/ viernes 24 de junio de 2022

Espejos de la vida | Los rostros de la violencia

El proceso de escritura es lento, a veces es incluso doloroso, se encuentra una hoja en blanco, miles de ideas circundando por la cabeza, cada una de estas tiene la profundidad y significado que el autor desea imprimir, porque en la medida que se interioriza en su análisis y reflexión, permite que vayan emergiendo, encontrado sus nexos de cohesión, articulación y significado.

En este artículo deseo abordar una de las problemáticas actuales que nos está rebasando como sociedad: la violencia. Cada día nos sorprende con sus nuevas facetas y manifestaciones, no solo a nivel local, sino mundial. Bien lo dijo el luchador social Martin Luther King en uno de sus magníficos y sentidos discursos: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido a vivir como hermanos”.

Cuando incursionamos en la historia de la humanidad, podemos constatar que la violencia ha ocupado un trono preponderante desde siempre; en su corona se encuentran las perlas del sufrimiento y lágrimas vertidas de los oprimidos, y en cetro, las órdenes dadas por quien se encuentra en mando, que para sus fines se consideran justas y necesarias. Esta intimidación se ha utilizado para conseguir las metas propuestos, para alcanzar y luego conservar distintos estratos de poder, para impedir que las cosas cambien; un ejemplo palpable se encuentra dentro del dogma, se adoctrina por miedo a la violencia de un Dios ejecutor cuya sentencia puede ser de benevolencia o destrucción, sin ser experta en el estudio de las santas escrituras, encuentro pasajes como el caso del diluvio o el exterminio del pueblo de Israel.

En la edad media, la iglesia cometió toda serie de atropellos y vejaciones a los que se atrevían a pensar distinto, esta época fue conocida como el oscurantismo, consistente en bloquear la difusión del conocimiento, la libertad de pensamiento, razón y cultura. Avanzando en la línea del tiempo nos encontramos con la primera guerra mundial (1914), la segunda (1939) y el genocidio perpetuado por los Nazis al mando de Hitler (1933-1945); otros tantos conflictos bélicos que siguen sucediéndose, como la última crisis ruso ucraniana.

Conquistas, luchas, enfrentamientos, decisiones tomadas en nombre de la justicia. En la novela de Mark Twain de “Príncipe y Mendigo”, acontecida en Inglaterra en el siglo XVI, se fundamenta con citas históricas los castigos aplicados en nombre de la ley, como el ahorcamiento por cazar una perdiz o quemar en aceite hirviendo a quien cometiera algún atropello a sus normas.

Cada uno de los países ha ganado su independencia en medio de un río de sangre derramada, sin duda alguna, hemos avanzado en ciencia, en el desarrollo de la tecnología, pero desafortunadamente, también en otras maneras de aniquilar y seguir perpetuando esa violencia simbólica en sus múltiples manifestaciones.

Según datos emitidos por el índice Global de Crimen Organizado 2021, México, se encuentra en el cuarto lugar entre los países con mayor criminalidad en el mundo. Los estados considerados con más violencia debido a los casos presentados son: Baja California, Colima, Guanajuato, Chihuahua y Zacatecas.

Como ya se mencionó con anterioridad, la violencia se encuentra en cada ámbito, ya sea verbal, psicológica o física. Me permito citar a uno de los grandes pacifistas de la humanidad: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra jubilada

El proceso de escritura es lento, a veces es incluso doloroso, se encuentra una hoja en blanco, miles de ideas circundando por la cabeza, cada una de estas tiene la profundidad y significado que el autor desea imprimir, porque en la medida que se interioriza en su análisis y reflexión, permite que vayan emergiendo, encontrado sus nexos de cohesión, articulación y significado.

En este artículo deseo abordar una de las problemáticas actuales que nos está rebasando como sociedad: la violencia. Cada día nos sorprende con sus nuevas facetas y manifestaciones, no solo a nivel local, sino mundial. Bien lo dijo el luchador social Martin Luther King en uno de sus magníficos y sentidos discursos: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido a vivir como hermanos”.

Cuando incursionamos en la historia de la humanidad, podemos constatar que la violencia ha ocupado un trono preponderante desde siempre; en su corona se encuentran las perlas del sufrimiento y lágrimas vertidas de los oprimidos, y en cetro, las órdenes dadas por quien se encuentra en mando, que para sus fines se consideran justas y necesarias. Esta intimidación se ha utilizado para conseguir las metas propuestos, para alcanzar y luego conservar distintos estratos de poder, para impedir que las cosas cambien; un ejemplo palpable se encuentra dentro del dogma, se adoctrina por miedo a la violencia de un Dios ejecutor cuya sentencia puede ser de benevolencia o destrucción, sin ser experta en el estudio de las santas escrituras, encuentro pasajes como el caso del diluvio o el exterminio del pueblo de Israel.

En la edad media, la iglesia cometió toda serie de atropellos y vejaciones a los que se atrevían a pensar distinto, esta época fue conocida como el oscurantismo, consistente en bloquear la difusión del conocimiento, la libertad de pensamiento, razón y cultura. Avanzando en la línea del tiempo nos encontramos con la primera guerra mundial (1914), la segunda (1939) y el genocidio perpetuado por los Nazis al mando de Hitler (1933-1945); otros tantos conflictos bélicos que siguen sucediéndose, como la última crisis ruso ucraniana.

Conquistas, luchas, enfrentamientos, decisiones tomadas en nombre de la justicia. En la novela de Mark Twain de “Príncipe y Mendigo”, acontecida en Inglaterra en el siglo XVI, se fundamenta con citas históricas los castigos aplicados en nombre de la ley, como el ahorcamiento por cazar una perdiz o quemar en aceite hirviendo a quien cometiera algún atropello a sus normas.

Cada uno de los países ha ganado su independencia en medio de un río de sangre derramada, sin duda alguna, hemos avanzado en ciencia, en el desarrollo de la tecnología, pero desafortunadamente, también en otras maneras de aniquilar y seguir perpetuando esa violencia simbólica en sus múltiples manifestaciones.

Según datos emitidos por el índice Global de Crimen Organizado 2021, México, se encuentra en el cuarto lugar entre los países con mayor criminalidad en el mundo. Los estados considerados con más violencia debido a los casos presentados son: Baja California, Colima, Guanajuato, Chihuahua y Zacatecas.

Como ya se mencionó con anterioridad, la violencia se encuentra en cada ámbito, ya sea verbal, psicológica o física. Me permito citar a uno de los grandes pacifistas de la humanidad: “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”.


María del Refugio Sandoval Olivas | Maestra jubilada