/ sábado 7 de mayo de 2022

Entre voces | Brindemos por la mujer

Se acerca ya una de las fiestas más tradicionales de nuestro país que no necesita ser legalizado como día de descanso o marcado como día especial para brindar honores a algún héroe reconocido en la historia. Podemos decir que nuestras madres son el gran personaje en nuestra vida que, en secreto y servicio cotidiano, se han ganado un lugar en el corazón.

Hoy quiero reconocer el valor tan grande que tiene el trabajo reproductivo. Un tema que si tiene que ver con las leyes, principalmente laborales. Más de una mujer al hacer una entrevista de trabajo (hecha por un hombre), se fija en la presencia física, si es bonita, atractiva, sexy, y luego ya pasa a las preguntas. Aunque debiera determinar la idoneidad para el trabajo las capacidades, a veces no son el único factor determinante. Incluso cuando las políticas de la empresa son tajantes en rechazar a alguna mujer por ejemplo que esté embarazada, mirando solo a los números, pues a las primeras semanas de capacitación le seguirán las de la incapacidad por maternidad.

El sistema económico actual tiene un rasgo mortal o anti-vida. El Papa la llama “una economía que mata”. Donde las variables son solo para obtener dividendos y se ve al niño por nacer, una amenaza que quitará tiempo, mente y corazón a la trabajadora, así que invita a posponer esos planes lo más que pueda. Una tendencia que ha hecho a las mujeres a lograr tener éxito profesional y posponer su proyecto familiar hasta pasados los treinta y ya casi cuarenta.

El trabajo reproductivo que inicia con el embarazo, y no se reduce a éste, sino que se entiende como “actividades o tareas imprescindibles o necesarias para el mantenimiento de las personas, generalmente familiares, como son el cuidado de los cuerpos, la educación, la formación, el mantenimiento de las relaciones sociales y el apoyo psicológico a los miembros de la familia”. Es así que al trabajo profesional marcado por la discriminación a la mujer que se embaraza, le agregamos el trabajo doméstico no remunerado. Donde el varón, padre de familia (si lo hay en casa), piensa que solo su trabajo merece salario y lo que hace la mujer en casa es solo por “obligación”, y por él no merece reconocimiento.

Las leyes se quedan limitadas y la conciencia del colectivo social necesita realmente una “conversión cultural” para valorar a la mujer. Les comparto por ejemplo que en una ocasión unas amigas de la universidad musulmanas, una de ella se retiró de clases por su embarazo y cuando supe que había tenido a su bebé, las amigas mostraban casi condolencias por que había nacido niña, ¡hubiera sido más feliz si fuera niño! Qué triste recibir a una niña ya con un complejo y límite cultural (de su propia madre) que pensábamos era superado. En México podríamos agregar un ingrediente al machismo que sigue ahí, y no nos aleja tanto de ese maltrato y violencia contra las mujeres.

Tenemos muchos retos que superar. Hombres y mujeres debemos valorar al ser humano en sus dos géneros complementarios. Dejarnos de egoísmos ideológicos o polarizaciones y construir juntos una mejor sociedad. Una sociedad que tiene rostro femenino y que les debe mucho a ellas, por lo que han aportado y por lo poco que se les ha reconocido. Por favor ¡no les regalen planchas! Hemos de valorar todo lo que han hecho y son capaces de hacer las mujeres por sus hijos. Mejor todas y todos, brindemos por la mujer.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social

Se acerca ya una de las fiestas más tradicionales de nuestro país que no necesita ser legalizado como día de descanso o marcado como día especial para brindar honores a algún héroe reconocido en la historia. Podemos decir que nuestras madres son el gran personaje en nuestra vida que, en secreto y servicio cotidiano, se han ganado un lugar en el corazón.

Hoy quiero reconocer el valor tan grande que tiene el trabajo reproductivo. Un tema que si tiene que ver con las leyes, principalmente laborales. Más de una mujer al hacer una entrevista de trabajo (hecha por un hombre), se fija en la presencia física, si es bonita, atractiva, sexy, y luego ya pasa a las preguntas. Aunque debiera determinar la idoneidad para el trabajo las capacidades, a veces no son el único factor determinante. Incluso cuando las políticas de la empresa son tajantes en rechazar a alguna mujer por ejemplo que esté embarazada, mirando solo a los números, pues a las primeras semanas de capacitación le seguirán las de la incapacidad por maternidad.

El sistema económico actual tiene un rasgo mortal o anti-vida. El Papa la llama “una economía que mata”. Donde las variables son solo para obtener dividendos y se ve al niño por nacer, una amenaza que quitará tiempo, mente y corazón a la trabajadora, así que invita a posponer esos planes lo más que pueda. Una tendencia que ha hecho a las mujeres a lograr tener éxito profesional y posponer su proyecto familiar hasta pasados los treinta y ya casi cuarenta.

El trabajo reproductivo que inicia con el embarazo, y no se reduce a éste, sino que se entiende como “actividades o tareas imprescindibles o necesarias para el mantenimiento de las personas, generalmente familiares, como son el cuidado de los cuerpos, la educación, la formación, el mantenimiento de las relaciones sociales y el apoyo psicológico a los miembros de la familia”. Es así que al trabajo profesional marcado por la discriminación a la mujer que se embaraza, le agregamos el trabajo doméstico no remunerado. Donde el varón, padre de familia (si lo hay en casa), piensa que solo su trabajo merece salario y lo que hace la mujer en casa es solo por “obligación”, y por él no merece reconocimiento.

Las leyes se quedan limitadas y la conciencia del colectivo social necesita realmente una “conversión cultural” para valorar a la mujer. Les comparto por ejemplo que en una ocasión unas amigas de la universidad musulmanas, una de ella se retiró de clases por su embarazo y cuando supe que había tenido a su bebé, las amigas mostraban casi condolencias por que había nacido niña, ¡hubiera sido más feliz si fuera niño! Qué triste recibir a una niña ya con un complejo y límite cultural (de su propia madre) que pensábamos era superado. En México podríamos agregar un ingrediente al machismo que sigue ahí, y no nos aleja tanto de ese maltrato y violencia contra las mujeres.

Tenemos muchos retos que superar. Hombres y mujeres debemos valorar al ser humano en sus dos géneros complementarios. Dejarnos de egoísmos ideológicos o polarizaciones y construir juntos una mejor sociedad. Una sociedad que tiene rostro femenino y que les debe mucho a ellas, por lo que han aportado y por lo poco que se les ha reconocido. Por favor ¡no les regalen planchas! Hemos de valorar todo lo que han hecho y son capaces de hacer las mujeres por sus hijos. Mejor todas y todos, brindemos por la mujer.

Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en Comunicación Social