/ jueves 12 de diciembre de 2019

En esta navidad: enfoquémonos más en regalar momentos que en regalar algo material

Si estás preocupado porque no sabes lo que vas a ofrecer como regalo, ya sea porque no tienes condiciones, estás desempleado, o porque los amigos son tantos que no tienes los medios para ofrecerles alguna cosa a cada quien; piensa en ofrecer algo que quede para siempre, que tú posees y que muchas personas riquísimas ya no poseen más;

El tiempo no se pierde, lo que se pierde es la lección; si no pones atención a lo acontecido, exalta tus sentidos y los de quienes quieres con actividades que se vuelvan un valioso recuerdo, hacer a alguien feliz es el mayor regalo que podemos ofrecer y eso nosotros no lo compramos, lo producimos con el cariño en los ojos y amor en el corazón; cada encuentro y comunicación entre personas es un intercambio de regalos, se vienen las fiestas navideñas y con ellas se exacerban los deseos de comprar y regalar ¿Qué implica dedicar largas jornadas a recorrer espacios incómodos y abrumadores para comprar un “auto regalo” o ese presente para cada amigo o miembro de la familia?, ¿qué nos motiva a eso?, ¿es sólo nuestro deseo manipulado para consumir? Tal vez sí, pero también, tal vez no.

¡Los momentos quedan para siempre!

¡Tú eres el mejor regalo que existe!

En todas partes hay distracciones: ofertas, altavoces, música navideña, muñecos moviéndose, letreros llamativos, infinidad de distractores que nos alejan del objetivo de esta época; las compras decembrinas se han vuelto un ritual, por lo que una crítica inicial a ese ritual sería que está motivado por ese deseo manipulado que lleva a consumir y el cual es de satisfacción efímera; calmar la ansiedad que produce en nosotros la publicidad, los medios de comunicación, que venden productos y servicios que parecieran algo esencial para hacer parte de un grupo, de una sociedad, donde se expande como virus la idea de que ese teléfono celular es el que hay que tener o esa moda de ropa es la que hay que llevar para podernos integrar y bueno, ni hablar del sin fin de objetos inútiles o cuyo uso expira rápidamente; los regalos que no nos sirven y que guardamos en un cajón, la basura que eso produce a futuro, las deudas que se vienen, y así no es un panorama muy alentador; no obstante, cual ritual sagrado, lo seguimos haciendo año tras año, por lo que considero hay algo interesante detrás de ese ritual que consta de dos palabras clave: “dar”, “recibir”, acciones básicas para el equilibrio pero que han sido secuestradas en un sentido único asociado al intercambio de dinero por objetos, servicios, experiencias y hay que hacer algo por ser apreciados, podríamos decir que es una forma de hacer un “Lavado de conciencia”, pero en medio del bombardeo publicitario que aprovecha maravillosamente nuestras inseguridades, culpas y afanes, es difícil, así como necesario hacer una pausa para reflexionar sobre nuestras motivaciones e intenciones del por qué y para qué quiero regalar; mucha gente piensa que con los regalos queda saldada la deuda de no poner atención durante todo el año a las cosas pequeñas que nos da la vida, no todas cuestan dinero, se lo aseguro, “lo que importa es el detalle”, para tener claro qué es lo que realmente está “dando”?, cuando uno empieza a repartir, pronto empieza a recibir.

Creo que ya todos sabemos que vale más tener salud, armonía en la casa y prosperidad.

Si estás preocupado porque no sabes lo que vas a ofrecer como regalo, ya sea porque no tienes condiciones, estás desempleado, o porque los amigos son tantos que no tienes los medios para ofrecerles alguna cosa a cada quien; piensa en ofrecer algo que quede para siempre, que tú posees y que muchas personas riquísimas ya no poseen más;

El tiempo no se pierde, lo que se pierde es la lección; si no pones atención a lo acontecido, exalta tus sentidos y los de quienes quieres con actividades que se vuelvan un valioso recuerdo, hacer a alguien feliz es el mayor regalo que podemos ofrecer y eso nosotros no lo compramos, lo producimos con el cariño en los ojos y amor en el corazón; cada encuentro y comunicación entre personas es un intercambio de regalos, se vienen las fiestas navideñas y con ellas se exacerban los deseos de comprar y regalar ¿Qué implica dedicar largas jornadas a recorrer espacios incómodos y abrumadores para comprar un “auto regalo” o ese presente para cada amigo o miembro de la familia?, ¿qué nos motiva a eso?, ¿es sólo nuestro deseo manipulado para consumir? Tal vez sí, pero también, tal vez no.

¡Los momentos quedan para siempre!

¡Tú eres el mejor regalo que existe!

En todas partes hay distracciones: ofertas, altavoces, música navideña, muñecos moviéndose, letreros llamativos, infinidad de distractores que nos alejan del objetivo de esta época; las compras decembrinas se han vuelto un ritual, por lo que una crítica inicial a ese ritual sería que está motivado por ese deseo manipulado que lleva a consumir y el cual es de satisfacción efímera; calmar la ansiedad que produce en nosotros la publicidad, los medios de comunicación, que venden productos y servicios que parecieran algo esencial para hacer parte de un grupo, de una sociedad, donde se expande como virus la idea de que ese teléfono celular es el que hay que tener o esa moda de ropa es la que hay que llevar para podernos integrar y bueno, ni hablar del sin fin de objetos inútiles o cuyo uso expira rápidamente; los regalos que no nos sirven y que guardamos en un cajón, la basura que eso produce a futuro, las deudas que se vienen, y así no es un panorama muy alentador; no obstante, cual ritual sagrado, lo seguimos haciendo año tras año, por lo que considero hay algo interesante detrás de ese ritual que consta de dos palabras clave: “dar”, “recibir”, acciones básicas para el equilibrio pero que han sido secuestradas en un sentido único asociado al intercambio de dinero por objetos, servicios, experiencias y hay que hacer algo por ser apreciados, podríamos decir que es una forma de hacer un “Lavado de conciencia”, pero en medio del bombardeo publicitario que aprovecha maravillosamente nuestras inseguridades, culpas y afanes, es difícil, así como necesario hacer una pausa para reflexionar sobre nuestras motivaciones e intenciones del por qué y para qué quiero regalar; mucha gente piensa que con los regalos queda saldada la deuda de no poner atención durante todo el año a las cosas pequeñas que nos da la vida, no todas cuestan dinero, se lo aseguro, “lo que importa es el detalle”, para tener claro qué es lo que realmente está “dando”?, cuando uno empieza a repartir, pronto empieza a recibir.

Creo que ya todos sabemos que vale más tener salud, armonía en la casa y prosperidad.