/ miércoles 6 de octubre de 2021

En sobremesa con Maxi | “La sabiduría llega con la edad y el entendimiento con la larga vida”

Te contare una anécdota que parecería que no es real, pero tiene todo su contenido de veracidad y hasta lo puedes preguntar en cualquier momento. Existía un anciano muy avanzado en edad, este anciano recorría las calles de su comunidad todas las mañanas, subía montes, admiraba su alrededor, recolectaba semillas de los árboles y con su bordón daba pasos lentos, pero le ayudaba a darlos firmes por el camino de terracería,

El anciano todos los días, sin faltarle uno solo hacía lo mismo, un día lo detuve para preguntarle lo siguiente: ¡Señor!, ¿no se aburre hacer el mismo recorrido, las mismas actividades y a la misma hora todos los días? Para lo cual el anciano me contesto: Mire joven..., - exclamo con un gran suspiro - ya tengo mucho tiempo haciéndolo, hay una convicción en mí que me hace empezar, en alguno de estos días ya no podre levantarme, no tendré las fuerzas suficientes para recolectar mis semillas, mi vista se desvanecerá, el amanecer frente a mis ojos viejos y cansados dejara de existir, por eso, mientras lo pueda hacer, lo disfrutare tanto como si se tratase de la última vez que me dejara la vida hacerlo.

Maravillado sobre esta respuesta me fui a casa imaginando cuanto tiempo he dejado pasar frente a mis ojos, sin darme cuenta estaba en ese mismo camino que el anciano, pronto podría ser la mañana que ya no me toque levantarme de mi cama, los amaneceres que estoy dejando de ver se irán, se me ha olvidado recolectar de semilla en semilla, mismas que también debería estar sembrando por donde voy caminando.

No quiero dejar ni un instante que mi conciencia sepa esta gran verdad, deje atrás personas sin darme cuenta, algunas por decisión propia, otras porque simplemente no les dedique la atención que necesitaban. Dejé ir momentos increíbles que solo necesitaban mi presencia y no lo estuve.

Cuando despierto lo primero que mis ojos ven al abrirse es la gran ventana frente a mi, la luz que entra hacia mi cama hasta recorrer la habitación, demuestra que ha iniciado un día más, tal vez tuve una noche donde no deje de soñar o alguna que quizás mis lágrimas no dejaron de recorrer suavemente mis mejillas, a pesar de eso ha salido de nuevo el sol para darle paso a un nuevo amanecer. Las mañanas frías y lluviosas son mis favoritas, para muchos otros son días de tristeza o de melancolía porque no nos gusta sentirnos en un entorno grizaso.

Recuerdo que desde pequeño a mi madre le encanta poner la radio con música para despertarnos, días donde amanecía nuboso con frio se tornaban agradables porque la música motivaba a que despertaras con la convicción de que algo nuevo estaba por suceder.

Aprendí a seleccionar que es lo que estoy escuchando, aquellas palabras que mi cerebro está aceptando como “normales”, todo ese contenido basura y que me hacía creer que yo también era basura.

Como dijo Albus Dumbledore: "Hay muchos tipos de valentía. hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos".

Sigue firme, aunque vengan vientos, mareas o tormentas impresionantes tratando de derribarte, has decidido ser ANCLA en medio de la tempestad, al final solo los valientes, los que se esfuerzan, logran aferrarse conquistar lo que tengan frente a ellos.

Maxi Joel Nevárez | Administración Gubernamental

Te contare una anécdota que parecería que no es real, pero tiene todo su contenido de veracidad y hasta lo puedes preguntar en cualquier momento. Existía un anciano muy avanzado en edad, este anciano recorría las calles de su comunidad todas las mañanas, subía montes, admiraba su alrededor, recolectaba semillas de los árboles y con su bordón daba pasos lentos, pero le ayudaba a darlos firmes por el camino de terracería,

El anciano todos los días, sin faltarle uno solo hacía lo mismo, un día lo detuve para preguntarle lo siguiente: ¡Señor!, ¿no se aburre hacer el mismo recorrido, las mismas actividades y a la misma hora todos los días? Para lo cual el anciano me contesto: Mire joven..., - exclamo con un gran suspiro - ya tengo mucho tiempo haciéndolo, hay una convicción en mí que me hace empezar, en alguno de estos días ya no podre levantarme, no tendré las fuerzas suficientes para recolectar mis semillas, mi vista se desvanecerá, el amanecer frente a mis ojos viejos y cansados dejara de existir, por eso, mientras lo pueda hacer, lo disfrutare tanto como si se tratase de la última vez que me dejara la vida hacerlo.

Maravillado sobre esta respuesta me fui a casa imaginando cuanto tiempo he dejado pasar frente a mis ojos, sin darme cuenta estaba en ese mismo camino que el anciano, pronto podría ser la mañana que ya no me toque levantarme de mi cama, los amaneceres que estoy dejando de ver se irán, se me ha olvidado recolectar de semilla en semilla, mismas que también debería estar sembrando por donde voy caminando.

No quiero dejar ni un instante que mi conciencia sepa esta gran verdad, deje atrás personas sin darme cuenta, algunas por decisión propia, otras porque simplemente no les dedique la atención que necesitaban. Dejé ir momentos increíbles que solo necesitaban mi presencia y no lo estuve.

Cuando despierto lo primero que mis ojos ven al abrirse es la gran ventana frente a mi, la luz que entra hacia mi cama hasta recorrer la habitación, demuestra que ha iniciado un día más, tal vez tuve una noche donde no deje de soñar o alguna que quizás mis lágrimas no dejaron de recorrer suavemente mis mejillas, a pesar de eso ha salido de nuevo el sol para darle paso a un nuevo amanecer. Las mañanas frías y lluviosas son mis favoritas, para muchos otros son días de tristeza o de melancolía porque no nos gusta sentirnos en un entorno grizaso.

Recuerdo que desde pequeño a mi madre le encanta poner la radio con música para despertarnos, días donde amanecía nuboso con frio se tornaban agradables porque la música motivaba a que despertaras con la convicción de que algo nuevo estaba por suceder.

Aprendí a seleccionar que es lo que estoy escuchando, aquellas palabras que mi cerebro está aceptando como “normales”, todo ese contenido basura y que me hacía creer que yo también era basura.

Como dijo Albus Dumbledore: "Hay muchos tipos de valentía. hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos".

Sigue firme, aunque vengan vientos, mareas o tormentas impresionantes tratando de derribarte, has decidido ser ANCLA en medio de la tempestad, al final solo los valientes, los que se esfuerzan, logran aferrarse conquistar lo que tengan frente a ellos.

Maxi Joel Nevárez | Administración Gubernamental