/ sábado 18 de diciembre de 2021

Entre voces | Sin casco ni placas

Los países asiáticos y algunos europeos, son promotores del uso de pequeñas motocicletas que no corren más de 60 km/h porque se pensaron en la movilidad de la ciudad para ahorrar gasolina sin subsidio y alto precio, como por el espacio de ciudades europeas donde el centro se pensó para caballos y unas cuantas carretas.

Hace más de una década llegaron a nuestra ciudad, las tiendas de cadenas conocidas porque hay en todo México, al inaugurarlas, nos sentíamos más ciudad que pueblo, y con ellas las grandes ofertas a crédito. No se diga en el mes de noviembre con el buen fin. Total, pagando mil pesos al mes, podrías salir ya montado en tu pony de acero, dispuesto a desafiar el tráfico, el espacio y el tiempo.

Algunas tiendas de comida con entrega a domicilio vieron la ocasión de poder endeudarse y que el vehículo se fuera pagando por su propio trabajo. Esto es lógico y razonable, para no descapitalizarse y brindar una pequeña flota a los repartidores apurados por llegar en 20 minutos de lado a lado, inaugurando carriles fantasmas o pensando que las líneas blancas divisorias de carriles son líneas exprés exclusivas para ellos.

Junto con la venta de estos vehículos, comenzaron a llenarse los titulares de los diarios y páginas de internet de accidentes donde se involucran caballeros sin yelmo ni armadura. Casi pieles rojas mandados a pelear contra el medieval rival de acero en cuatro ruedas. Ponys contra percherones. ¿Quién vence?

La física demuestra sus cálculos de movimientos, velocidades, pesos y fuerzas. Máquinas aceleradas, no hacen sino apurar el momento inesperado que otro conductor con sus propias prisas se lo topa en el camino. Tristes noticias, dolor en familias, hospitales con heridos y funerales de jóvenes ya sin futuro entre nosotros.

Me pregunto ¿Por qué circulan sin casco y sin placas? ¿Ha cambiado algo en la ley de tránsito para permitir andar como en el malecón de una playa en la capital del mundo? Recuerdo a un amigo que invitó a su novia de vacaciones a conocer un país nórdico. Rentó un coche, y al tomar un crucero por 3 días dejó el vehículo en un lugar prohibido, infringiendo la ley de tránsito. Al regresar, ahí estaba él rocinante metálico estacionado, pero con tres banderillas en el limpiaparabrisas. ¿Qué eran? Multas.

Tres infracciones que sumaban los 6 mil pesos aztecas le causaron asombro e indignación. Fue entonces a reclamar esas sanciones a la autoridad argumentando que desconocía la ley de no poderse estacionar en ese lugar. La respuesta que la sonriente empleada le dio fue “pues aquí cuesta aprender”.

¿Qué nos cuesta ser más educados? ¿Las placas y un casco incrementan dos mil pesos o poco menos, el poder andar en las calles? ¿No sería mejor esa medida para que gente madura y sensata sea la que se suba a nuestras amigas de dos ruedas? ¡Mejor que empiecen por bicicletas! Cumpliendo las leyes viales y respetando a los peatones. No sé si me leerán gente motorizada, pero más de uno habrá prestado su tarjeta bancaria para que el menor de edad o veinteañero haya podido sacar ese crédito.

Hago un llamado a las autoridades para que recojan la moto si alguien de los tripulantes no trae casco, o anda sin placas. Sería signo de civilidad, prevención y les aseguro que, aunque cueste aprender, la segunda vez que lo haga, sabrá cuanto cuesta andar sin caso ni placas.

Pbro. Lic. Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social.

Los países asiáticos y algunos europeos, son promotores del uso de pequeñas motocicletas que no corren más de 60 km/h porque se pensaron en la movilidad de la ciudad para ahorrar gasolina sin subsidio y alto precio, como por el espacio de ciudades europeas donde el centro se pensó para caballos y unas cuantas carretas.

Hace más de una década llegaron a nuestra ciudad, las tiendas de cadenas conocidas porque hay en todo México, al inaugurarlas, nos sentíamos más ciudad que pueblo, y con ellas las grandes ofertas a crédito. No se diga en el mes de noviembre con el buen fin. Total, pagando mil pesos al mes, podrías salir ya montado en tu pony de acero, dispuesto a desafiar el tráfico, el espacio y el tiempo.

Algunas tiendas de comida con entrega a domicilio vieron la ocasión de poder endeudarse y que el vehículo se fuera pagando por su propio trabajo. Esto es lógico y razonable, para no descapitalizarse y brindar una pequeña flota a los repartidores apurados por llegar en 20 minutos de lado a lado, inaugurando carriles fantasmas o pensando que las líneas blancas divisorias de carriles son líneas exprés exclusivas para ellos.

Junto con la venta de estos vehículos, comenzaron a llenarse los titulares de los diarios y páginas de internet de accidentes donde se involucran caballeros sin yelmo ni armadura. Casi pieles rojas mandados a pelear contra el medieval rival de acero en cuatro ruedas. Ponys contra percherones. ¿Quién vence?

La física demuestra sus cálculos de movimientos, velocidades, pesos y fuerzas. Máquinas aceleradas, no hacen sino apurar el momento inesperado que otro conductor con sus propias prisas se lo topa en el camino. Tristes noticias, dolor en familias, hospitales con heridos y funerales de jóvenes ya sin futuro entre nosotros.

Me pregunto ¿Por qué circulan sin casco y sin placas? ¿Ha cambiado algo en la ley de tránsito para permitir andar como en el malecón de una playa en la capital del mundo? Recuerdo a un amigo que invitó a su novia de vacaciones a conocer un país nórdico. Rentó un coche, y al tomar un crucero por 3 días dejó el vehículo en un lugar prohibido, infringiendo la ley de tránsito. Al regresar, ahí estaba él rocinante metálico estacionado, pero con tres banderillas en el limpiaparabrisas. ¿Qué eran? Multas.

Tres infracciones que sumaban los 6 mil pesos aztecas le causaron asombro e indignación. Fue entonces a reclamar esas sanciones a la autoridad argumentando que desconocía la ley de no poderse estacionar en ese lugar. La respuesta que la sonriente empleada le dio fue “pues aquí cuesta aprender”.

¿Qué nos cuesta ser más educados? ¿Las placas y un casco incrementan dos mil pesos o poco menos, el poder andar en las calles? ¿No sería mejor esa medida para que gente madura y sensata sea la que se suba a nuestras amigas de dos ruedas? ¡Mejor que empiecen por bicicletas! Cumpliendo las leyes viales y respetando a los peatones. No sé si me leerán gente motorizada, pero más de uno habrá prestado su tarjeta bancaria para que el menor de edad o veinteañero haya podido sacar ese crédito.

Hago un llamado a las autoridades para que recojan la moto si alguien de los tripulantes no trae casco, o anda sin placas. Sería signo de civilidad, prevención y les aseguro que, aunque cueste aprender, la segunda vez que lo haga, sabrá cuanto cuesta andar sin caso ni placas.

Pbro. Lic. Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social.