/ sábado 10 de abril de 2021

Entre Voces | Todo un circo

Es increíble descubrir la cantidad de vestigios arqueológicos que dejó el imperio romano de sus días de gloria como imperio en toda Europa, Medio Oriente y el norte de África. Aguerridos pueblos de la península Itálica que supieron tomar lo mejor de la cultura griega, sus ingenieros y sabiduría, así como gusto por el arte. Todas estas cosas nobles marcaban años de bonanza y un poderío sobre gran parte del mundo conocido.

Nunca olvidaban su origen violento y en base a las armas, las guerras y la opresión, dominaban a los pueblos conquistados. Para lograr la paz, promovían el derecho (claro que sus leyes beneficiaban sobre todo a los ciudadanos romanos) y ofrecían a las turbas espectáculos que les anestesiaban sus precarias existencias y la pobreza en la que se encontraban.

La famosa frase: “Al pueblo pan y circo” describe muy bien esa técnica política. El emperador ofrecía estos espectáculos haciendo pelear gladiadores con fieras, gladiadores entre sí, incluso entregando cristianos al martirio como alimento de ellas. Nerón hizo pelear todo un ejército contra 400 osos y 300 leones. Un despilfarro para subir la adrenalina del pueblo que se gozaba en la sangre y el sentir que eran fuertes y dominantes.

Todas, eran técnicas antiguas, pero parecen recobrar vigencia cuando vemos turbas que, con un partido de béisbol, de futbol o cualquier otro deporte, les sirve no solo de entretenimiento (si no para la gran mayoría como evasión de un compromiso) ante tanta desigualdad social. Dar pan, se identifica actualmente con esos programas sociales asistenciales, o entrega de despensas, donde se quiere remediar la necesidad urgente, pero poco se hace para transformar realmente las estructuras que generan pobreza. Dar dinero a un “nini” para que ni trabaje, ni estudie, ni haga nada por salir adelante; parece más un sometimiento que impulso. Se quiere el voto de los jóvenes y no a los jóvenes que votan.

Así las campañas electorales suelen ser un espectáculo trayendo empresas foráneas con la mejor pantalla, sonido, etc. para el gran discurso que embelesa los oídos, hace vibrar a las multitudes, pero esas palabras poco cambio realizan. Si los políticos están planeando sus videos, sus discursos y shows, ¿qué hacemos los ciudadanos? ¿Esperamos nuestro boleto para el espectáculo? ¿queremos el mejor asiento o pensamos que si los ayudo obtendré un hueso que roer?

Han pasado más de dos mil años de esas masas ignorantes que aplaudían tanto a la fiera como al gladiador. Es tiempo de salir de la ignorancia y formar una mejor conciencia política. Aunque sabemos que el voto es libre y secreto, necesitamos formar mejor nuestra libertad y conocer a fondo, el peso real que tienen los candidatos. No se trata solo de oír lo que nos dicen, sino mirar su historia, su trayectoria, sus frutos anteriores, los resultados en sus anteriores cargos públicos, sus ideales y valores. Yo estoy volviendo a releer los principios de la doctrina social de la Iglesia que llama a todos los católicos a cuidar los valores fundamentales de la dignidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común.

Es de vital importancia que descubra qué candidato defiende también los valores del evangelio, aquellos en los que baso mi fe. No se trata de seguir ideologías vagas o decirle a la gente lo que quiera oír. No se trata de escuchar promesas, sino de revelar estrategias, decir los “cómos” quieren llegar a esas metas para el bien, no de sus bolsillos sino de la sociedad. Tenemos mucho que leer, mucho que aprender, para así votar y dar seguimiento a quienes están llamados a ser servidores del pueblo y no parte de todo un circo.

Es increíble descubrir la cantidad de vestigios arqueológicos que dejó el imperio romano de sus días de gloria como imperio en toda Europa, Medio Oriente y el norte de África. Aguerridos pueblos de la península Itálica que supieron tomar lo mejor de la cultura griega, sus ingenieros y sabiduría, así como gusto por el arte. Todas estas cosas nobles marcaban años de bonanza y un poderío sobre gran parte del mundo conocido.

Nunca olvidaban su origen violento y en base a las armas, las guerras y la opresión, dominaban a los pueblos conquistados. Para lograr la paz, promovían el derecho (claro que sus leyes beneficiaban sobre todo a los ciudadanos romanos) y ofrecían a las turbas espectáculos que les anestesiaban sus precarias existencias y la pobreza en la que se encontraban.

La famosa frase: “Al pueblo pan y circo” describe muy bien esa técnica política. El emperador ofrecía estos espectáculos haciendo pelear gladiadores con fieras, gladiadores entre sí, incluso entregando cristianos al martirio como alimento de ellas. Nerón hizo pelear todo un ejército contra 400 osos y 300 leones. Un despilfarro para subir la adrenalina del pueblo que se gozaba en la sangre y el sentir que eran fuertes y dominantes.

Todas, eran técnicas antiguas, pero parecen recobrar vigencia cuando vemos turbas que, con un partido de béisbol, de futbol o cualquier otro deporte, les sirve no solo de entretenimiento (si no para la gran mayoría como evasión de un compromiso) ante tanta desigualdad social. Dar pan, se identifica actualmente con esos programas sociales asistenciales, o entrega de despensas, donde se quiere remediar la necesidad urgente, pero poco se hace para transformar realmente las estructuras que generan pobreza. Dar dinero a un “nini” para que ni trabaje, ni estudie, ni haga nada por salir adelante; parece más un sometimiento que impulso. Se quiere el voto de los jóvenes y no a los jóvenes que votan.

Así las campañas electorales suelen ser un espectáculo trayendo empresas foráneas con la mejor pantalla, sonido, etc. para el gran discurso que embelesa los oídos, hace vibrar a las multitudes, pero esas palabras poco cambio realizan. Si los políticos están planeando sus videos, sus discursos y shows, ¿qué hacemos los ciudadanos? ¿Esperamos nuestro boleto para el espectáculo? ¿queremos el mejor asiento o pensamos que si los ayudo obtendré un hueso que roer?

Han pasado más de dos mil años de esas masas ignorantes que aplaudían tanto a la fiera como al gladiador. Es tiempo de salir de la ignorancia y formar una mejor conciencia política. Aunque sabemos que el voto es libre y secreto, necesitamos formar mejor nuestra libertad y conocer a fondo, el peso real que tienen los candidatos. No se trata solo de oír lo que nos dicen, sino mirar su historia, su trayectoria, sus frutos anteriores, los resultados en sus anteriores cargos públicos, sus ideales y valores. Yo estoy volviendo a releer los principios de la doctrina social de la Iglesia que llama a todos los católicos a cuidar los valores fundamentales de la dignidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común.

Es de vital importancia que descubra qué candidato defiende también los valores del evangelio, aquellos en los que baso mi fe. No se trata de seguir ideologías vagas o decirle a la gente lo que quiera oír. No se trata de escuchar promesas, sino de revelar estrategias, decir los “cómos” quieren llegar a esas metas para el bien, no de sus bolsillos sino de la sociedad. Tenemos mucho que leer, mucho que aprender, para así votar y dar seguimiento a quienes están llamados a ser servidores del pueblo y no parte de todo un circo.