/ sábado 16 de julio de 2022

Entre voces | Fundados sobre roca

Estamos en estos días festejando los 391 años de la fundación de San José del Parral. En el siglo XVII algunos pobladores de la región, que ya habían descubierto yacimientos de plata en Santa Bárbara o viviendo bajo la rivera del Florido en San Bartolomé (Valle de Allende), descubrieron nuevas minas en el cerro del Parral, ahora cerro de la cruz. Don Juan Rangel de Biezma no buscaba seguramente ser llamado fundador, sino que tenía claros sus intereses, buscar metales preciosos y hacerse rico. “La Negrita” como llamó a su mina, sería la que colmaría con creces su ímpetu de explorador.

Una población que se fue amalgamando entre caseríos y nuevos inquilinos para hacer funcionar las recientes haciendas de beneficio. Una nueva ciudad nacía a los pies de la “Negrita”, de esa roca negra que contenía en sus entrañas una rica ley de plata. Años después se le llamará por eso “La capital del mundo de la plata”.

Hoy más que quedarme en los datos históricos, que serán siempre fascinantes de estudiarlos, quiero centrarme en lo importante que es fundar la vida sobre la roca y no sobre la arena, como nos dice Jesús en su Evangelio.

Decía una vez un autor que el árbol luce por fuera de lo que tiene enterrado (sus raíces). Y lo podemos constatar junto a los ríos se ven los álamos verdes aun en tiempos en que no corre el agua. También en jardines de la ciudad que con poco riego, siguen verdes esos enormes árboles que siguen buscando en las entrañas de la tierra sostenerse buscando el agua por donde sea. Ahora vayamos a lo social. ¿Dónde están nuestras raíces? ¿Conoces la vida de algún ancestro indígena? Seguramente la mayoría buscará en su árbol genealógico apellidos españoles, principalmente andaluces. Pero, aun así la pregunta sigue vigente ¿Dónde están nuestras raíces? ¿Son mineras? ¿Comerciantes? ¿Ganaderas? ¿Obreras?

Si has batallado en encontrar respuestas, seguramente es porque ha sido breve tu investigación acerca de tu origen que se reduce a tus abuelos. Algo es cierto, hemos heredado tierra y tradiciones. Comer chacales en cuaresma y juntarnos en familia en Navidad, son tradiciones que bien valen la pena. ¡Qué importante es preservar la cultura! Y por eso elogio todo esfuerzo que se hace por conservar el patrimonio de templos y casas; palacios y escuelas, porque las siguientes generaciones sabrán de Don Pedro de Alvarado y el padre Agustín Pelayo.

Cuando las tradiciones tienen un sustento firme y no sólo el querer obtener recursos por entrada a un evento efímero, o quedarnos en las cosas tan superfluas de una moda repentina, estaremos hablando de roca y no de arena. Proyectos culturales serios, requieren de la suma de voluntades, entre ciudadanos y gobernantes. No buscando el electorado para tener trabajo en la siguiente administración, sino pensar en generaciones. ¿Qué le queremos dejar a los niños, para que ellos se sientan orgullosos de haber nacido en Parral?

El empeño del minero consiste en cavar y buscar lo precioso para luego ofrecerlo al mundo. Te invito a que busques tus raíces y que revises en que basas tu vida. ¿Estás en la solidez de los principios morales y religiosos? ¿Tu estado de ánimo depende de la noticia en turno? ¿Qué sueños y proyectos tienes? ¿Has enseñado a soñar a tus nietos? Las respuestas que demos a estas cuestiones nos dirá si realmente estamos fundados sobre roca.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Estamos en estos días festejando los 391 años de la fundación de San José del Parral. En el siglo XVII algunos pobladores de la región, que ya habían descubierto yacimientos de plata en Santa Bárbara o viviendo bajo la rivera del Florido en San Bartolomé (Valle de Allende), descubrieron nuevas minas en el cerro del Parral, ahora cerro de la cruz. Don Juan Rangel de Biezma no buscaba seguramente ser llamado fundador, sino que tenía claros sus intereses, buscar metales preciosos y hacerse rico. “La Negrita” como llamó a su mina, sería la que colmaría con creces su ímpetu de explorador.

Una población que se fue amalgamando entre caseríos y nuevos inquilinos para hacer funcionar las recientes haciendas de beneficio. Una nueva ciudad nacía a los pies de la “Negrita”, de esa roca negra que contenía en sus entrañas una rica ley de plata. Años después se le llamará por eso “La capital del mundo de la plata”.

Hoy más que quedarme en los datos históricos, que serán siempre fascinantes de estudiarlos, quiero centrarme en lo importante que es fundar la vida sobre la roca y no sobre la arena, como nos dice Jesús en su Evangelio.

Decía una vez un autor que el árbol luce por fuera de lo que tiene enterrado (sus raíces). Y lo podemos constatar junto a los ríos se ven los álamos verdes aun en tiempos en que no corre el agua. También en jardines de la ciudad que con poco riego, siguen verdes esos enormes árboles que siguen buscando en las entrañas de la tierra sostenerse buscando el agua por donde sea. Ahora vayamos a lo social. ¿Dónde están nuestras raíces? ¿Conoces la vida de algún ancestro indígena? Seguramente la mayoría buscará en su árbol genealógico apellidos españoles, principalmente andaluces. Pero, aun así la pregunta sigue vigente ¿Dónde están nuestras raíces? ¿Son mineras? ¿Comerciantes? ¿Ganaderas? ¿Obreras?

Si has batallado en encontrar respuestas, seguramente es porque ha sido breve tu investigación acerca de tu origen que se reduce a tus abuelos. Algo es cierto, hemos heredado tierra y tradiciones. Comer chacales en cuaresma y juntarnos en familia en Navidad, son tradiciones que bien valen la pena. ¡Qué importante es preservar la cultura! Y por eso elogio todo esfuerzo que se hace por conservar el patrimonio de templos y casas; palacios y escuelas, porque las siguientes generaciones sabrán de Don Pedro de Alvarado y el padre Agustín Pelayo.

Cuando las tradiciones tienen un sustento firme y no sólo el querer obtener recursos por entrada a un evento efímero, o quedarnos en las cosas tan superfluas de una moda repentina, estaremos hablando de roca y no de arena. Proyectos culturales serios, requieren de la suma de voluntades, entre ciudadanos y gobernantes. No buscando el electorado para tener trabajo en la siguiente administración, sino pensar en generaciones. ¿Qué le queremos dejar a los niños, para que ellos se sientan orgullosos de haber nacido en Parral?

El empeño del minero consiste en cavar y buscar lo precioso para luego ofrecerlo al mundo. Te invito a que busques tus raíces y que revises en que basas tu vida. ¿Estás en la solidez de los principios morales y religiosos? ¿Tu estado de ánimo depende de la noticia en turno? ¿Qué sueños y proyectos tienes? ¿Has enseñado a soñar a tus nietos? Las respuestas que demos a estas cuestiones nos dirá si realmente estamos fundados sobre roca.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social