/ jueves 5 de marzo de 2020

El valor de la familia

El primer domingo del mes de marzo de cada año, festejamos en México el “Día de la Familia”, celebración que se formalizó con la intención de fomentar la unidad y valorar en su justa dimensión la importancia de la familia.

Pero no solo nacer en una familia es importante, el rol que juega esta institución en la concepción, desarrollo y realización del ser humano, tiene una trascendencia de mayor dimensión, es el seno familiar el lugar insustituible para formar y desarrollar la individualidad y originalidad, de un ser humano completo. Es el elemento natural e indispensable de toda sociedad, donde se fomenta una profunda unidad interna de personas, toda familia tiene un ámbito espiritual que favorece las relaciones, se comparte un espacio común, lazos de sangre, afecto reciproco, vínculos morales, que la instituyen como una unidad de equilibrio humano y social. Es el principal pilar que sostienen a una sociedad, es donde se nace, se aprende, se educa, se da refugio, se da orgullo e identidad, donde se comparte tristezas y alegrías, se enfrentan problemas, se aprende a ser solidario, se fomentan los buenos hábitos, se enseña a trabajar, es donde se forman los futuros ciudadanos, donde su cuida y desarrolla la primera y la tercera generación y sobre todas las cosas es en la familia donde se inculcan los valores, donde se enseña a amar y a ser amado . Ninguna otra institución puede cumplir con las funciones anteriores, por eso la institución familiar es una fortaleza que debemos valorar.

Con el paso de los años e influenciados tal vez por la era de la revolución industrial, hemos pretendido sustituir la función de la familia de educar y formar a los hijos, trasladando paulatinamente esa responsabilidad a instituciones como guarderías infantiles, instituciones educativas, internados, entre algunas instituciones más, con lo cual pretendemos que nuestros hijos sean educados de una forma global o permítame el término “industrial” y se nos ha olvidado que la educación de nuestros hijos es artesanal, personalizada, porque cada uno es único y especial, y esa educación personalizada solo se puede dar en el seno familiar, al cuidado de un padre y una madre responsables, que educan no solo con conocimientos, también con amor.

La globalización, la economía, la era de las comunicaciones, etc. se han convertido en factores que usamos como pretexto para evadir la responsabilidad de tener y conservar una familia funcional, nos hemos vuelto cómodos, irresponsables y hasta cierto punto sinvergüenzas, al dejar que la figura de la familia se deteriore. Preferimos ser importantes, tener bienes materiales, viajar, vacacionar o simplemente evadir una responsabilidad, que un día por voluntad propia decidimos adquirir, nadie nos obligó a contraer matrimonio y a engendrar hijos, para los cuales difícilmente tenemos tiempo suficiente.

Pongamos en su justa dimensión el valor de la familia, esforcémonos desde la posición que nos encontremos, cumpliendo el rol que nos toca, prioricemos ante cualquier circunstancia conservar la unidad, el amor, la sana convivencia. La familia es una fortaleza, no te arriesgues a perderla por seguir espejismos falsos, no vale la pena, valora lo que tienes, disfrútalo y esfuérzate lo suficiente para mejorar y conservar a tu familia.

El primer domingo del mes de marzo de cada año, festejamos en México el “Día de la Familia”, celebración que se formalizó con la intención de fomentar la unidad y valorar en su justa dimensión la importancia de la familia.

Pero no solo nacer en una familia es importante, el rol que juega esta institución en la concepción, desarrollo y realización del ser humano, tiene una trascendencia de mayor dimensión, es el seno familiar el lugar insustituible para formar y desarrollar la individualidad y originalidad, de un ser humano completo. Es el elemento natural e indispensable de toda sociedad, donde se fomenta una profunda unidad interna de personas, toda familia tiene un ámbito espiritual que favorece las relaciones, se comparte un espacio común, lazos de sangre, afecto reciproco, vínculos morales, que la instituyen como una unidad de equilibrio humano y social. Es el principal pilar que sostienen a una sociedad, es donde se nace, se aprende, se educa, se da refugio, se da orgullo e identidad, donde se comparte tristezas y alegrías, se enfrentan problemas, se aprende a ser solidario, se fomentan los buenos hábitos, se enseña a trabajar, es donde se forman los futuros ciudadanos, donde su cuida y desarrolla la primera y la tercera generación y sobre todas las cosas es en la familia donde se inculcan los valores, donde se enseña a amar y a ser amado . Ninguna otra institución puede cumplir con las funciones anteriores, por eso la institución familiar es una fortaleza que debemos valorar.

Con el paso de los años e influenciados tal vez por la era de la revolución industrial, hemos pretendido sustituir la función de la familia de educar y formar a los hijos, trasladando paulatinamente esa responsabilidad a instituciones como guarderías infantiles, instituciones educativas, internados, entre algunas instituciones más, con lo cual pretendemos que nuestros hijos sean educados de una forma global o permítame el término “industrial” y se nos ha olvidado que la educación de nuestros hijos es artesanal, personalizada, porque cada uno es único y especial, y esa educación personalizada solo se puede dar en el seno familiar, al cuidado de un padre y una madre responsables, que educan no solo con conocimientos, también con amor.

La globalización, la economía, la era de las comunicaciones, etc. se han convertido en factores que usamos como pretexto para evadir la responsabilidad de tener y conservar una familia funcional, nos hemos vuelto cómodos, irresponsables y hasta cierto punto sinvergüenzas, al dejar que la figura de la familia se deteriore. Preferimos ser importantes, tener bienes materiales, viajar, vacacionar o simplemente evadir una responsabilidad, que un día por voluntad propia decidimos adquirir, nadie nos obligó a contraer matrimonio y a engendrar hijos, para los cuales difícilmente tenemos tiempo suficiente.

Pongamos en su justa dimensión el valor de la familia, esforcémonos desde la posición que nos encontremos, cumpliendo el rol que nos toca, prioricemos ante cualquier circunstancia conservar la unidad, el amor, la sana convivencia. La familia es una fortaleza, no te arriesgues a perderla por seguir espejismos falsos, no vale la pena, valora lo que tienes, disfrútalo y esfuérzate lo suficiente para mejorar y conservar a tu familia.