/ sábado 19 de diciembre de 2020

Entre voces | Lucía

Los países del norte de Europa tienen inviernos y veranos extremos por estar más cerca del Polo Norte. Esto se traduce en días con más horas de luz en el verano (de 3am a 11pm) y noches muy oscuras en invierno (4pm a 9am). Con esta realidad climática no solo de frío, sino de luz, no fue raro que los habitantes de esas tierras al principio inhóspitas, recibieran con mucho agrado el anuncio de los misioneros del Evangelio y de Cristo como luz del mundo, reflejada en sus tradiciones de encender velas en los momentos de comer, incluso a medio día.

Hay una hermosa tradición de más de mil años, de celebrar a una santa: Lucía. Originaria de Siracusa, Italia, fue una joven cristiana mártir que fue asesinada por su fe y le sacaron los ojos. Por eso se le conoce como patrona de los invidentes, y se le representa como una joven con dos ojos en una charola como una ofrenda al que es la Luz. Su nombre significa la portadora de luz.

El año que llegué a Suecia, fue a principios del mes de diciembre, y el día 13 celebran esta fiesta en todas las escuelas y oficinas. Actualmente es un país oficialmente protestante, pero realmente, en su mayoría, ateo-práctico. Con tradiciones muy arraigadas como la mitad del verano y esta fiesta invernal. Comen galletas de pimienta y jengibre, un vino tinto dulce caliente con pasas y almendras, y eligen a una chica para que sea la “Lucía” de ese año. No es elegida por su belleza, sino por virtudes entre sus compañeros de escuela o trabajo. Se viste con una túnica blanca y un listón rojo en la cintura. Se le coloca una corona de 7 velas encendidas en la cabeza y preside una procesión entre otras chicas y jóvenes con velas, estrellas, lunas y faroles. Todo con referencia a la luz. Cantan villancicos, y anuncian como preludio el nacimiento del que es la Luz de todo hombre que viene a este mundo.

Dejado atrás todo esta larga descripción cultural que pueden indagar en Wikipedia y youtube, quiero referirme a algo que pasó la semana pasada en nuestra ciudad. Por razones sanitarias, no se realizaron las tradicionales peregrinaciones a la Virgen de Guadalupe, y se organizó el encender velas frente a la catedral. Fue realmente conmovedor ver la fe de la gente, que incluso fuera del horario, seguían llevando veladoras a encender una luz como signo de oración y plegaria. Mientras el comercio busca estrategias para vender sus productos, la Iglesia invita a la oración por enfermos, médicos y necesitados.

Todos podemos ser como Lucía, portadores de luz y llevarla a donde las personas puedan sentir la oscuridad del desaliento, depresión, incertidumbre, dolor, muerte, tristeza… ¡Qué triste sería que nadie quisiera encender la llama de su corazón! Un pensamiento me acompañó siempre en mi temporada fuera de México: “un pequeño cerillo encendido, vence la inmensa oscuridad¨. La oscuridad es ausencia, es vacío, es negatividad. En cambio la Luz, es positivo, es trabajo, esfuerzo, sonrisas, empeño, fe, aliento… es una Persona: Cristo.

Que en este tiempo en que la ciudad se conecta a la electricidad para iluminar nuestras calles, plazas y casas; sobre todo se encienda la luz en nuestros rostros y corazones. Nada nos cuesta sonreír, ni si quiera genera impuestos. Que tu luz resplandezca en medio de las oscuridades que estés enfrentando. Esa luz serán nuestras buenas obras. Deseo que luzcan como Lucía.

Los países del norte de Europa tienen inviernos y veranos extremos por estar más cerca del Polo Norte. Esto se traduce en días con más horas de luz en el verano (de 3am a 11pm) y noches muy oscuras en invierno (4pm a 9am). Con esta realidad climática no solo de frío, sino de luz, no fue raro que los habitantes de esas tierras al principio inhóspitas, recibieran con mucho agrado el anuncio de los misioneros del Evangelio y de Cristo como luz del mundo, reflejada en sus tradiciones de encender velas en los momentos de comer, incluso a medio día.

Hay una hermosa tradición de más de mil años, de celebrar a una santa: Lucía. Originaria de Siracusa, Italia, fue una joven cristiana mártir que fue asesinada por su fe y le sacaron los ojos. Por eso se le conoce como patrona de los invidentes, y se le representa como una joven con dos ojos en una charola como una ofrenda al que es la Luz. Su nombre significa la portadora de luz.

El año que llegué a Suecia, fue a principios del mes de diciembre, y el día 13 celebran esta fiesta en todas las escuelas y oficinas. Actualmente es un país oficialmente protestante, pero realmente, en su mayoría, ateo-práctico. Con tradiciones muy arraigadas como la mitad del verano y esta fiesta invernal. Comen galletas de pimienta y jengibre, un vino tinto dulce caliente con pasas y almendras, y eligen a una chica para que sea la “Lucía” de ese año. No es elegida por su belleza, sino por virtudes entre sus compañeros de escuela o trabajo. Se viste con una túnica blanca y un listón rojo en la cintura. Se le coloca una corona de 7 velas encendidas en la cabeza y preside una procesión entre otras chicas y jóvenes con velas, estrellas, lunas y faroles. Todo con referencia a la luz. Cantan villancicos, y anuncian como preludio el nacimiento del que es la Luz de todo hombre que viene a este mundo.

Dejado atrás todo esta larga descripción cultural que pueden indagar en Wikipedia y youtube, quiero referirme a algo que pasó la semana pasada en nuestra ciudad. Por razones sanitarias, no se realizaron las tradicionales peregrinaciones a la Virgen de Guadalupe, y se organizó el encender velas frente a la catedral. Fue realmente conmovedor ver la fe de la gente, que incluso fuera del horario, seguían llevando veladoras a encender una luz como signo de oración y plegaria. Mientras el comercio busca estrategias para vender sus productos, la Iglesia invita a la oración por enfermos, médicos y necesitados.

Todos podemos ser como Lucía, portadores de luz y llevarla a donde las personas puedan sentir la oscuridad del desaliento, depresión, incertidumbre, dolor, muerte, tristeza… ¡Qué triste sería que nadie quisiera encender la llama de su corazón! Un pensamiento me acompañó siempre en mi temporada fuera de México: “un pequeño cerillo encendido, vence la inmensa oscuridad¨. La oscuridad es ausencia, es vacío, es negatividad. En cambio la Luz, es positivo, es trabajo, esfuerzo, sonrisas, empeño, fe, aliento… es una Persona: Cristo.

Que en este tiempo en que la ciudad se conecta a la electricidad para iluminar nuestras calles, plazas y casas; sobre todo se encienda la luz en nuestros rostros y corazones. Nada nos cuesta sonreír, ni si quiera genera impuestos. Que tu luz resplandezca en medio de las oscuridades que estés enfrentando. Esa luz serán nuestras buenas obras. Deseo que luzcan como Lucía.