/ sábado 24 de abril de 2021

Entre Voces | Fiesta, fiesta

En el momento de escribir estas líneas se ha anunciado reuniones del consejo de salud estatal con el gobernador del estado para ver la situación en la crisis sanitaria actual y tomar medidas respecto a la semaforización y las medidas que se tomarán con los datos actuales. Muchos temen la vuelta al rojo, muchos no quieren, pero ¿qué hemos hecho? ¿hemos madurado nuestras actitudes ante una pandemia que ahí sigue?

En los años que estuve fuera de México, una palabra que muchos extranjeros dicen y más o menos entienden es la de “Fiesta”. No necesariamente tiene su traducción en inglés a “party”, sino que tiene todo ese color y sabor latino. Hacer fiesta no es solo organizar un evento, es mostrar una alegría, y de pequeñas cosas hacer todo un alboroto. Siempre buscamos motivos, no necesariamente razones, para hacer fiesta. Y si es cada semana mejor.

La situación actual de la pandemia ha marcado desde el inicio el llamado distanciamiento social para evitar contagio. Culturas más frías han seguido sin mucho esfuerzo normas que ya de suyo aplicaban desde antes como los japoneses que no se dan la mano por motivos higiénicos. Y nosotros acostumbrados al abrazo y al beso hasta con desconocidos. Ese cálido saludo que muchos extrañamos, resulta ser hoy una irresponsabilidad.

La tercera ola de contagios, el aumento de los casos y la situación alarmante, nos demuestra que no hemos sabido controlar las actividades permitidas en un semáforo amarillo o naranja. La cantidad de fiestas organizadas en todas partes es increíble. Pareciera que ya todo está permitido. Una vuelta ficticia a la normalidad, como si el virus hubiera desaparecido. Las dramáticas historias reales de gente enferma, muerta o con graves secuelas en la salud, no son nada imaginario, sino cicatrices que van quedando.

Quiero unirme en este espacio al llamado de las autoridades a ser más responsables, a no dejarnos llevar por gustos y gana, sino por la razón y la responsabilidad. Estamos en medios de una crisis sanitaria y económica que, si le agregamos sequía y proselitismo político, se vuelve un hervidero de cosas. Hoy más que nunca debemos redoblar esfuerzos, unirnos en causas comunes que ayuden a buscar juntos soluciones. Como frecuentemente se dice: si no eres parte de la solución, lo eres del problema.

No podemos quedarnos en la indiferencia, y seguir cerrando los ojos, pensando que lo que nos imaginemos sería la nueva realidad al abrirlos. Hago un llamado a los jóvenes que tanto quiero y sirvo. Necesitamos su compromiso solidario para evitar esa movilidad y que vuelvan a sus familias, a fortalecer los vínculos primarios. Ya llegará el momento de volvernos a abrazar, y hacer reuniones, conciertos y fiestas. A los padres de familia, seguir firmes en su labor educativa y proteger a sus hijos y personas vulnerables cercanas.

Todos queremos que acabe esta crisis sanitaria, esta pandemia. Hoy más que nunca necesitamos unir voluntades, limar diferencias y ser responsables. Son otras las normas que deben regir hoy nuestra convivencia social. Hagamos del cubreboca nuestro amigo y aliado, del gel antibacterial y lavado de manos una rutina constante, y de la distancia social una muestra de grande afecto y respeto por el otro. Es tiempo de crecer, de cuidarnos. Cuando venzamos esta situación, entonces sí vendrá la fiesta.


En el momento de escribir estas líneas se ha anunciado reuniones del consejo de salud estatal con el gobernador del estado para ver la situación en la crisis sanitaria actual y tomar medidas respecto a la semaforización y las medidas que se tomarán con los datos actuales. Muchos temen la vuelta al rojo, muchos no quieren, pero ¿qué hemos hecho? ¿hemos madurado nuestras actitudes ante una pandemia que ahí sigue?

En los años que estuve fuera de México, una palabra que muchos extranjeros dicen y más o menos entienden es la de “Fiesta”. No necesariamente tiene su traducción en inglés a “party”, sino que tiene todo ese color y sabor latino. Hacer fiesta no es solo organizar un evento, es mostrar una alegría, y de pequeñas cosas hacer todo un alboroto. Siempre buscamos motivos, no necesariamente razones, para hacer fiesta. Y si es cada semana mejor.

La situación actual de la pandemia ha marcado desde el inicio el llamado distanciamiento social para evitar contagio. Culturas más frías han seguido sin mucho esfuerzo normas que ya de suyo aplicaban desde antes como los japoneses que no se dan la mano por motivos higiénicos. Y nosotros acostumbrados al abrazo y al beso hasta con desconocidos. Ese cálido saludo que muchos extrañamos, resulta ser hoy una irresponsabilidad.

La tercera ola de contagios, el aumento de los casos y la situación alarmante, nos demuestra que no hemos sabido controlar las actividades permitidas en un semáforo amarillo o naranja. La cantidad de fiestas organizadas en todas partes es increíble. Pareciera que ya todo está permitido. Una vuelta ficticia a la normalidad, como si el virus hubiera desaparecido. Las dramáticas historias reales de gente enferma, muerta o con graves secuelas en la salud, no son nada imaginario, sino cicatrices que van quedando.

Quiero unirme en este espacio al llamado de las autoridades a ser más responsables, a no dejarnos llevar por gustos y gana, sino por la razón y la responsabilidad. Estamos en medios de una crisis sanitaria y económica que, si le agregamos sequía y proselitismo político, se vuelve un hervidero de cosas. Hoy más que nunca debemos redoblar esfuerzos, unirnos en causas comunes que ayuden a buscar juntos soluciones. Como frecuentemente se dice: si no eres parte de la solución, lo eres del problema.

No podemos quedarnos en la indiferencia, y seguir cerrando los ojos, pensando que lo que nos imaginemos sería la nueva realidad al abrirlos. Hago un llamado a los jóvenes que tanto quiero y sirvo. Necesitamos su compromiso solidario para evitar esa movilidad y que vuelvan a sus familias, a fortalecer los vínculos primarios. Ya llegará el momento de volvernos a abrazar, y hacer reuniones, conciertos y fiestas. A los padres de familia, seguir firmes en su labor educativa y proteger a sus hijos y personas vulnerables cercanas.

Todos queremos que acabe esta crisis sanitaria, esta pandemia. Hoy más que nunca necesitamos unir voluntades, limar diferencias y ser responsables. Son otras las normas que deben regir hoy nuestra convivencia social. Hagamos del cubreboca nuestro amigo y aliado, del gel antibacterial y lavado de manos una rutina constante, y de la distancia social una muestra de grande afecto y respeto por el otro. Es tiempo de crecer, de cuidarnos. Cuando venzamos esta situación, entonces sí vendrá la fiesta.