/ sábado 30 de julio de 2022

Entre voces | Por Mientras

En varias ocasiones, a lo largo de mis andares, al encontrar a gente de otros países de América Latina se ríen de cómo medimos el tiempo los mexicanos. El mismo Papa Francisco cuando visitó nuestro país el 2016 hizo énfasis en el “ahorita” muy frecuente entre nosotros.

Decir: “ahí voy”, “ahorita llego”, “espérame que ahí llego”, pueden ser medidas de tiempo o sucesos que nunca se realicen. No somos capaces de comprometernos a una hora puntual y determinada, sabiendo que puede haber algo que salga de improviso, que determinaría modificar el compromiso.

En algunas ocasiones he compartido esta anécdota que me pasó a principios del 2010. Tenía unas semanas de llegar a Suecia como encargado de la misión hispana en el sur de aquel país. Me llamó por teléfono una señora chilena de la biblioteca municipal y me dijo: “¿Usted es el curita que se encarga de los latinos aquí en la ciudad? Porque aquí hay un salvadoreño que anda perdido y necesita quien lo oriente porque no sabe ni siquiera inglés”. Le contesté afirmativamente que acababa de llegar a ese país y que con gusto podría ir a atender al joven centroamericano, y le dije que llegaría a las 3pm. Ella, en ese todo irónico chileno me dijo: “¿A las tres de Suecia o a las tres Latinas?” A lo que respondí que yo solo conocía las tres marcadas por el reloj.

Es triste reconocer que muchos son dados a la impuntualidad y a pensar que solo el tiempo propio tiene valor, desacreditando el tiempo de los demás. Llegar tarde a un compromiso (A una misa si soy sacerdote, o una novia que se va a casar, o simplemente a clases) es una falta de respeto a todos los citados al encuentro.

Junto con la impuntualidad quiero remarcar hoy la improvisación que hacemos y que pensamos que es virtud mexicana. Hacer “mexicanadas” para salir del paso, para muchos es algo de qué presumir, pero lo triste es que meses después sigue ese alambre de paca deteniendo parte del carro o de la casa, que en su momento nos sacó del apuro. Le tengo tirria a ese “por mientras” que puede casi perpetuarse.

Las calles pavimentadas por mientras… estamos al mando de la gestión, o que dure solo para la foto y presentar un informe, en vez de hacer las cosas de una mejor manera y más durables. Ponemos un tornillo inadecuado por mientras vamos a la ferretería, pero resulta que se cae en el olvido hasta que el cuadro se vuelve a caer o el mueble vuelva a gritar.

Y si esta frase la aplicamos al desempeño de una función. Tenemos este servidor público por mientras de que llegue uno mejor, o le dejamos a alguien en la empresa el encargo mientras contratamos a otro, y parece que se olvida el principio y lo mientras sigue.

En definitiva, el tiempo no podemos dejarlo indeterminado para ciertas cosas y sobre todo para los compromisos. No estamos ciertamente acostumbrados a llevar agendas o a sujetarnos a un calendario que para muchos parece ser sofocante y asesino de la espontaneidad. Recuerdo la frase de Jesús:” el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”, pero se refería a las prácticas tajantes de la ley que olvidaban la misericordia. No condenaba el tiempo, ni que la semana tuviera siete días. Te invito a considerar un plan de vida con metas medibles y alcanzables, para no quedarte eternamente ahí por mientras.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

En varias ocasiones, a lo largo de mis andares, al encontrar a gente de otros países de América Latina se ríen de cómo medimos el tiempo los mexicanos. El mismo Papa Francisco cuando visitó nuestro país el 2016 hizo énfasis en el “ahorita” muy frecuente entre nosotros.

Decir: “ahí voy”, “ahorita llego”, “espérame que ahí llego”, pueden ser medidas de tiempo o sucesos que nunca se realicen. No somos capaces de comprometernos a una hora puntual y determinada, sabiendo que puede haber algo que salga de improviso, que determinaría modificar el compromiso.

En algunas ocasiones he compartido esta anécdota que me pasó a principios del 2010. Tenía unas semanas de llegar a Suecia como encargado de la misión hispana en el sur de aquel país. Me llamó por teléfono una señora chilena de la biblioteca municipal y me dijo: “¿Usted es el curita que se encarga de los latinos aquí en la ciudad? Porque aquí hay un salvadoreño que anda perdido y necesita quien lo oriente porque no sabe ni siquiera inglés”. Le contesté afirmativamente que acababa de llegar a ese país y que con gusto podría ir a atender al joven centroamericano, y le dije que llegaría a las 3pm. Ella, en ese todo irónico chileno me dijo: “¿A las tres de Suecia o a las tres Latinas?” A lo que respondí que yo solo conocía las tres marcadas por el reloj.

Es triste reconocer que muchos son dados a la impuntualidad y a pensar que solo el tiempo propio tiene valor, desacreditando el tiempo de los demás. Llegar tarde a un compromiso (A una misa si soy sacerdote, o una novia que se va a casar, o simplemente a clases) es una falta de respeto a todos los citados al encuentro.

Junto con la impuntualidad quiero remarcar hoy la improvisación que hacemos y que pensamos que es virtud mexicana. Hacer “mexicanadas” para salir del paso, para muchos es algo de qué presumir, pero lo triste es que meses después sigue ese alambre de paca deteniendo parte del carro o de la casa, que en su momento nos sacó del apuro. Le tengo tirria a ese “por mientras” que puede casi perpetuarse.

Las calles pavimentadas por mientras… estamos al mando de la gestión, o que dure solo para la foto y presentar un informe, en vez de hacer las cosas de una mejor manera y más durables. Ponemos un tornillo inadecuado por mientras vamos a la ferretería, pero resulta que se cae en el olvido hasta que el cuadro se vuelve a caer o el mueble vuelva a gritar.

Y si esta frase la aplicamos al desempeño de una función. Tenemos este servidor público por mientras de que llegue uno mejor, o le dejamos a alguien en la empresa el encargo mientras contratamos a otro, y parece que se olvida el principio y lo mientras sigue.

En definitiva, el tiempo no podemos dejarlo indeterminado para ciertas cosas y sobre todo para los compromisos. No estamos ciertamente acostumbrados a llevar agendas o a sujetarnos a un calendario que para muchos parece ser sofocante y asesino de la espontaneidad. Recuerdo la frase de Jesús:” el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”, pero se refería a las prácticas tajantes de la ley que olvidaban la misericordia. No condenaba el tiempo, ni que la semana tuviera siete días. Te invito a considerar un plan de vida con metas medibles y alcanzables, para no quedarte eternamente ahí por mientras.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social