/ sábado 14 de mayo de 2022

Entre voces | A ver cuando aprendemos

La docencia es tan antigua como el hombre, porque siempre ha existido la necesidad de transmitir conocimiento a la siguiente generación. El 15 de mayo recordamos y rendimos homenaje a todos aquellos que gastan su vida y su tiempo, en compartir el conocimiento. La mayoría por amor a los niños y jóvenes, aunque algunos por mero interés o conseguir algún que otro hueso.

Recuerdo en mis años de adolescente, cursando la secundaria, cuando empieza la inquietud sobre qué estudiar y en qué dedicar toda la vida, se hablaba de varias carreras como sistemas computacionales, psicología, medicina, ingenierías y claro el entrar a la “Normal” para ser profesor sea de primaria o pre-escolar. Podríamos decir que esta última, era de las clásicas, pero se tenía una gran dificultad para poder entrar. Quisiera recordar dos aspectos de la atractiva propuesta educativa.

La primera era contar con trabajo seguro y prestaciones envidiables. Jubilación temprana y que salían ya con una base. No tendrían que sufrir el tema del desempleo, o andar haciendo angustiosas entrevistas de trabajo para ver si los contrataban en alguna escuela. Se tendría que decidir solo si ser federal o estatal, pero ambas con un lugar seguro para iniciar carrera y obtener un salario digno.

La segunda y más atractiva era el tener muchos días de vacaciones. Incluso a las mujeres las seducían diciendo que podría disfrutar con sus hijos de más de un mes en verano, junto con la navidad y semana santa. Propuestas envidiables para aquellos que se irían por los caminos de lo empresarial o la industria. Pero esto parece quedar ya en el pasado.

En la actualidad no se mira con dificultad el ingresar a una escuela superior sea la Normal u otras que ofrecen pedagogía. ¿Será que la dificultad será en conseguir trabajo? Según el gobierno en turno, parece que el modelo educativo depende de los intereses en turno. La carrera magisterial está atravesando valles de tinieblas y oscuridad que no parece ver la luz pronto. Los jóvenes no saben qué pasará con ellos. Otros renuncian a ofertas de empleo por ser en lugares serranos o con mucha violencia.

Hoy ¿qué significa ser maestro, o pretender aspirar a tan noble profesión? Gracias a Dios ya no son aquellos intereses y prestaciones envidiables de antaño pero, ¿son ideales nuevos los que hay ahora? ¿El temor del desempleo o no poder conseguir una influencia política para colocarse será mejor? Nos falta mucho por madurar en el sistema educativo, no solo buscando nuevos modelos, superar el atraso debido a la pandemia, sino en tener un cuerpo de maestros que aspiren a transmitir en verdad la tradición, conocimientos, valores y lo mejor que hay en cada ser humano.

Aristóteles fue el maestro de Alejandro Magno, y muchos tutores en la historia servirían de ejemplo. El cariño por el discípulo y la gran responsabilidad en educarlo, son ingredientes insustituibles como el agua y el limón en una limonada. Pero si necesitamos algún modelo, Jesús, el Maestro los supera a todos. Nunca se cansó de enseñar, amar y servir a sus discípulos. Y solo me he referido a los maestros, porque en la educación el principal protagonista lo debe ser el alumno. Dejemos de criticar inútilmente a los docentes, si no nos comprometemos a ser buenos estudiantes y colaborar con ellos. Y de la historia, a ver cuando aprendemos.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

La docencia es tan antigua como el hombre, porque siempre ha existido la necesidad de transmitir conocimiento a la siguiente generación. El 15 de mayo recordamos y rendimos homenaje a todos aquellos que gastan su vida y su tiempo, en compartir el conocimiento. La mayoría por amor a los niños y jóvenes, aunque algunos por mero interés o conseguir algún que otro hueso.

Recuerdo en mis años de adolescente, cursando la secundaria, cuando empieza la inquietud sobre qué estudiar y en qué dedicar toda la vida, se hablaba de varias carreras como sistemas computacionales, psicología, medicina, ingenierías y claro el entrar a la “Normal” para ser profesor sea de primaria o pre-escolar. Podríamos decir que esta última, era de las clásicas, pero se tenía una gran dificultad para poder entrar. Quisiera recordar dos aspectos de la atractiva propuesta educativa.

La primera era contar con trabajo seguro y prestaciones envidiables. Jubilación temprana y que salían ya con una base. No tendrían que sufrir el tema del desempleo, o andar haciendo angustiosas entrevistas de trabajo para ver si los contrataban en alguna escuela. Se tendría que decidir solo si ser federal o estatal, pero ambas con un lugar seguro para iniciar carrera y obtener un salario digno.

La segunda y más atractiva era el tener muchos días de vacaciones. Incluso a las mujeres las seducían diciendo que podría disfrutar con sus hijos de más de un mes en verano, junto con la navidad y semana santa. Propuestas envidiables para aquellos que se irían por los caminos de lo empresarial o la industria. Pero esto parece quedar ya en el pasado.

En la actualidad no se mira con dificultad el ingresar a una escuela superior sea la Normal u otras que ofrecen pedagogía. ¿Será que la dificultad será en conseguir trabajo? Según el gobierno en turno, parece que el modelo educativo depende de los intereses en turno. La carrera magisterial está atravesando valles de tinieblas y oscuridad que no parece ver la luz pronto. Los jóvenes no saben qué pasará con ellos. Otros renuncian a ofertas de empleo por ser en lugares serranos o con mucha violencia.

Hoy ¿qué significa ser maestro, o pretender aspirar a tan noble profesión? Gracias a Dios ya no son aquellos intereses y prestaciones envidiables de antaño pero, ¿son ideales nuevos los que hay ahora? ¿El temor del desempleo o no poder conseguir una influencia política para colocarse será mejor? Nos falta mucho por madurar en el sistema educativo, no solo buscando nuevos modelos, superar el atraso debido a la pandemia, sino en tener un cuerpo de maestros que aspiren a transmitir en verdad la tradición, conocimientos, valores y lo mejor que hay en cada ser humano.

Aristóteles fue el maestro de Alejandro Magno, y muchos tutores en la historia servirían de ejemplo. El cariño por el discípulo y la gran responsabilidad en educarlo, son ingredientes insustituibles como el agua y el limón en una limonada. Pero si necesitamos algún modelo, Jesús, el Maestro los supera a todos. Nunca se cansó de enseñar, amar y servir a sus discípulos. Y solo me he referido a los maestros, porque en la educación el principal protagonista lo debe ser el alumno. Dejemos de criticar inútilmente a los docentes, si no nos comprometemos a ser buenos estudiantes y colaborar con ellos. Y de la historia, a ver cuando aprendemos.


Leonel Larios Medina | Sacerdote católico y licenciado en comunicación social