/ sábado 17 de julio de 2021

Entre voces | Penélope y Ulises

Qué más quisiera hablarles de la Odisea, esa gran obra griega que deja tantas enseñanzas y que es realmente un clásico, pero no. El título de este artículo no es una historia de amor y reencuentro, sino los nombres de una perrita y de un gato. Quiero compartirles una crítica a la personalización que se hace actualmente de las mascotas.

En nuestra casa tenemos tres mascotas, “Negra”, “Fito” y “Niki”, perra, perro y gata respectivamente. Todos viven en el patio, donde comen y hacen sus necesidades. Les proveemos de comida, tenemos que limpiar sus secuelas post-alimentación, y disfrutamos de su compañía haciéndoles de vez en cuando alguna caricia.

Hace unos años, el filósofo español Julián Marías daba una conferencia sobre la libertad religiosa en Roma con motivo del 30 aniversario de la declaración “Dignitatis Humanae”, donde se habla de la libertad religiosa como derecho de todo ser humano. Iniciaba su ponencia diciendo: “Derechos… humanos… ¿Acaso hay otros? El Derecho es una ciencia de los humanos para su sana convivencia. Esto me llevó a pensar que es una incorrecta apropiación hablar de los derechos de los animales.

Por esos mismos años, hablando de este tema e incluyendo la baja tasa de natalidad en Italia, conocí una familia que tenían solo un niño y que se ponía a hablar con el perro todo el día y lo sentía su hermano mayor, creo que el perro llegó antes a la casa que él. Y claro que estoy de acuerdo que el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el hombre. La relación nuestra con los animales, en el orden biológico y ontológico tiene que tener una distancia, la razón y voluntad, y sobre todo el alma, tienen que marcar una diferencia, aunque en algunos casos parece mínima… sobre todo con gente manejando en Nápoles…

Vestidos, estilistas, accesorios carísimos, mil y un detalles para mascotas hablan de una relación que refleja un problema social de la persona y se vuelve en actitud injusta ante las necesidades de los pobres. Estoy de acuerdo que no se les debe maltratar y si hemos domesticado animales, debemos procurarles el alimento y la salud; pero hasta ahí. Nombres personales, parecen que queremos soplarles en las narices a nuestros amigos de cuatro patas e infundirles un alma que no tienen y para lo que no han sido creados. Nos ponemos en un papel casi divino y los tratamos como lo que no son: personas. Ya las personas las tratamos de una manera indigna.

En la entrevista que le hicieron hace unos días a Jorge Ramos sobre su participación en la mañanera con el presidente, dijo que quería entrevistar al Papa Francisco, él declarado agnóstico, dijo que quería preguntarle que pasa después de la muerte, si volvería a ver a su padre ¡y a su gata! Otras personas que conozco han llegado al extremo de tener las cenizas de sus perros pastores belgas en su sala. Pienso que son extremos inadecuados. La creación y todos los animales, especies hermosas que Dios ha creado debemos cuidarlas, pero la personas tiene un lugar y una vocación muy importante. Respetemos las creaturas, y amemos al hermano. Que le den comida y cariño en su patio a Penélope y Ulises.

Sacerdote católico y licenciado en comunicación social.

Qué más quisiera hablarles de la Odisea, esa gran obra griega que deja tantas enseñanzas y que es realmente un clásico, pero no. El título de este artículo no es una historia de amor y reencuentro, sino los nombres de una perrita y de un gato. Quiero compartirles una crítica a la personalización que se hace actualmente de las mascotas.

En nuestra casa tenemos tres mascotas, “Negra”, “Fito” y “Niki”, perra, perro y gata respectivamente. Todos viven en el patio, donde comen y hacen sus necesidades. Les proveemos de comida, tenemos que limpiar sus secuelas post-alimentación, y disfrutamos de su compañía haciéndoles de vez en cuando alguna caricia.

Hace unos años, el filósofo español Julián Marías daba una conferencia sobre la libertad religiosa en Roma con motivo del 30 aniversario de la declaración “Dignitatis Humanae”, donde se habla de la libertad religiosa como derecho de todo ser humano. Iniciaba su ponencia diciendo: “Derechos… humanos… ¿Acaso hay otros? El Derecho es una ciencia de los humanos para su sana convivencia. Esto me llevó a pensar que es una incorrecta apropiación hablar de los derechos de los animales.

Por esos mismos años, hablando de este tema e incluyendo la baja tasa de natalidad en Italia, conocí una familia que tenían solo un niño y que se ponía a hablar con el perro todo el día y lo sentía su hermano mayor, creo que el perro llegó antes a la casa que él. Y claro que estoy de acuerdo que el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el hombre. La relación nuestra con los animales, en el orden biológico y ontológico tiene que tener una distancia, la razón y voluntad, y sobre todo el alma, tienen que marcar una diferencia, aunque en algunos casos parece mínima… sobre todo con gente manejando en Nápoles…

Vestidos, estilistas, accesorios carísimos, mil y un detalles para mascotas hablan de una relación que refleja un problema social de la persona y se vuelve en actitud injusta ante las necesidades de los pobres. Estoy de acuerdo que no se les debe maltratar y si hemos domesticado animales, debemos procurarles el alimento y la salud; pero hasta ahí. Nombres personales, parecen que queremos soplarles en las narices a nuestros amigos de cuatro patas e infundirles un alma que no tienen y para lo que no han sido creados. Nos ponemos en un papel casi divino y los tratamos como lo que no son: personas. Ya las personas las tratamos de una manera indigna.

En la entrevista que le hicieron hace unos días a Jorge Ramos sobre su participación en la mañanera con el presidente, dijo que quería entrevistar al Papa Francisco, él declarado agnóstico, dijo que quería preguntarle que pasa después de la muerte, si volvería a ver a su padre ¡y a su gata! Otras personas que conozco han llegado al extremo de tener las cenizas de sus perros pastores belgas en su sala. Pienso que son extremos inadecuados. La creación y todos los animales, especies hermosas que Dios ha creado debemos cuidarlas, pero la personas tiene un lugar y una vocación muy importante. Respetemos las creaturas, y amemos al hermano. Que le den comida y cariño en su patio a Penélope y Ulises.

Sacerdote católico y licenciado en comunicación social.