/ sábado 16 de febrero de 2019

El Propósito

¿A quién no le agrada una buena vida? Sin duda alguna que todos queremos una buena vida; es más, creo que a Dios le agrada que tengamos una buena vida. La palabra bueno tiene un significado especial en la Palabra de Dios.

Por ejemplo; En el tiempo de la creación cuando Dios creó los cielos, los mares, la tierra y todo lo que en ellos hay vio que era bueno (Génesis 1) Y cuando completó la obra de la creación, creó al ser humano, vio Dios que todo lo que había hecho era bueno en gran manera (Génesis 1:31) ¿Qué quiere decir que era bueno? ¿De qué forma era bueno el mundo? Según algunos comentaristas bíblicos dicen que cada parte de la creación cumplía con el propósito de Dios. Cada parte era buena porque era lo que debería ser. En ese mismo entendimiento, los seres humanos somos buenos cuando logramos hacer o cumplir con nuestro propósito. Nuestra vida es buena cuando cumplimos con lo que tenemos que hacer según, fuimos diseñados por Dios. Es decir, cuando cumplimos el propósito divino en nuestras vidas. Fuimos diseñados en el cielo para cumplir un propósito en la tierra. Siendo así, bueno, no tiene que ver nada con sentido moral, sino más bien de cumplir con un propósito de vida. Y al cumplir con dicho propósito, moralmente tendremos una buena moral.

Hay quienes asocian lo bueno con felicidad. Sin embargo, no todos los que son “felices” tienen una buena vida. En la historia han existido muchas personas que tuvieron una vida buena a pesar de las adversidades que vivieron. La felicidad está asociada con “todo está bien”. Las necesidades son suplidas. Los deseos son satisfechos sin dificultad. Y las complicaciones son evitadas. Mientras que bueno está asociado con cumplir el propósito divino para lo que fuimos creados, cumplir con lo que tenemos que hacer según el diseño divino. Felicidad en cierta manera puede llegar a ser egocéntrico.

Mientras que bueno tiene que ver con propósito. Entonces no todo el que es feliz tiene una buena vida. Pero estoy plenamente convencido que cumplir con propósito, tener una buena vida, nos dará felicidad.

Y cumplir con el propósito da significado a la vida. Entonces una vida buena le da propósito y significado a la vida. Y una vida con significado lleva a una vida feliz. Una vida significativa es el objetivo divino. Dice Dios en Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.

En nuestra búsqueda de una vida buena, cumplimiento del propósito, descubrimos la recompensa de la felicidad verdadera. Y no hay duda alguna que el deseo de Dios es que la vida está llena de propósito y significado, y la felicidad seguro que vendrá. Que en cada segundo, minuto, hora día, mes y año de nuestra vida Dios nos ayude para cumplir con lo dicho.

Le animo, estimado lector, que busque y cumpla con el propósito divino para lo que fue diseñado en el cielo y creado en la tierra. Lo diseñado en el cielo y hecho en la tierra, es bueno.

Alguno dirá, yo soy médico, cumplo con mi propósito. Otro dirá yo soy constructor, cumplo con mi propósito. Otro quizá diga, yo soy comerciante, cumplo con mi propósito. Y cada quien según su profesión u oficio dirá lo mismo. Y sin duda que tales cosas son buenas, nobles y digno de admirar, sin embargo, dicho con respeto, no es un propósito en sí mismas. La carrera, profesión u oficio son medios para cumplir nuestro propósito. No es si no hasta que descubrimos tal propósito que la vida tiene significado y conocemos la verdadera felicidad. Pero la vida sin propósito se vuelve cansada, aburrida y monótona.

En la Biblia encontramos personajes que se dieron cuenta que existían mucho que sólo para ser pescadores, médicos, cobradores de impuestos, etc. Ellos buscaron y descubrieron su propósito de la vida. Todos tenemos un propósito, dice en Exodo 9:16: “Pero yo te he levantado para este mismo propósito…” (Éxodo 9:16).

Creo, estimado lector, que el propósito de Dios tiene que estar siempre en primer lugar en nuestras vidas. Pueden ofrecernos oportunidades de empleo, una nueva escuela, una nueva relación etc. que pueden no encajar en los propósito de Dios. Por eso busque a Dios en espíritu y verdad para esperar en la paz de Dios antes de tomar decisiones que pueden tener consecuencias para toda la vida. En buscar a Dios y entregarle nuestra vida a Él, es allí donde empieza e proósito de vida. Hay gran alegría en el descubrir y trabajar en el propósito divino. Dice la palabra de Dios: “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

¿A quién no le agrada una buena vida? Sin duda alguna que todos queremos una buena vida; es más, creo que a Dios le agrada que tengamos una buena vida. La palabra bueno tiene un significado especial en la Palabra de Dios.

Por ejemplo; En el tiempo de la creación cuando Dios creó los cielos, los mares, la tierra y todo lo que en ellos hay vio que era bueno (Génesis 1) Y cuando completó la obra de la creación, creó al ser humano, vio Dios que todo lo que había hecho era bueno en gran manera (Génesis 1:31) ¿Qué quiere decir que era bueno? ¿De qué forma era bueno el mundo? Según algunos comentaristas bíblicos dicen que cada parte de la creación cumplía con el propósito de Dios. Cada parte era buena porque era lo que debería ser. En ese mismo entendimiento, los seres humanos somos buenos cuando logramos hacer o cumplir con nuestro propósito. Nuestra vida es buena cuando cumplimos con lo que tenemos que hacer según, fuimos diseñados por Dios. Es decir, cuando cumplimos el propósito divino en nuestras vidas. Fuimos diseñados en el cielo para cumplir un propósito en la tierra. Siendo así, bueno, no tiene que ver nada con sentido moral, sino más bien de cumplir con un propósito de vida. Y al cumplir con dicho propósito, moralmente tendremos una buena moral.

Hay quienes asocian lo bueno con felicidad. Sin embargo, no todos los que son “felices” tienen una buena vida. En la historia han existido muchas personas que tuvieron una vida buena a pesar de las adversidades que vivieron. La felicidad está asociada con “todo está bien”. Las necesidades son suplidas. Los deseos son satisfechos sin dificultad. Y las complicaciones son evitadas. Mientras que bueno está asociado con cumplir el propósito divino para lo que fuimos creados, cumplir con lo que tenemos que hacer según el diseño divino. Felicidad en cierta manera puede llegar a ser egocéntrico.

Mientras que bueno tiene que ver con propósito. Entonces no todo el que es feliz tiene una buena vida. Pero estoy plenamente convencido que cumplir con propósito, tener una buena vida, nos dará felicidad.

Y cumplir con el propósito da significado a la vida. Entonces una vida buena le da propósito y significado a la vida. Y una vida con significado lleva a una vida feliz. Una vida significativa es el objetivo divino. Dice Dios en Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.

En nuestra búsqueda de una vida buena, cumplimiento del propósito, descubrimos la recompensa de la felicidad verdadera. Y no hay duda alguna que el deseo de Dios es que la vida está llena de propósito y significado, y la felicidad seguro que vendrá. Que en cada segundo, minuto, hora día, mes y año de nuestra vida Dios nos ayude para cumplir con lo dicho.

Le animo, estimado lector, que busque y cumpla con el propósito divino para lo que fue diseñado en el cielo y creado en la tierra. Lo diseñado en el cielo y hecho en la tierra, es bueno.

Alguno dirá, yo soy médico, cumplo con mi propósito. Otro dirá yo soy constructor, cumplo con mi propósito. Otro quizá diga, yo soy comerciante, cumplo con mi propósito. Y cada quien según su profesión u oficio dirá lo mismo. Y sin duda que tales cosas son buenas, nobles y digno de admirar, sin embargo, dicho con respeto, no es un propósito en sí mismas. La carrera, profesión u oficio son medios para cumplir nuestro propósito. No es si no hasta que descubrimos tal propósito que la vida tiene significado y conocemos la verdadera felicidad. Pero la vida sin propósito se vuelve cansada, aburrida y monótona.

En la Biblia encontramos personajes que se dieron cuenta que existían mucho que sólo para ser pescadores, médicos, cobradores de impuestos, etc. Ellos buscaron y descubrieron su propósito de la vida. Todos tenemos un propósito, dice en Exodo 9:16: “Pero yo te he levantado para este mismo propósito…” (Éxodo 9:16).

Creo, estimado lector, que el propósito de Dios tiene que estar siempre en primer lugar en nuestras vidas. Pueden ofrecernos oportunidades de empleo, una nueva escuela, una nueva relación etc. que pueden no encajar en los propósito de Dios. Por eso busque a Dios en espíritu y verdad para esperar en la paz de Dios antes de tomar decisiones que pueden tener consecuencias para toda la vida. En buscar a Dios y entregarle nuestra vida a Él, es allí donde empieza e proósito de vida. Hay gran alegría en el descubrir y trabajar en el propósito divino. Dice la palabra de Dios: “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).

Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.