/ miércoles 6 de julio de 2022

En sobremesa con Maxi  | Recordatorio Personal

¿Cuándo es el tiempo adecuado para dejar un lugar?, ¿En qué momento debes tomar la decisión de tomar tus cosas y marcharte?, ¿Cuánto estás dispuesto a soportar por el miedo a descubrir que te espera al cruzar la puerta?, ¿Dónde estarías hoy si ayer hubieras dicho si a la propuesta?

Para muchos de nosotros nos resulta un tanto difícil el poder tomar decisiones de forma apresurada, sin aplicar algo de lógica o por sentimientos del corazón sin darnos cuenta que frente a nosotros esta la oportunidad más increíble para salir del cual sentimos que ya no pertenecemos.

Encierros en cuatro paredes asfixiando el potencial que pudiésemos desarrollar en otro lugar, explosiones de creatividad siendo contenidas por aquellas cosas a las cuales unos no les ven futuro.

Abres tu computadora portátil esperando que sea una mañana diferente, tomas la taza de café mientras realizas una serie de conversaciones con individuos que pudieran estar atravesando el mismo pensamiento y otros que han sentido comodidad en donde se encuentran.

Al cerrar los ojos imaginas que estarías haciendo si no hubiera sido de esta manera las cosas, tal vez seria que anduvieses corriendo de un lado a otro por las calles de la ciudad, mejor aun subiendo un elevador con traje y corbata en el centro financiero de San Francisco California, un sinfín de posibilidades, pero en realidad estás viviendo en una de esas tantas.

Al estar frente al grupo de clases se puede observar detenidamente los ojos de cada alumno, sus esperanzas depositadas en un pupitre con el cuaderno esperando a ser llenado de información que incremente su conocimiento educativo, pero hay quienes en su mirada denota la intranquilidad o incertidumbre de lo que sucederá al terminar su temporada en la universidad.

Sentado esperando ser atendido pude observar como personal administrativo del lugar recorre los pasillos de una oficina a otra, trajes de sastre bien planchados, zapatos lustrados y si no fuera por el cubre bocas me atrevería a decir que rostros pintados del maquillaje más espectacular, caminan sin parar de un lugar a otro buscando obtener el resultado de la organización.

Imaginemos que las personas fuéramos pequeños planetas orbitando unos a lado de otros, cuántas cosas estarían sucediendo dentro de esas superficies, pensamientos corriendo a gran velocidad de un lado a otro, imaginaciones de sucesos que nunca pasaran, negociaciones internas sin parar, creo que, si la Tierra es un planeta complejo, nuestras mentes son algo aún más.

Al terminar una jornada de trabajo y llegar a nuestras habitaciones buscamos tener un instante de tranquilidad que aminore la presura en la cual nos encontramos, decisiones difíciles que deben ser tomadas y despedidas que, aunque serán dolorosas tenemos que hacer.

Mi Padre tenía una frase muy conocida para referirse al tiempo que era: “Viejos los cerros y aún enverdecen”, cuanta sabiduría pudiéramos encontrar una simple expresión que ahora en mi etapa de adulto atesoro, el tiempo sigue avanzando y si no tomamos las decisiones oportunamente cuando lo queramos hacer pudiera ser demasiado tarde.

No será fácil dejar atrás personas que compartieron momentos buenos y malos que ahí se quedarán en nuestro corazón siendo testigos de lo que fuiste y lo que esperas ser, las campanillas de viento suenan porque ha llegado el tiempo de volar, de descubrir lo que la vida tiene para ti y seguir en la búsqueda de ti mismo.

No lo olvides: “Mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo.”


Maxi Joel Nevárez | Admón. Gubernamental

¿Cuándo es el tiempo adecuado para dejar un lugar?, ¿En qué momento debes tomar la decisión de tomar tus cosas y marcharte?, ¿Cuánto estás dispuesto a soportar por el miedo a descubrir que te espera al cruzar la puerta?, ¿Dónde estarías hoy si ayer hubieras dicho si a la propuesta?

Para muchos de nosotros nos resulta un tanto difícil el poder tomar decisiones de forma apresurada, sin aplicar algo de lógica o por sentimientos del corazón sin darnos cuenta que frente a nosotros esta la oportunidad más increíble para salir del cual sentimos que ya no pertenecemos.

Encierros en cuatro paredes asfixiando el potencial que pudiésemos desarrollar en otro lugar, explosiones de creatividad siendo contenidas por aquellas cosas a las cuales unos no les ven futuro.

Abres tu computadora portátil esperando que sea una mañana diferente, tomas la taza de café mientras realizas una serie de conversaciones con individuos que pudieran estar atravesando el mismo pensamiento y otros que han sentido comodidad en donde se encuentran.

Al cerrar los ojos imaginas que estarías haciendo si no hubiera sido de esta manera las cosas, tal vez seria que anduvieses corriendo de un lado a otro por las calles de la ciudad, mejor aun subiendo un elevador con traje y corbata en el centro financiero de San Francisco California, un sinfín de posibilidades, pero en realidad estás viviendo en una de esas tantas.

Al estar frente al grupo de clases se puede observar detenidamente los ojos de cada alumno, sus esperanzas depositadas en un pupitre con el cuaderno esperando a ser llenado de información que incremente su conocimiento educativo, pero hay quienes en su mirada denota la intranquilidad o incertidumbre de lo que sucederá al terminar su temporada en la universidad.

Sentado esperando ser atendido pude observar como personal administrativo del lugar recorre los pasillos de una oficina a otra, trajes de sastre bien planchados, zapatos lustrados y si no fuera por el cubre bocas me atrevería a decir que rostros pintados del maquillaje más espectacular, caminan sin parar de un lugar a otro buscando obtener el resultado de la organización.

Imaginemos que las personas fuéramos pequeños planetas orbitando unos a lado de otros, cuántas cosas estarían sucediendo dentro de esas superficies, pensamientos corriendo a gran velocidad de un lado a otro, imaginaciones de sucesos que nunca pasaran, negociaciones internas sin parar, creo que, si la Tierra es un planeta complejo, nuestras mentes son algo aún más.

Al terminar una jornada de trabajo y llegar a nuestras habitaciones buscamos tener un instante de tranquilidad que aminore la presura en la cual nos encontramos, decisiones difíciles que deben ser tomadas y despedidas que, aunque serán dolorosas tenemos que hacer.

Mi Padre tenía una frase muy conocida para referirse al tiempo que era: “Viejos los cerros y aún enverdecen”, cuanta sabiduría pudiéramos encontrar una simple expresión que ahora en mi etapa de adulto atesoro, el tiempo sigue avanzando y si no tomamos las decisiones oportunamente cuando lo queramos hacer pudiera ser demasiado tarde.

No será fácil dejar atrás personas que compartieron momentos buenos y malos que ahí se quedarán en nuestro corazón siendo testigos de lo que fuiste y lo que esperas ser, las campanillas de viento suenan porque ha llegado el tiempo de volar, de descubrir lo que la vida tiene para ti y seguir en la búsqueda de ti mismo.

No lo olvides: “Mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo.”


Maxi Joel Nevárez | Admón. Gubernamental