/ sábado 16 de enero de 2021

Entre voces | Turismo medicinal

Es innegable que todos deseamos unas vacaciones, como a veces dicen: “si no merecidas, sí necesarias”. El sector económico extraña su ocupación hotelera y de restaurantes superior el 50% debido a la necesaria inmovilidad de las personas por la pandemia. Sectores, como tantos otros, que requerirán tiempo para reponerse al duro golpe de esta crisis. Hoy quiero tratar un tema, aunque no es nuevo, pero que ha tomado actualidad: el turismo medicinal.

La producción limitada de las vacunas contra el COVID-19 por los diferentes laboratorios, y la siguiente distribución mundial, marcan que será el 2021 un año intenso de vacunación, y coinciden todos en que los primeros en recibirla sea el personal médica, los llamados “héroes de la salud” y las personas mayores de mayor riesgo. Esta pandemia ha descubierto la capacidad económica de los países, sus estructuras e instituciones para organizar abasto y aplicación de las vacunas, así como la politización que de ella se puede hacer. México no es la excepción.

Algunos dirigentes del sector salud dicen que serán varios años para lograr la “inmunidad de rebaño” que cortaría las cadenas de contagios de una pandemia con nuevas versiones y riesgo latente. Por eso al organizar etapas, plazos, sectores, grupos, que recibirán la vacuna por parte de los gobiernos, no falta quien quiera saltarse las trancas y “hacerle gane” al que está formado adelante. De nuevo, México no es la excepción.

Muchas personas han planeado el viajar a otro país para recibir sea gratuita o no la vacuna alemana, no vaya a ser que la China sepa a murciélago, o que la americana sea anti-republicana; en fin personas con recursos que ya quieren quitarse el miedo y el molesto encierro en que nos tiene el virus y así volver a las andanzas, al mundo “feliz” en el que vivíamos a principios del 2020. ¿Qué decir o pensar sobre esto?

Nos topamos con la injusticia nuevamente. Los ricos o los que tienen influencias, parecen ser personas de una categoría superior, casi raza aria, en comparación con el vendedor ambulante, o el discapacitado que luchan por vivir día a día, tratando de superar discriminaciones no provenientes de virus sino de aquellos a quienes se llaman sus hermanos. No cabe duda que todos quieren verse beneficiados lo antes posibles, y si cuesta menos mejor. Se quiere transar para avanzar. Pero, ¿eso es crecer y progresar? Si alguna enseñanza me ha dejado la situación actual es que debo cuidarme, cuidar del otro y ser solidario. El atropello de turno o beneficios, no creo sea el camino correcto.

Auguro que nuestros dirigentes busquen el bien común, y no se politice este año la vacuna para obtener un puesto público, pues sería mezquino y hasta inhumano. Alguno dirá, que el que tenga dinero, que haga con él lo que quiera, y se compre la vacuna. Sin embargo, la salud, no debe ser un artículo que se venda al mejor postor, aunque no me ciego que así es, pero ojalá deje de serlo. Espero que los que habitamos las ciudades y pueblos, por pequeños que sean, recibamos a tiempo, un bien, que se le debe a todos, de manera justa y equitativa. Y no tener que ser turistas que busquen la salud en otros lugares extraños donde son tratados mejor que en su propia casa.


Es innegable que todos deseamos unas vacaciones, como a veces dicen: “si no merecidas, sí necesarias”. El sector económico extraña su ocupación hotelera y de restaurantes superior el 50% debido a la necesaria inmovilidad de las personas por la pandemia. Sectores, como tantos otros, que requerirán tiempo para reponerse al duro golpe de esta crisis. Hoy quiero tratar un tema, aunque no es nuevo, pero que ha tomado actualidad: el turismo medicinal.

La producción limitada de las vacunas contra el COVID-19 por los diferentes laboratorios, y la siguiente distribución mundial, marcan que será el 2021 un año intenso de vacunación, y coinciden todos en que los primeros en recibirla sea el personal médica, los llamados “héroes de la salud” y las personas mayores de mayor riesgo. Esta pandemia ha descubierto la capacidad económica de los países, sus estructuras e instituciones para organizar abasto y aplicación de las vacunas, así como la politización que de ella se puede hacer. México no es la excepción.

Algunos dirigentes del sector salud dicen que serán varios años para lograr la “inmunidad de rebaño” que cortaría las cadenas de contagios de una pandemia con nuevas versiones y riesgo latente. Por eso al organizar etapas, plazos, sectores, grupos, que recibirán la vacuna por parte de los gobiernos, no falta quien quiera saltarse las trancas y “hacerle gane” al que está formado adelante. De nuevo, México no es la excepción.

Muchas personas han planeado el viajar a otro país para recibir sea gratuita o no la vacuna alemana, no vaya a ser que la China sepa a murciélago, o que la americana sea anti-republicana; en fin personas con recursos que ya quieren quitarse el miedo y el molesto encierro en que nos tiene el virus y así volver a las andanzas, al mundo “feliz” en el que vivíamos a principios del 2020. ¿Qué decir o pensar sobre esto?

Nos topamos con la injusticia nuevamente. Los ricos o los que tienen influencias, parecen ser personas de una categoría superior, casi raza aria, en comparación con el vendedor ambulante, o el discapacitado que luchan por vivir día a día, tratando de superar discriminaciones no provenientes de virus sino de aquellos a quienes se llaman sus hermanos. No cabe duda que todos quieren verse beneficiados lo antes posibles, y si cuesta menos mejor. Se quiere transar para avanzar. Pero, ¿eso es crecer y progresar? Si alguna enseñanza me ha dejado la situación actual es que debo cuidarme, cuidar del otro y ser solidario. El atropello de turno o beneficios, no creo sea el camino correcto.

Auguro que nuestros dirigentes busquen el bien común, y no se politice este año la vacuna para obtener un puesto público, pues sería mezquino y hasta inhumano. Alguno dirá, que el que tenga dinero, que haga con él lo que quiera, y se compre la vacuna. Sin embargo, la salud, no debe ser un artículo que se venda al mejor postor, aunque no me ciego que así es, pero ojalá deje de serlo. Espero que los que habitamos las ciudades y pueblos, por pequeños que sean, recibamos a tiempo, un bien, que se le debe a todos, de manera justa y equitativa. Y no tener que ser turistas que busquen la salud en otros lugares extraños donde son tratados mejor que en su propia casa.