Doy entrada con esta frase de mi autoría, que considero altamente adecuada para el tema en cuestión: “Las grandes empresas de la vida, tienen su génesis en una idea innovadora, revolucionaria y en un soñador que cree en la posibilidad de cristarlizarla”.
Cuando dos o más idealistas unen su sinergia y focalizan un punto en común, las cosas se suceden con tal rapidez y beneplácito, que cada vez, la siembra va rindiendo mejores frutos en cantidad y calidad de cosecha; mismos que se convierten en umbrales para otras generaciones; escalones de ascenso exitoso, que van sumando voluntades, experiencias y por ende, crecimiento individual y grupal.
A lo largo de mi experiencia, he aprendido, que en la medida que una se adentra y profundiza en una actividad que brinda paz, armonía, retos y grandes satisfacciones, el círculo se va ampliando; las posibilidades se van expandiendo; el conocimiento va entrando por cualquier hendidura que deja el tener contacto y convivencia con otras personas; y, de esa forma, el ansia de hacer, contribuir y aportar a la sociedad, se va acrecentando en el interior, hasta convertirse en fuego gigantesco que arde buscando una salida; hasta encontrar cauces de desahogo, que se obtienen al verter los pensamientos en una hoja en blanco.
La escritura es una herramienta de sanación, de entenderse a sí mismo, para posteriormente comprender a la otredad; buscar, encontrar y aportar significados, que permitan visualizar posibilidades y fortalecer la resiliencia ante las adversidades que enfrentamos día a día.
Con este breve preámbulo, quiero hacer mención a mi reciente participación en el encuentro de escritores de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde 46 escritores se dieron cita personalmente y cuatro vía digital, formando un total de 50 personas de distintas edades, con procedencias y respaldos culturales totalmente disímbolos, fuimos unidos por una convocatoria, para elaborar un libro con la temática “Niñez y juventud, pérdida de valores y alternativas de rescate”; hermanados, por la pasión que emana y que une cual eslabones de cadenas, como son las letras, y por la firme convicción que desde los más recónditos lugares, todos y cada uno de nosotros podemos aportar algún texto, que al llegar al destinatario, contribuya con sugerencias, alternativas y esperanzas.
Somos una sociedad altamente dañada por la violencia; los antivalores han ganado un lugar dentro de las nuevas generaciones, así como los hábitos dañinos y el poco respeto a esas normas universales, que desde siempre han buscado la armonía y convivencia sana entre todos los que tenemos la suerte de habitar este planeta.
Requerimos herramientas que fortalezcan el alma, la autoestima y la confianza en la humanidad; por lo que la médula del libro, se desarrolló bajo la óptica y reflectores del canal 44 de ciudad Juárez, mismo que tiene alta afluencia e impacto en la zona fronteriza y en el Paso Tx.
Me congratulo de formar parte de esta gama de soñadores. ¡Enhorabuena, VI matón de las letras!