivel de contagio ha superado a la variante Delta.

A dos años de esta pandemia, son muchos los cambios que se han adoptado a la vida diaria y que según los expertos, ya forman parte de la nueva normalidad, como el hecho de seguir practicando la sana distancia, uso de cubrebocas y gel antibacterial; existe una hipocondría social, queremos estar más saludables, cuidando nuestros hábitos y reforzando el sistema inmunológico; se constata la exigencia de un pasaporte de inmunidad; «quienes se vacunaron con Cansino, no pueden cruzar la frontera E.U.A.»; el trabajo desde casa abrió las puertas a una nueva fuerza laboral; se expande la brecha digital, «cada día más personas de la tercera edad aprenden a comunicarse por las redes sociales»; crece el comercio en línea; las citas médicas, los maestros de distintos niveles educativos aprenden nuevas estrategias para trabajar con sus alumnos, entre otros cambios que sería imposible numerar en este espacio. Termino con una cita del periodista Antonio Navalón:

"El primer cambio geopolítico es mental e individual, es saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe y que el que hay que construir es uno sobre valores como son sociedades libres y fuertes".

Maestra María del Refugio Sandoval Olivas

El año 2020 ha sentado un antes y un después en este mundo globalizado, abrió un parteaguas para reconocer la frágil línea que separa la salud de la enfermedad y de percatarnos de la cercanía con la muerte como compañera inseparable de vida; aprendimos que nada es estático y que sin importar condición social, raza o edad, un virus microscópico tiene el poder destructivo para tambalear los sistemas políticos, económicos y científicos; puede viajar a través de los continentes con el ropaje de la invisibilidad, penetrando silenciosamente en los cuerpos y destruyendo en su camino lo más preciado que tenemos que es la salud y la vida.

Ante ese umbral de conciencia, hemos ido adaptándonos a los cambios, teniendo como huéspedes especiales al miedo y la incertidumbre.

En primera instancia hubo desconcierto, en algunas personas predominó la incredulidad, culpando a los medios masivos e incluso a gente determinada por estar sembrando el pánico en la sociedad; en otros casos, se abrió un escenario para promover remedios y recetas mágicas que no permitirían la invasión del virus al organismo y lamentablemente también hacen su aparición, quienes lucran con la desesperanza y el dolor ajeno, haciendo crecer su negocio con la venta de remedios alternativos, pruebas de Cóvid y medicamentos.

Como todo cambio, primeramente, fue necesario la adopción escalonada de tomar conciencia y comprensión a nivel personal, y de ahí, los comportamientos fueron trascendiendo al seno familiar, comunitario y global, como el hecho de usar mascarilla, limitar la convivencia y asistencia a eventos sociales y los cambios drásticos de costumbres como el saludar de mano, con abrazo y beso en la mejilla.

A medida que el índice de contagios y de mortandad fue creciendo, la conciencia se fue expandiendo, así como el avance de las investigaciones científicas al respecto, encontrando un panorama sombrío al paso. Las estadísticas al orden del día, dando cuenta de los números de contagios y decesos, a nivel local, estatal, nacional y mundial; datos que, a la vez, han ido edificando una plataforma de conocimiento sobre los índices de aumento y decremento de contagios, el número de decesos y tablas comparativas que, al ser traducidas en un semáforo estatal, van marcando las pautas a seguir.

Con las vacunas y refuerzos, aparece también la esperanza de volver a la normalidad, concepto que ha sido muy discutido por diversos especialistas, y que ha sido puesto en tela de juicio por la aparición de nuevas variantes y mutaciones, como el caso de Ómnicron, cuyo nivel de contagio ha superado a la variante Delta.

A dos años de esta pandemia, son muchos los cambios que se han adoptado a la vida diaria y que según los expertos, ya forman parte de la nueva normalidad, como el hecho de seguir practicando la sana distancia, uso de cubrebocas y gel antibacterial; existe una hipocondría social, queremos estar más saludables, cuidando nuestros hábitos y reforzando el sistema inmunológico; se constata la exigencia de un pasaporte de inmunidad; «quienes se vacunaron con Cansino, no pueden cruzar la frontera E.U.A.»; el trabajo desde casa abrió las puertas a una nueva fuerza laboral; se expande la brecha digital, «cada día más personas de la tercera edad aprenden a comunicarse por las redes sociales»; crece el comercio en línea; las citas médicas, los maestros de distintos niveles educativos aprenden nuevas estrategias para trabajar con sus alumnos, entre otros cambios que sería imposible numerar en este espacio. Termino con una cita del periodista Antonio Navalón:

"El primer cambio geopolítico es mental e individual, es saber y aceptar que los milagros no nos devolverán un mundo que ya no existe y que el que hay que construir es uno sobre valores como son sociedades libres y fuertes".

Maestra María del Refugio Sandoval Olivas