/ sábado 30 de enero de 2021

Entre voces | Mujeres

El 2019 llevaron a la pantalla grande la famosa novela de “Mujercitas”, desde niño había escuchado hablar de ese libro. Y me decidí a escribir hoy sobre las mujeres, con todo mi respeto y admiración por la mayoría de ellas; pues la humanidad da de todo. Quería titular el artículo “Mujerzotas”, pero no existe esa palabra. Encontré “mujeronas” en el diccionario de la real academia española (www.rae.es), pero la acepción no me agradó refiriéndose a mujeres altas, obesas o matronas. Mejor dejé ahí mi investigación gramatical y me puse a hojear mis gratas experiencias de mujeres en mi vida.

Estos días viendo las noticias de Estados unidos de Norteamérica, y de nuestro país, me da gusto ver mujeres en la esfera política, aunque no concuerde con muchas de sus ideas. Kamala Harris, primera vicepresidenta y líder de la cámara alta de la unión americana; también por el contagio de nuestro presidente en México, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez tomó las riendas de las mañaneras; incluso en nuestro estado se oyen ya dos candidatas a la gubernatura, todas mujeres.

La Iglesia, no es la excepción. El 11 de enero, con la carta “Espíritu del Señor”, el Papa Francisco, modificó un canon en las leyes de la Iglesia católica, permitiendo a mujeres acceder a los ministerios de lectores y acólitos. Insistiendo que estos ministerios se relacionan más al sacerdocio común de todos los fieles, y no al ministerio ordenado de los sacerdotes. Lo anterior lo digo para evitar entrar en debate sobre la ordenación de mujeres. Lo que sí es cierto, es que el Papa ha insistido en reivindicar aún más el papel de la mujer en las comunidades eclesiales, en espacios de toma de decisión y no solamente en la parte ejecutiva o de servicio. Pero eso es otro tema. Volvamos a las mujeres.

Todo lo anterior nos sitúa en el gran papel que juegan las mujeres en la sociedad. Conozco a muchas por ejemplo: Santa Clara de Asís, Santa Catalina, Santa Teresa, Santa Teresita del Niño Jesús, Edith Stein (Santa Teresa de la Cruz) y podría seguir el elenco del santoral. Todas las he conocido leyendo sus escritos y pensamientos, no sólo por imágenes. También conozco otras que no puedo juzgar su santidad, pero sí el gran desempeño en la vida que han tenido. Me refiero a amigas: casadas, madres solteras, religiosas,viudas, solteras, mayores y más jóvenes. Todas con muchas virtudes que reconocer y en muchos casos mal tratadas por una sociedad centrada en reconocer más a varones que la equidad. Y si miro más de cerca mi madre y hermanas, a quienes quiero mucho y valoro sus esfuerzos. Dos de ellas ya en el cielo.

¿A qué conclusión quiero llegar? Que el valor de la mujer, no puede ser solo algo reconocido por varones, sino por las mismas mujeres. Por sí mismas, buscando desafiar no al sexo opuesto, sino las estructuras que generan desigualdad. Muchas mujeres generan “machos”, son criados por mamás que dicen: tu hermano no lava platos, o deja le sirvo primero a él porque viene del trabajo… Estas expresiones, que describen una sociedad que tiene que transformarse. Varones involucrados en el quehacer doméstico sin temer a “cambiarse de bando” (el quehacer doméstico es asexual). Otros temas podrían ser la equidad de salarios, acceso a formación, valoración del trabajo reproductivo, etc. Muchos pendientes que tenemos como sociedad, pero creo que poco a poco, la mujer va ganando espacios y me alegra, no para ponerse pañuelos verdes o ser asesinas, sino para ser esas grandes mujeres que saben hacer historia, en pocas palabras: santas Mujeres.


El 2019 llevaron a la pantalla grande la famosa novela de “Mujercitas”, desde niño había escuchado hablar de ese libro. Y me decidí a escribir hoy sobre las mujeres, con todo mi respeto y admiración por la mayoría de ellas; pues la humanidad da de todo. Quería titular el artículo “Mujerzotas”, pero no existe esa palabra. Encontré “mujeronas” en el diccionario de la real academia española (www.rae.es), pero la acepción no me agradó refiriéndose a mujeres altas, obesas o matronas. Mejor dejé ahí mi investigación gramatical y me puse a hojear mis gratas experiencias de mujeres en mi vida.

Estos días viendo las noticias de Estados unidos de Norteamérica, y de nuestro país, me da gusto ver mujeres en la esfera política, aunque no concuerde con muchas de sus ideas. Kamala Harris, primera vicepresidenta y líder de la cámara alta de la unión americana; también por el contagio de nuestro presidente en México, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez tomó las riendas de las mañaneras; incluso en nuestro estado se oyen ya dos candidatas a la gubernatura, todas mujeres.

La Iglesia, no es la excepción. El 11 de enero, con la carta “Espíritu del Señor”, el Papa Francisco, modificó un canon en las leyes de la Iglesia católica, permitiendo a mujeres acceder a los ministerios de lectores y acólitos. Insistiendo que estos ministerios se relacionan más al sacerdocio común de todos los fieles, y no al ministerio ordenado de los sacerdotes. Lo anterior lo digo para evitar entrar en debate sobre la ordenación de mujeres. Lo que sí es cierto, es que el Papa ha insistido en reivindicar aún más el papel de la mujer en las comunidades eclesiales, en espacios de toma de decisión y no solamente en la parte ejecutiva o de servicio. Pero eso es otro tema. Volvamos a las mujeres.

Todo lo anterior nos sitúa en el gran papel que juegan las mujeres en la sociedad. Conozco a muchas por ejemplo: Santa Clara de Asís, Santa Catalina, Santa Teresa, Santa Teresita del Niño Jesús, Edith Stein (Santa Teresa de la Cruz) y podría seguir el elenco del santoral. Todas las he conocido leyendo sus escritos y pensamientos, no sólo por imágenes. También conozco otras que no puedo juzgar su santidad, pero sí el gran desempeño en la vida que han tenido. Me refiero a amigas: casadas, madres solteras, religiosas,viudas, solteras, mayores y más jóvenes. Todas con muchas virtudes que reconocer y en muchos casos mal tratadas por una sociedad centrada en reconocer más a varones que la equidad. Y si miro más de cerca mi madre y hermanas, a quienes quiero mucho y valoro sus esfuerzos. Dos de ellas ya en el cielo.

¿A qué conclusión quiero llegar? Que el valor de la mujer, no puede ser solo algo reconocido por varones, sino por las mismas mujeres. Por sí mismas, buscando desafiar no al sexo opuesto, sino las estructuras que generan desigualdad. Muchas mujeres generan “machos”, son criados por mamás que dicen: tu hermano no lava platos, o deja le sirvo primero a él porque viene del trabajo… Estas expresiones, que describen una sociedad que tiene que transformarse. Varones involucrados en el quehacer doméstico sin temer a “cambiarse de bando” (el quehacer doméstico es asexual). Otros temas podrían ser la equidad de salarios, acceso a formación, valoración del trabajo reproductivo, etc. Muchos pendientes que tenemos como sociedad, pero creo que poco a poco, la mujer va ganando espacios y me alegra, no para ponerse pañuelos verdes o ser asesinas, sino para ser esas grandes mujeres que saben hacer historia, en pocas palabras: santas Mujeres.