/ sábado 6 de agosto de 2022

Entre voces | Pobres que van a votar

Quedé sorprendido por la movilización realizada el pasado domingo en la plaza de mi ciudad. Desde temprano, antes de la misa de ocho de la mañana, mucha gente empezaba a llegar a hacer fila frente a catedral. Autobuses merodeaban las calles buscando un sitio donde estacionarse, y gente, la mayoría de ellas de comunidades rurales de la Sierra, traían una copia de su credencial de elector, listos para formarse.

Eran las elecciones de consejeros del partido en el poder. No sé si mis hermanos formados sabían los nombres y trayectorias de candidatos. Lo que sí veía, eran los insuficientes organizadores en las mesas situadas en media plaza para atender a las filas que rodeaban dos plazas y la misma catedral. Le pregunté a varios y decían que era por el apoyo que les daban, otros que los iban a afiliar al partido, etc… Tuve todo el día para reflexionar sobre esto, pues hasta la misa de cuatro, aun no terminaban las filas. Y saqué estos tres puntos que hoy les quiero compartir.

Primero, constaté el rostro pobre de nuestros hermanos y hermanas de la sierra, faltos de oportunidades y limitados en las condiciones para progresar. Sentí coraje que tengamos 213 años de ser independientes, y tengamos así a más del cuarenta por ciento de mexicanos. Gobiernos han pasado. Ni Juárez, ni Porfirio, ni los colores de los partidos al frente de este país han podido brindar condiciones más justas. Tampoco creo que los actuales estén tomando las mejores decisiones. Si mi primer enojo fue al ver tantos pobres, lo segundo estuvo peor.

Me da coraje que los utilicen en sus programas sociales con fines electorales. Algo que no es nuevo, porque muchos políticos lo han hecho. Un comentario durante el día en las redes sociales criticando al partido oscuro, decía “les da coraje que nosotros si movamos gente y la oposición no tenga ese poder de convocatoria”. Seguramente más de un ardido hubo, pero eso no justifica utilizar los programas o la amenaza de que se quitarán apoyos si no se afilian o votan en estas consultas populistas tan faltas de credibilidad en resultados. Usar al pobre es tan grave como generarlos.

Es patente el poder que está brindando el voto de los pobres. Ser tratados por años injustamente y estar a la espera de dádivas inmediatas parece ser suficiente móvil para mostrar su credencial de elector y quizá brindar su voto por lo mismo. Total, siempre es el mismo engaño de la clase política que las cosas van a mejorar. Qué más da hacer esto o lo que propongan antes del 2024.

Mi tercera reflexión fue el sentir impotencia ante todo esto. El darme cuenta nuevamente de lo poco formados que estamos como ciudadanos, y la pobreza del liderazgo político en todos los partidos de cualquier color. Estoy convencido que los principios de la Doctrina Social de la Iglesia ayudarían a muchos, pero descubro tan poco interés en conocerlos y formarse al respecto. Seguimos en espera que Dios lo haga todo, lo que el presidente haga llover dónde está seco y sea la solución a todo. Seguimos esperando a que otro haga lo que le toca. Tú, yo, nosotros ¿cuándo vamos a hacer algo para cambiar esto? Te invito a que hagas una reflexión seria y profunda ante estos acontecimientos. Tenemos que hacer algo. Trata mejor a tus trabajadores, págales mejor y motiva a tus hijos a estudiar. No seamos espectadores que solo ven a los pobres que van a votar.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Quedé sorprendido por la movilización realizada el pasado domingo en la plaza de mi ciudad. Desde temprano, antes de la misa de ocho de la mañana, mucha gente empezaba a llegar a hacer fila frente a catedral. Autobuses merodeaban las calles buscando un sitio donde estacionarse, y gente, la mayoría de ellas de comunidades rurales de la Sierra, traían una copia de su credencial de elector, listos para formarse.

Eran las elecciones de consejeros del partido en el poder. No sé si mis hermanos formados sabían los nombres y trayectorias de candidatos. Lo que sí veía, eran los insuficientes organizadores en las mesas situadas en media plaza para atender a las filas que rodeaban dos plazas y la misma catedral. Le pregunté a varios y decían que era por el apoyo que les daban, otros que los iban a afiliar al partido, etc… Tuve todo el día para reflexionar sobre esto, pues hasta la misa de cuatro, aun no terminaban las filas. Y saqué estos tres puntos que hoy les quiero compartir.

Primero, constaté el rostro pobre de nuestros hermanos y hermanas de la sierra, faltos de oportunidades y limitados en las condiciones para progresar. Sentí coraje que tengamos 213 años de ser independientes, y tengamos así a más del cuarenta por ciento de mexicanos. Gobiernos han pasado. Ni Juárez, ni Porfirio, ni los colores de los partidos al frente de este país han podido brindar condiciones más justas. Tampoco creo que los actuales estén tomando las mejores decisiones. Si mi primer enojo fue al ver tantos pobres, lo segundo estuvo peor.

Me da coraje que los utilicen en sus programas sociales con fines electorales. Algo que no es nuevo, porque muchos políticos lo han hecho. Un comentario durante el día en las redes sociales criticando al partido oscuro, decía “les da coraje que nosotros si movamos gente y la oposición no tenga ese poder de convocatoria”. Seguramente más de un ardido hubo, pero eso no justifica utilizar los programas o la amenaza de que se quitarán apoyos si no se afilian o votan en estas consultas populistas tan faltas de credibilidad en resultados. Usar al pobre es tan grave como generarlos.

Es patente el poder que está brindando el voto de los pobres. Ser tratados por años injustamente y estar a la espera de dádivas inmediatas parece ser suficiente móvil para mostrar su credencial de elector y quizá brindar su voto por lo mismo. Total, siempre es el mismo engaño de la clase política que las cosas van a mejorar. Qué más da hacer esto o lo que propongan antes del 2024.

Mi tercera reflexión fue el sentir impotencia ante todo esto. El darme cuenta nuevamente de lo poco formados que estamos como ciudadanos, y la pobreza del liderazgo político en todos los partidos de cualquier color. Estoy convencido que los principios de la Doctrina Social de la Iglesia ayudarían a muchos, pero descubro tan poco interés en conocerlos y formarse al respecto. Seguimos en espera que Dios lo haga todo, lo que el presidente haga llover dónde está seco y sea la solución a todo. Seguimos esperando a que otro haga lo que le toca. Tú, yo, nosotros ¿cuándo vamos a hacer algo para cambiar esto? Te invito a que hagas una reflexión seria y profunda ante estos acontecimientos. Tenemos que hacer algo. Trata mejor a tus trabajadores, págales mejor y motiva a tus hijos a estudiar. No seamos espectadores que solo ven a los pobres que van a votar.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social